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Sólo e

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Sin ti Papá<br />

Hebert rodríguez garcía<br />

en este cochino mundo<br />

Sin ti papá en este<br />

Hebert Rodriguez Garcia<br />

mundo<br />

una historia de amo<br />

Hebert<br />

[Mayo de 2011]<br />

[Estás escribiendo la historia de una familia que no existió”


A Gerson Rodríguez y Matilde García porque “no<br />

faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehova<br />

había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió”.<br />

2<br />

Josue 21-45


Contenido<br />

El Chico del Perro..........................................................................9<br />

Desde el balcón..............................................................................14<br />

Ojitos de terciopelo, boquita de filigrana.......................................22<br />

Papá nos espera..............................................................................27<br />

Agelitos Custodios.........................................................................32<br />

Tengo algo por decirte....................................................................45<br />

Rompiste el compromiso................................................................54<br />

Amor condicionado........................................................................62<br />

Sin ti papá en este cochino mundo.................................................69<br />

3


4<br />

“Estás escribiendo una historia<br />

de una familia que no existió”<br />

Gerson Rodríguez.


Mayo 8 de 2011<br />

Lugar: Barrio Santafé, 9:30 pm.<br />

Esa noche regresábamos de visitar a Sucelt, mi tía, en el Barrio Santafé.<br />

Gerson, mi padre, conducía el Ford Fiesta Blanco de la familia mientras<br />

viajábamos al sur a nuestra casa en Envigado. “Yo no puedo ayudarte<br />

mucho en eso”, dijo Suselt en lo alto de las escaleras de su casa cuando<br />

le pedí reunirme con ella para que me relatara apuntes de esta historia.<br />

Gerson: ¿Para qué quieres el número de ese muchacho? Él no te va a<br />

decir nada, en realidad, no está enterado de esa situación.<br />

Hebert: <strong>Sólo</strong> dame el número, del resto me encargo yo.<br />

Gerson: ¡NO LO TENGO!, además, ¿para qué quieres entrevistarlo?, sólo<br />

vas a hacerlo sentir mal, le vas a atormentar más la vida, le vas a remover<br />

los recuerdos.<br />

Hebert: Está bien, no me los des, puedo conseguírmelo.<br />

Gran parte de la semana traté de convencerlo. “¿Me darás el número?”,<br />

preguntaba esperando ablandar su apática conducta. “Te he dicho que no<br />

quiero que hables con él. Ese muchacho ya ha sufrido lo suficiente. ¿Para<br />

qué es que quieres hablar con él?”, “sólo quiero hablarle”, respondía con<br />

una ira que me desorbitaba los ojos. Mi madre aparecía diciendo, “deja<br />

esa idea muchacho, él no va a querer hablar contigo, no le des dolores de<br />

cabeza a tu padre”.<br />

(Qué puede ser de esta historia si no hablo con él, no tiene sentido. Es<br />

como pensar en un desayuno y no tener café. ¡No! y ¡no! Necesito ese<br />

número, necesito hablarle. <strong>Sólo</strong> quiero verlo, ¿es mucho pedir?, ni<br />

