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Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa - Inicio

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Él se alejaba <strong>de</strong>spacio. De repente dio la vuelta, y corriendo, tomó en sus brazos a la montañesa,<br />

la alzó <strong>de</strong>l suelo con ímpetu sobrehumano, y la estrujó contra su cuerpo, oprimiéndole las<br />

costillas e interceptándole la respiración. Y pegando la boca a la oreja, tartamu<strong>de</strong>ó:<br />

- Mañana sales conmigo, conmigo nada más.<br />

La niña ja<strong>de</strong>aba con dulcísima fatiga, y la voz <strong>de</strong> Perucho, sonando en el hueco <strong>de</strong> su oído, le<br />

parecía sorda y atronadora como el ruido <strong>de</strong>l Avieiro al saltar en las rocas. Un frío sutil corría<br />

por sus venas, y una felicidad sin nombre ni medida la agobiaba. Con la cabeza dijo que sí.<br />

-¿Conmigo?, ¿todo el día?, ¿me das palabra?<br />

- Sí - balbució ella, incapaz <strong>de</strong> articular otra frase.<br />

- Pues a las seis sales por el corral. Allí estoy yo esperando. ¡Adiós!<br />

Perdiendo casi el sentido, Manuela notó que <strong>de</strong> nuevo la estrechaban, y luego la <strong>de</strong>jaban<br />

suavemente en tierra. Abrió los ojos a tiempo que Perucho corría ya en dirección <strong>de</strong> los Pazos.<br />

Fin <strong>de</strong>l tomo primero<br />

Tomo II<br />

- XIX -<br />

Se vistió la montañesa su ropa <strong>de</strong> diario, falda y chaqueta <strong>de</strong> lanilla a cuadros blancos y negros; y<br />

apenas había tenido tiempo más que para frotarse apresuradamente el rostro con la toalla y<br />

atusarse el pelo ante un espejo todo estrellado por la alteración <strong>de</strong>l azogue, cuando, oyendo dar<br />

las seis en el asmático reloj <strong>de</strong>l comedor, salió <strong>de</strong> su cuarto andando <strong>de</strong> puntillas y bajó la<br />

escalera que comunicaba con la cocina, en aquel momento solitaria. Deslizose por el corredor <strong>de</strong><br />

las bo<strong>de</strong>gas, que conducía a las elegantes habitaciones <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong>l Gallo; y apenas dio tres<br />

pasos por él, una mano musculosa, aunque rehenchida y juvenil, asió la suya, y se sintió<br />

arrastrada, en medio <strong>de</strong> la oscuridad, hacia la puerta. Salieron <strong>de</strong> los Pazos, y con <strong>de</strong>leite<br />

inexplicable, bebieron juntos la primer onda <strong>de</strong> fresco matutino.<br />

Aunque el sol calentaba ya, aún se veía, sobre el azul turquesa <strong>de</strong>l cielo, al parecer lavado y<br />

reavivado por el copioso orvallo nocturno, la faz casi borrada <strong>de</strong> la luna, semejante a la huella<br />

que sobre una superficie <strong>de</strong> cristal azul <strong>de</strong>ja un <strong>de</strong>do impregnado <strong>de</strong> polvillo <strong>de</strong> plata.<br />

Sin <strong>de</strong>cirse palabra, asidos <strong>de</strong> la mano, caminando unidos con andar ajustado y rápido, siguieron<br />

la lin<strong>de</strong> <strong>de</strong> los trigos segados ya, hume<strong>de</strong>ciéndose los pies al hollar la hierba y el tapiz <strong>de</strong><br />

manzanillas todas empapadas <strong>de</strong> helado rocío, próximo a convertirse en escarcha. Cosa <strong>de</strong> un<br />

cuarto <strong>de</strong> hora andarían así, ascendiendo hacia la falda <strong>de</strong>l monte, don<strong>de</strong> empezaban a<br />

escalonarse los paredones para el cultivo <strong>de</strong> las vi<strong>de</strong>s; y Perucho, en vez <strong>de</strong> aflojar el paso, lo<br />

apretaba más. A pesar <strong>de</strong> su ligereza <strong>de</strong> cabrita montés, Manuela mostró querer <strong>de</strong>tenerse un<br />

instante.<br />

- Anda, mujer, anda - dijo él imperiosamente.<br />

- Hombre, ya ando... pero déjame tomar aliento. ¿Qué discurso es este <strong>de</strong> ir como locos?<br />

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