siquiera pienso entrevistarlo, qué podría preguntarle: ¿Qué se siente no<br />

vivir con papá? Como esos periodistas estúpidos que salen en la tele con<br />

sus micrófonos apuntando a los rostros de la gente en medio de un diluvio<br />

y dicen: ¿qué siente en este momento?, pues frío, estúpido, respondería<br />

yo. Pues tristeza, rabia, desconcierto, respondería él abofeteándome en la<br />

cara. <strong>Sólo</strong> quiero hablarle, no es más).<br />

5


Mayo 19 de 2011<br />

Lugar: Centro de Medellín, Archivo Histórico.<br />

Hebert: Podrías darme el número de mi tía Sucelt, necesito hablar con<br />

ella.<br />

Maty: Claro, el número es<br />

Hebert: Gracias, dile a papá que hoy llego tarde. Tengo que hacer varias<br />

cosas. Estaré en El Centro, pueden llamarme si me necesitan (besos,<br />

chao).<br />

Esa tarde me encontraba en El Centro de Medellín trabajando en una<br />

reportería para otra investigación en compañía de una chica. “Espérame<br />

hago una llamada”, le dije y me alejé al patio.<br />

(Tuuu-tuuuu, sonaba la bocina a la espera de que alguien alzara el<br />

teléfono. “Diga Diga a a” dijo una voz temblorosa que se impacientaba).<br />

Hebert: Hola tía<br />

Sucelt: ¿Quién habla?<br />

Hebert: Hola tía, soy Hebert<br />

Sucelt: ¿Quién?<br />

Hebert: ¡Hebert!<br />

Sucelt: ¡Ah!, hola muchacho, ¿cómo te ha ido? (tono desinteresado y<br />

apagado)<br />

Hebert: Bien tía, ¿tú cómo has estado?<br />

Sucelt: Llevada de las patas, pero ahí vamos bien mijo, cuéntame<br />

Hebert: Necesito que me hagas un favor. ¿Tienes el número de Jhonny<br />

David, mi hermano?<br />

Sucelt: ¿Jhonny David?, y ¿es que eres muy compinche de él?<br />

Hebert: No, no. Ni recuerdo cómo es él.<br />

(Tenía escasos diez años cuando papá me llevó de la mano a conocerlo.<br />

“Vas a ver a tu hermano”, dijo y salimos de casa. Apenas recuerdo una tez<br />

morocha y un rostro borroso por el recuerdo y una voz tímida que me dijo,<br />

“hola hermano”. Hasta ahí recuerdo).<br />

6


Sucelt: Claro muchacho, yo te lo doy. Espérame lo busco.<br />

Al otro lado de la bocina estaba esperando, impaciente y haciendo muecas<br />

con la cara a la chica indicándole que aguardara un momento, que era<br />

importante, que no podía esperar. La bocina seguía muda hasta que la voz<br />

temblorosa se asomó diciendo:<br />

Sucelt: ¡Aquí está!, casi no lo encuentro. Es bueno que quieras verlo.<br />

Pobre muchacho, tan solo, tan abandonado y no tiene la culpa. Él no tiene<br />

la culpa de nada. La culpa es de los padres que no supieron hacer las<br />

cosas. Él vive muy acomplejado por la lejanía de ustedes, vive frustrado.<br />

Hebert: Eso lo sé tía, gracias por el número.<br />

Sucelt: Cuando logres hablar con él me llamas y me cuentas. Si no logras<br />

tener contacto, igual me llamas muchacho.<br />

Hebert: Tenlo por seguro tía, cuídate.<br />

Estaba entusiasmado, se notaba en mi cara. Era como un niño pequeño<br />

con su cochecito nuevo. “Lo encontré, lo encontré”, le dije a la chica<br />

mientras miraba desconcertada.<br />

La chica: ¿Encontraste a quién?<br />

Hebert: A mi hermano, a mi hermano.<br />

La chica: ¿Es que usted tiene hermano, jerbert?<br />

(Así es, tengo hermano. Ahora estoy llamándolo para reunirme con él.<br />

Ves papá, te lo dije, yo lo consigo. Y lo conseguí. Ojalá me conteste, ¿será<br />

que le molesta?, no creo, igual yo no le he hecho nada. Estoy nervioso lo<br />

admito, pero ya estoy marcando).<br />

Una voz vieja contestó la llamada. Tenía un tono agrio e intimidante, como<br />

si supiera de quien se tratara. “quién habla”, dijo el viejo. “Jhonny David<br />

no se encuentra, llámelo a la empresa”. “¿Anotar un número?, espere le<br />

paso a” No supe el nombre de la mujer que tomó mi número. Tenía el<br />

mismo tono amargo del viejo, como si en esa casa mi voz perturbara.<br />

Hebert: Dígale que lo llamó Hebert Rodríguez, el hermano.<br />

Mujer: ¿Hermano?, ¿cuál hermano?<br />

Hebert: yoo, yoo soy (gagueando y transpirando).<br />

Mujer: ¡Ah!, el medio hermano. ¿Usted es hijo de Gerson?, claro, yo le<br />

7


doy su número.<br />

Hebert: Dígale que me puede llamar a cualquier hora, que quiero reunirme<br />

con él y hablar un rato.<br />

Mujer: Yo le digo, que esté bien.<br />

Hebert: Usted también.<br />

***<br />

8


El chico del perro<br />

Nadie me consultó si estaba interesado en pisar este mundo. Ni Trino, mi<br />

padre. Ni María, mi madre. Hubiese querido que me lo preguntaran. Pero<br />

no fue así. Nací y por alguna razón me encuentro aquí.<br />

Fueron días oscuros aquellos, antes de que pudiera abrir los ojos en<br />

Segovia. Un municipio en el Nordeste de Antioquia. Yo me la pasaba<br />

inquieto dando patadones entre la barriga de mi madre mientras ella<br />

se zambullía bajo su cama ocultándose de la muerte. “Cuidado todos,<br />

ya vienen ‘Los Godos’, escóndanse, ya vienen”, gritaban y las calles se<br />

vaciaban por la visita de los furibundos del Partido Conservador que<br />

buscaban cabezas liberales en el pueblo. Siempre se veía uno que otro<br />

muerto. Así pasaron nueve meses, escondido entre la placenta y bajo un<br />

catre con mi madre. Abrí los ojos y dos mujeres sonreían, se miraban<br />

maravilladas, me halaban los cachetes con dulzura. El tiempo pasó y<br />

salimos del pueblo buscando nuevas oportunidades.<br />

Fue entonces como llegamos a Medellín y nos convertimos en nómadas<br />

hasta encontrar acentadero. La curva de El Bosque, Moravia y Manrique<br />

donde compramos una pequeña casa que no pudimos terminar de pagar<br />

y con el tiempo la vendimos para saldar algunas deudas. Luego nos<br />

mudamos cerca a la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia<br />

donde por un período corto de tres años presencié revueltas y explosiones<br />

de jovencitos revoltosos que se enfrentaban a la policía. En ese entonces<br />

mi hermana mayor ya pisaba suelo americano y tenía un poco de dinero<br />

que mandaba para sostener la casa. Mi madre ahorraba lo que podíamos<br />

y fue así como compramos un lotecito en Santafé, un barrio baldío situado<br />

junto al polémico Barrio Antioquia. Levantamos la primera casa del sector<br />

y encontramos refugio. La humilde casa nos acogió a mi madre, a mis tres<br />

hermanos y a mí. Mi hermana Sucelt se encargaba del sostenimiento de la<br />

casa junto a mi madre, mientras Hollman, Jhonny y yo pasábamos la vida<br />

pensando que era un sueño y jugábamos agarrándonos a trompadas.<br />

Sucelt se la pasaba en la calle limpiando en bares y atendiendo borrachos<br />

revoltosos en las cantinas para traer unos pesos a casa. Mi madre trabajaba<br />

limpiando baños en un sector popular de la ciudad llamado Guayaquil, en<br />

Maturín y Amador. Yo que era el menor de la casa, o “El niño”, como me<br />

9


decían, era el encargado de llevar el almuerzo hasta los hoteles donde<br />

mamá trabajaba. Una vez, recuerdo, estaba en la entrada de un hotel<br />

viejo que escurría agua con trocitos de mierda por las escaleras. Mi madre<br />

desde el interior me hizo entrar mientras cargándome sobre sus piernas<br />

yo escurría lágrimas terminando de empapar el lugar, ella se comía a<br />

cucharadas los platillos caseros para luego encargarse de la limpieza del<br />

hotel inundado. Los tiempos fueron difíciles y Sucelt quería solucionar<br />

los problemas económicos del hogar. Fue entonces como la mayor de los<br />

hermanos, la única producto de un matrimonio sólido que se acabaría<br />

por la visita inesperada de la muerte viajaría lejos buscando algo mejor<br />

para la familia. Y así pasó. Viajó como una marimbera, buscando el sueño<br />

americano. Tocó los suelos de Manhattan cargada de marihuana y empezó<br />

una nueva vida, sola en esa ciudad. El tiempo pasó y mamá nos sentaba<br />

a los tres hermanos que quedábamos en casa a contarnos historias sobre<br />

la vida neoyorquina que llevaba Sucelt.”Me dijo que se conoció con un<br />

cubano que se llama Juan, tiene un apellido extraño, Graña. Sí, Juan<br />

Graña. Dice que se encuentra bien y enamorada, que pronto se casará<br />

y empezará una nueva vida. También dice que montó un negocio. Una<br />

pequeña cafetería en Manhattan, en la catorce con la séptima, cerca a<br />

un par de moles de concreto que parecen repetidas y que piensa llamarla<br />

Sucelt Coffe Shop, pero qué van a saber de eso ustedes mis muchachos”,<br />

nos decía la vieja mientras mis oídos adolecentes escuchaban atentos.<br />

Cuando Sucelt viajó a mis otros hermanos les tocó tomar las riendas del<br />

hogar y buscar trabajo para traer dinero a casa. Hollman, el mayor de los<br />

varones, viajó a dictar clases de primaria en una escuelita en una vereda<br />

llamada Rubí en un pueblo del Nordeste de Antioquia, Yolombó. Jhonny<br />

era un joven apasionado por el deporte, en especial por el ciclismo y<br />

soñaba con ser profesional como ‘Cochise’ Rodríguez o los pedaleros de<br />

la época. “Oiga hermano, yo algún día voy a ser grande, un gran ciclista”,<br />

me decía antes de coger su cicla y pedalear hasta la farmacia Pasteur<br />

en Guayaquil cerca a la Plaza Cisneros donde trabajaba como mensajero<br />

llevando medicinas, pedaleando y soñándose parado en medio de un<br />

podio. Pero pasó el tiempo y vinieron las responsabilidades. Jhonny<br />

terminó siendo un técnico en mecánica industrial y dejó atrás su sueño de<br />

estrella del deporte. Tiempo después en sociedad con el cubano esposo<br />

de mi hermana montaron una empresa familiar que tendría éxito llamada<br />

Longraña Ltda.<br />

Y ahí estaba yo, el menor, el niño, sobreprotegido desde chico. Crecí<br />

envidiando a los pequeños con un hogar estable de padres sonrientes y<br />

con dinero para comprar dulces. Crecía y crecía y veía a mi madre ingerirse<br />

botellas de licor que le embolataban los problemas. Nunca olvidaré el<br />

día en que La Bola, como le llamaban a las patrullas de policía, recogió<br />

a mi madre por armar bochinche en la calle y se la llevó en frente mío<br />

10


dibujándose esa imagen de una mujer borracha en mis pupilas. Era un<br />

chico, ¿cómo hacerme entender que mi madre ebria no era la culpable<br />

de tanta miseria, de tanta desgracia? Pero crecí y ese odio junto conmigo.<br />

O la vez en que pasé atado a una mecedora infantil a mis tres años junto<br />

a mi sobrina –la hija de Sucelt- a la que le llevaba seis meses de diferencia<br />

y fue por frotarle el pubis con papel higiénico. Éramos chicos, estábamos<br />

en el despertar anal me dice ahora el psicólogo, pero mi hermana y mi<br />

madre no lo vieron así. “qué pasó aquí”, dijo mamá cuando entró a la<br />

casa. Yo la miraba desde la ventana con ese traje sastre de falda negra<br />

ceñida al cuerpo, blusa blanca y anteojos de marco dorado que le daban<br />

una apariencia delicada y elegante. ”Si supieras, ahora te cuento”, dijo<br />

Sucelt mientras yo seguía atado a ese silla con los cachetes de las nalgas<br />

palpitándome como tambores por la tunda de cuero que nos marcó la<br />

piel. Y ni qué hablar de mi padre. Ese hombre brillante a pesar de no<br />

terminar nunca sus estudios básicos. Me dio su apellido pero no su amor.<br />

Contribuía con dinero en casa pero no era suficiente. Mamá me pedía<br />

que fuera a las casas vecinas a pedir las sobras, “Es para dárselas a fala”,<br />

una perra Galgo de pelaje negro veteado de gris que vivía con nosotros.<br />

Recogía y dejaba las sobras con mi madre hasta que la sorprendí algún<br />

día. Limpiaba las arepas de maíz quitándole los arroces, rescataba los<br />

chicharrones carnudos de siete patas y los servía en un plato junto a las<br />

yucas y las papas que se podían digerir. “Por qué haces eso mamá”, le<br />

decía y ella juagada en lágrimas me miraba con una papa en la boca. Pero<br />

papá no tiene la culpa. Trinidad o trino como quedó bautizado después<br />

de que su primer nombre lo acomplejara, no era un mal padre. Él tenía su<br />

hogar y sus hijos. Por ellos respondía y por mí también. El viejo trabajaba<br />

en la Notaría Tercera donde yo lo visitaba para recoger mi mesada. Era<br />

aburrido y no lo disfrutaba. Pasaba horas enteras sentadas en un sillón<br />

esperando a que el reloj marcara las 5:00 de la tarde para recoger los 500<br />

pesos y volver a mi hogar. Quizá por eso no me dolió tanto cuando mamá<br />

se acercó y me dijo, “tu papá se ha muerto”, yo la miré con ese tufo a<br />

aguardiente en la boca y salí de la casa.<br />

Siempre me ha gustado la fama y al igual que Jhonny sueño con la<br />

grandeza. Mi madre me había inscrito en el Conservatorio de Bellas Artes<br />

en clases de técnica vocal y Solfeo. Ahí empezó mi sueño de triunfar en<br />

la música y me uní a un grupo. Nos hacíamos llamar Grupo Rebelión y<br />

cantábamos en bares reconocidos de la ciudad. Éramos bohemios y<br />

ganábamos reconocimiento cantando en Sitio Viejo, un bar pequeño en<br />

Envigado. Cantábamos boleros y endulzábamos los oídos de las señoritas<br />

que asistían a escucharnos. Nueve muchachos buscando la gloria: Fabio<br />

Velázquez, Omar Ochoa, Jairo, Oscar “El mariposo” que era el dueño y<br />

director del grupo y trataba de conquistarme fallando al instante. Los<br />

hermanos Rey y Roberto Villegas que al igual que Sucelt intentaron viajar<br />

cargados pero fallaron y pagaron quince años de encierro. Me cansé<br />

11


de una fama que no brilló y abandoné el grupo. Decidí entrar a iniciar<br />

mis estudios universitarios en la Universidad Cooperativa de Colombia y<br />

empecé Economía pero no era suficiente. Decidí agregarle algo de chispa<br />

a mi vida y me metí a Taekwondo con un gran maestro, Diego Hernando<br />

Osorio, Campeón departamental e internacional que junto a algunos<br />

compañeros incursionaron en el negocio de guardaespaldas de la mafia<br />

hasta que exterminaron a la mayoría, pero Diego se salvó, tuvo suerte.<br />

Así fue pasando la vida, de canto en canto, de rasca en rasca y de mujer en<br />

mujer. Estela Giraldo, Estelita. Sí que era bonita esa muchacha. Cabello<br />

abundante como la espuma del mar enfurecido, ojos rasgados, profundos<br />

y unos labios siempre rojos, siempre incitantes. Ella estudiaba en el<br />

colegio Ángeles Custodios en el barrio Santafé, un colegio de monjitas<br />

simpaticonas. Un día llegó la invitación para las chicas que quisieran<br />

participar en el reinado a Señorita Medellín y Estela se presentó, pero<br />

no ganó. Quedó en el cuarto puesto pero para mí era la mejor. Como se<br />

enfureció Estelita cuando me sorprendió pegado a la cintura de Matilde<br />

en ese balcón. Matilde también recibió la invitación pero su padre se<br />

negó, “No gracias”, decía, “papá dice que sus hijas no tienen por qué<br />

estar mostrando las nalgas” y así fue, no participó. Matilde echó chispas<br />

cuando la negra Lía me aventó, “Vea muchacha, tenga cuidado. Ese<br />

Gerson anda saliendo con esa niña Yamile, yo creo que son novios”, Decía<br />

la negra de facciones pulidas y de vida solterona. Y “la abuela”, como<br />

le decía Matilde a Silvia Gómez y me advertía, “puedes tener todas las<br />

mujeres que quieras, pero nunca se te ocurra traer un muchachito”, y es<br />

que las palabras necias tienen poder. Silvia me sacó un hijo y se cagó mi<br />

vida. Y es que apenas soy un muchacho. ¿Qué son 23 años en un mundo<br />

como este?, ¿quién me consultó si quería estar acá? , o a mis hermanos,<br />

nadie nos preguntó. Nacimos en un hogar humilde pero con el amor<br />

de mi madre. Con el amor de la vieja. Somos tres varones bastardos y<br />

una muchachita guerrera. Londoño Sucelt, Londoño Jhonny, Londoño<br />

Hollman, Londoño yo y Londoño mi madre.<br />

Tuve mis pinitos de fama varias veces en los diarios. Un amigo me llevó a<br />

las instalaciones del periódico El Correo en Bolívar, Cerca a la Gobernación<br />

de Antioquia como estudiante de la semana. Una ráfaga de preguntas<br />

que se acoplaron al papel con una marquesina a blanco y negro que<br />

decía: “Hitler y plumas”. Las plumas se debían a los pájaros y palomas que<br />

yo criaba en mi casa. Canarios, palomas mensajeras, sinsontes, palomas<br />

capuchinas, mochuelos, palomas romanas y una mirla que correteaba<br />

por la casa picoteando las várices de mamá, “¡ay! ¡Ay! ¡Ay!”, gritaba la<br />

vieja huyendo despavorida de ese pico naranjado grueso como un pulgar.<br />

Hitler era mi perro. Un Pastor alemán tres cuartos que me regaló mi<br />

hermano Hollman. “No tengo tiempo de cuidarlo, quédate con Queper”,<br />

dijo mi hermano dejándome el cachorro. “Ahora te llamarás Hitler”, dije<br />

12


acariciándole los lomos. Imponente, fuerte y agresivo como su nombre,<br />

como su raza. Busqué entrenarlo y conseguí un Sargento Carabinero que<br />

lo entrenaba bien. “¡Fast!- ¡Fast!, ¡Hands!- ¡Hands!”, gritaba el hombre y<br />

el perro revoloteaba por el aire y se tiraba por los suelos. Hitler era buen<br />

cachorro y respondía bien. “¡Rich!-¡Rich!”, y no pasaba nada, “¡Sit!-¡Sit!”<br />

y se mofaba de él. “perro estúpido”, gritó el sargento desenfundando<br />

un mazo de goma que le botó un colmillo. “Entrégueme a mi perro, no<br />

lo entrenará más”, le dije furioso y me lo llevé a casa. Tomé los libritos<br />

del curso de entrenamiento para canes y empecé la tarea. Hitler y yo<br />

preferíamos las tardes. Corríamos en el césped de la Cancha la Luz<br />

ejercitando el cuerpo. “¡Sit Hitler!-¡Sit!” y el perro respondía. Se convirtió<br />

en mi rutina y la gente se asombraba, “ahí va el chico del perro”, decían<br />

mis vecinos, “ahí va el chico del perro”, decía mi amor.<br />

13


Tiempo: 1976<br />

Desde el balcón<br />

Lugar: Barrio Santafé, un balcón.<br />

“Ahí va el chico del perro”, decían las hermanas Giraldo mientras lo<br />

mirábamos pasar sentadas en el balcón. Sonia, Estela, Yolanda, Doris y yo<br />

volvíamos en las tardes del colegio Ángeles Custodios y nos reuníamos a<br />

pasar la tarde hablando cosas de chicas y mirando oscurecer el cielo.<br />

Estela: Mírenlo, mírenlo<br />

Doris: ¿a quién miramos?<br />

Estela: Al chico del perro, ahí está<br />

Las chicas: jajaja jijiji (reían en coro).<br />

Cada que regresaba del colegio él estaba ahí, Parado en la puerta de su<br />

casa. Yo pasaba con mi uniforme siempre bien puestecito y con mis libros<br />

en mano. Me gustaba, lo admito, aunque me parecía orgulloso y tenía<br />

apariencia de patán. Yo pasaba contoneando mis caderas con delicadeza<br />

y cruzábamos miradas antes de perderme tras el metal de la puerta de la<br />

casa de “Las Pesqueras” como las llamaban en el barrio por su negocio.<br />

Las Giraldo eran una familia de muchachitas de padres que comerciaban<br />

con cargamentos de pescado fresco que traían desde Puerto Berrío. Yo<br />

me la pasaba la mayoría de mi tiempo estudiando en el colegio de monjas<br />

del barrio y refugiada en casa de las muchachas para luego regresar a mi<br />

hogar.<br />

Mi casa estaba compuesta por un grupo abundante de mujeres y un<br />

par de hombres que eran los machos de la manada. Yo la mayor de las<br />

hermanas, siempre con la cabeza bien puesta envuelta entre pañoletas<br />

satinadas de todos los colores. León, el segundo hombre de la casa, era un<br />

muchacho travieso y con un humor de fiera que no terminó sus estudios<br />

y se dedicó a trabajar con mi padre. “Ese muchacho tiene futuro en el<br />

fútbol y el Deportivo Medellín quiere tenerlo en la cantera”, le decían a<br />

14


mis padres, pero mamá se negaba porque decía que ella no permitiría<br />

que un muchacho suyo le partieran la pierna chutando balones. Beatriz<br />

era una morena bajita con manchas en los pómulos como piel de tortuga.<br />

Alebrestada y siempre coqueta. Girlesa era una morena quisquillosa<br />

apegada al hogar, siempre pendiente de quién hablar. Aceneth era la única<br />

de tez clara de cabello oscuro teñido de rubio, dotada de una ingenuidad<br />

absurda. Patricia era la niña de la casa. Una morena alta con piernas<br />

fornidas como las de un percherón y cabello rizado que le salía detrás de<br />

la cabeza como una aureola crespa de resplandor. Cristóbal era mi padre.<br />

Alto, de semblante tosco y de temperamento fuerte. Un campesino<br />

que salió de su pueblo, Sopetrán, buscando oportunidades para criar a<br />

mis hermanos, a mi madre y a mí. Trabajó para varias empresas como<br />

conductor de camiones llevando mercancía a pueblos costeros hasta que<br />

con sus ahorros compró un camión Pegasus y se independizó. Bárbara,<br />

mi madre, era una mujer alegre con alma de niña y sonrisa envidiable<br />

que permanecía en casa esperando a su esposo que regresara de viaje y<br />

cuidando a sus hijos. Vivían pendientes por tenernos a salvo cuidándonos<br />

de los peligros y de las malas compañías. Recuerdo las tundas que se<br />

ganaba León de cuenta de mi madre por encendernos a coscorrones a las<br />

muchachas y a mí en sus locuras de furia descontroladas. “León, dónde<br />

estás muchacho, salí o te sacó a golpes”, gritaba mamá mientras buscaba<br />

a mi hermano en cada rincón de la casa. “¡Ahí está mamá, ahí está!”,<br />

gritaba Beatriz señalando con el dedo una sombra que vibraba de miedo<br />

escondido bajo el lavadero.<br />

El tiempo pasó y lo seguía viendo. Lo veía en la esquina, lo veía en la<br />

tienda, lo veía en mi mente. Nadie nos había presentado formalmente.<br />

Él se la pasaba atragantado bebiendo licor y seduciendo muchachas en las<br />

fiestas caseras en casas de amigos que armaban pachangas. Se la pasaba<br />

con Fredy, Aicardo, Byron y Édison. A fredy lo molestaban los muchachos<br />

diciéndole “Sancho” por seguirle los disparates de fiesta a Gerson. Jhenny,<br />

la menor de las hijas de Sucelt, la hermana de Gerson, era la encargada<br />

de reclutar las mujeres. Las Triana; Nivia, Nelcy y Rosa. Farmen, Yamile<br />

y Estela Giraldo. Y el combo seguía con Javier Orjuela, Hugo Rodríguez,<br />

Mario Estrada, Tonny “El tráfico”, Armando Pelos y Mario “Cachucha”.<br />

Mario se ganó el apodo por su afro malformado imitando a un jugador<br />

del Deportivo Cali de apellido Umaña.<br />

Los muchachos: Oíste Mario, que tenés en la cabeza.<br />

Mario: Pues el pelo, sí o qué Armandito (ríe). Me estoy dejando el afro,<br />

así como Umaña.<br />

Los muchachos: ¿El afro?, eso lo que parece es una cachucha (Reían).<br />

15


Diciembre 24, 1976.<br />

Escena: Casa de las hermanas Giraldo.<br />

Era una noche fresca de un verano navideño. El viento golpeaba las<br />

cortinas que colgaban del marco de las ventanas. Yo me encontraba en<br />

mi casa viendo pasar las horas. Sonó la puerta y un alarido llamaba por<br />

mí. “¡Matyyyyyyy!, te necesita Javier”. Me arreglé un poco los cabellos,<br />

compuse el atuendo y salí enseguida.<br />

Maty: Hola Javier, (Beso sonoro en la mejilla), ¿cómo has estado?<br />

Javier: Bien Maty, vengo a sacarte de casa.<br />

Maty: Cómo que a sacarme de casa, acaso, ¿a dónde me piensas llevar?<br />

Javier: A la casa de las pesqueras. Necesito que vengas conmigo y prepares<br />

un coctel de los que sabes hacer.<br />

Maty: Pero ¿Tienes la soda de naranja, la leche condensada, y el<br />

aguardiente?<br />

Javier: (Ríe sin parar). Aguardiente, parece que no nos conocieras mujer.<br />

Maty: Está bien, ¿a qué horas me paso por allá?<br />

Javier: ¿Te parece a las 8:00?<br />

Maty: Por mí está bien.<br />

Javier: Ponte hermosa y te quedas en la fiesta un rato.<br />

Maty: lo pensaré.<br />

Me alisté y salí para la fiesta. 8:00 en punto, siempre puntual. Con mi<br />

cabello recogido y un pantalón amarillo con una camisa de florecitas<br />

estampadas que contrastaba con mi piel morena. “toc-toc”, llamé a la<br />

puerta y la música se escapaba por las rendijas de las chapas y los marcos<br />

de las ventanas.<br />

Alguien: Hola Maty síguete.<br />

Maty: Gracias, permiso.<br />

Estaban reunidos bailando y descorchando botellas de aguardiente<br />

embriagando el conocimiento. Los hombres usaban camisetas a rayas<br />

16


ceñidas al cuerpo, camisas de botones con mangas cortas y exhibiendo<br />

pechos velludos y cabelleras abundantes cubiertas de brillantina y<br />

peinados hacia un lado de la cabeza. Las chicas llevaban vestidos de flores<br />

estampadas, faldas con pliegues gruesos y pretina alta acompañados<br />

de sandalias de amarres romanos que trepaban los tobillos. Preparé el<br />

coctel que le había prometido a Javier y disfrutaba del ambiente. El “toctoc-toc”<br />

de la puerta volvió a retumbar. “Hola Gerson, sigue, sigue”, se<br />

escuchó en un eco que escaló desde el fondo de las escaleras y se mezcló<br />

con la música.<br />

Javier: ¿Qué es todo lo que miras Maty?<br />

Maty: ¿Yoo?, ¡nadaaa!, ¡nada! (nervios).<br />

Javier: Ven te lo presento.<br />

Maty: ¿A quién?<br />

Javier: Al chico del perro, el que canta.<br />

“¿Canta?”, pensé enseguida mientras Javier se acercaba a Gerson y le<br />

señalaba mi puesto. Él se acercó despacio, caminando seguro. Tal vez era<br />

mi nerviosismo el que lo hacía ver casi flotando rodeado de un orgullo<br />

molesto.<br />

Gerson: Hola, mucho gusto, Gerson Rodríguez. ¿Bailamos?<br />

¡¡¡Y bailamosssss!! ¡Bailamos!. Juntos. Apretando los cuerpos, esquivando<br />

las miradas, nivelando la temperatura. Bailamos y sentía que los segundos<br />

se paraban para mirarlo, para oler su aroma, para estar con él. Bailamos<br />

hasta que abrió los labios y me dijo:<br />

Gerson: Quiero hacerte una invitación muy especial (con voz de galán<br />

ochentero, una imitación humilde de Nino Bravo).<br />

Maty: Y ¿Qué sería?<br />

Gerson: Quiero que vayas conmigo mañana a Envigado, a Sitio Viejo, ahí<br />

es donde canto.<br />

Maty: ¿Cantas?, ¿cómo es eso de que cantas?<br />

Gerson: Sí. Tengo un grupo con unos amigos, se llama Rebelión. Me<br />

gustaría que fueras a verme cantar.<br />

Maty: No, no lo creo. Mi papá está de viaje y no creo que me dejen.<br />

17


Gerson: Mi sobrina, Jhenny, ella puede llamar y convencer a tu mamá de<br />

que vayas con ella y así no hay problema, ¿qué me dices?<br />

Maty: No lo creo, yo sé que no me dejan.<br />

Gerson: Nada perdemos con intentarlo. Yo tengo que salir ya para<br />

Envigado a cantar. En la mañana me encargo de que Jhenny llame a tu<br />

casa, un placer conocerte.<br />

Ese día lo conocí. Bailamos, hablamos y me propuso salir. Al día siguiente<br />

yo esperaba en casa y miraba el teléfono a la espera de una promesa.<br />

El teléfono sonó, (rinnnggg-ringggg). Mamá contestó y yo pendiente<br />

escuchaba, “¿Envigado?, ¿a ver cantar a quién?...No no, pero es que el<br />

papá no está y así no la puedo dejar salir...Bueno, hasta luego”. Hasta ahí<br />

llegó la idea de verlo cantar y que me dedicara sus canciones. Guardé<br />

la esperanza, lo admito. Ahora lo veía más seguido. En mi ropa, en mis<br />

manos, en mi mente.<br />

El 26 de diciembre en la mañana recibí la visita de una conocida de la<br />

familia. Lía Mosquera que se veía agitada como queriendo escupir con<br />

urgencia un aviso de muerte providente desde un lugar lejano.<br />

Lía: Maty señorita, ¿cómo andas?<br />

Maty: Yo muy bien Lía, a ti es la que te noto como agitada.<br />

Lía: ¿Tú qué tienes con ese muchacho Gerson?<br />

Maty: Nada, apenas lo conocí hace dos días y me parece simpático, no<br />

es más.<br />

Lía: Mucho cuidado Maty, ese hombre tiene novia si no estoy mal.<br />

Está saliendo con esa muchacha Yamile y es mejor que conserves las<br />

distancias.<br />

(¿Novia?, ¿pero cómo es posible?, ¡no puede ser!, si bailamos y me invitó<br />

a salir Y Y Y, ¡aaaaa!, malditos los hombres, qué se cree este tonto ¿venir<br />

a enamorarme? ¡Ni loca! No te dejes Maty, no te dejes, ¿eso es lo que<br />

quiere? Pues se le va a voltear la torta. Voy a enamorarlo y apenas lo<br />

enamore lo dejo, sí lo dejo (risa esquizofrénica), lo dejo ¿Va a jugar<br />

conmigo?, la que va a jugar con él ¡SOY YO!).<br />

Maty: ¿Novios?, pero para qué vienes a decirme eso Lía, ya te dije que él<br />

y yo no somos nada.<br />

Lía: Tenlo presente muchacha, tenlo presente.<br />

18


Todavía salgo del colegio y paso por su casa mirándolo a lo lejos,<br />

recostado sobre la pared. A veces aparece de repente cuando camino<br />

cerca al aeropuerto que hay detrás de mi barrio y me tensiono toda. A<br />

veces recuerdo cuando las chicas decían entusiasmadas en casa de las<br />

Giraldo “ahí está el chico del perro”, y sé que él también miraba, mientras<br />

yo con mi cara embelesada lo miraba desde el balcón.<br />

19


Mayo 19 de 2011<br />

Lugar: Centro de Medellín, Archivo Histórico.<br />

La chica: Cómo así jerbert que usted tiene hermano.<br />

(Así es, tengo hermano. ¡Ah!, hermana también. Es una morena simpática<br />

de pestañas crespas y cabello largo, negro y liso. Con ella vivo desde que<br />

despegué los parpados y tengo una relación normal entre hermanos.<br />

Peleas y besos, peleas y gritos, peleas de hermanos. A mi hermano ni lo<br />

recuerdo, por suerte sé que existe).<br />

Hebert: Sí, así es (asintiendo con la cabeza)<br />

Son las 5:00 de la tarde y han pasado dos horas desde que dejé la razón<br />

en casa de mi hermano y no tengo respuesta. La tarde empieza a cambiar<br />

su color azuloso por un gris opaco. En mi bolsillo el celular comienza a<br />

vibrar acelerado gritándome que conteste.<br />

Hebert: ¿Aló?<br />

Desconocida: ¿Con quién hablo?<br />

Hebert: Con Hebert.<br />

Desconocida: Hola Hebert, hablas con Silvia Gómez, la mamá de Jhonny<br />

David. (Música de suspenso ¡chachachannnn!).<br />

Hebert: ¡Aaa! Hola, ¿cómo está?<br />

Silvia: Bien, ¿cómo va todo?, ¿Gerson está bien?<br />

Hebert: Bien, gracias. Mi papá está bien, un poco enfermo estos días,<br />

nada grave.<br />

Silvia: Pero ¿gripa o algo así normal?<br />

Hebert: Sí, nada grave.<br />

Silvia: Bueno, me alegra. Mi papá me dijo que me necesitabas y me asusté,<br />

¿para qué me necesita ese muchacho?, dije y te marqué, pero veo que es<br />

para Jhonny David, ¿o me equivoco?<br />

Hebert: (risa protocolaria), sí, necesito a Jhonny David, quiero reunirme<br />

con él y hablar un rato.<br />

Silvia: Qué bueno eso. Jhonny está trabajando pero vuelve a las seis, yo<br />

20


le doy tu razón.<br />

Hebert: Te lo agradezco.<br />

Silvia: No, con gusto. Me gustó hablar contigo ¡qué estés bien!<br />

Hebert: Para mí también fue un gusto, chao.<br />

***<br />

21


Ojitos de terciopelo,<br />

boquita de filigrana<br />

Tiempo: Noviembre 11, 1976<br />

Lugar: Barrio Santafé.<br />

Esa noche tenía tanto licor en el cuerpo que Jhenny, mi sobrina, me<br />

agarraba como podía de la camisa como un títere viejo. Cruzamos la<br />

puerta de mi casa y nos perdimos en la sombra del pasillo buscando<br />

nuestros cuartos. Había tomado varias copas y la cabeza me daba vueltas<br />

como un trompo cuando mamá entró por la puerta diciendo, “mire, usted<br />

es que no se ha enterado de que su papá se murió”, y sentí un vértigo que<br />

me removió la bilis y caí profundo.<br />

Mi padre había muerto y yo me encontraba tirado en la cama con una<br />

resaca que me retumbaba en el coco como el eco de una explosión. Mi tío<br />

Manolo -hermano de Trino, mi padre-, me dijo que papá había regresado<br />

de beber en la calle y entró a su casa en el barrio El Salvador donde vivía<br />

con su esposa y sus hijos. “Fabiola, siento algo en el pecho”, le dijo a su<br />

esposa y cerró los ojos. Ni mamá ni yo fuimos al entierro. El viejo murió<br />

ebrio de un infarto fulminante al miocardio. Yo me encontraba bebiendo<br />

el día de su muerte y llegué tarde a casa para su velación. El día de su<br />

entierro la pasé en el estadio pasando guayabo viendo jugar al Nacional<br />

que se enfrentaba contra el Junior de Barranquilla.<br />

Diario de Gerson noviembre 30, 1976: Hace 19 días que papá dejó de<br />

respirar aire de este cochino mundo. Murió ahogado con tufo a aguardiente y<br />

con las palabras entre los dientes. “Murió el mejor mecanógrafo y protocolista<br />

de Medellín”, decía mi madre. Murió ebrio pero no solo, no no no. Tenía un hogar<br />

estable con su esposa y sus hijos. Agradezco que mamá viva aún. Y así como yo,<br />

sé que hay varios Rodríguez que sí se lamentan de la muerte de Trino, pero esa es<br />

la vida, nacemos, crecemos conocemos el alcohol y fallecemos.<br />

Tiempo: Diciembre 24, 1976<br />

22


Espacio: Fiesta, casa de ‘Las Pesqueras’<br />

Cuando entré a la casa de las Giraldo el ambiente ya estaba listo. Cocteles<br />

de soda de naranja con aguardiente para las señoritas y guaro cristalino<br />

a rebosar las copas para nosotros los hombres. “Vení te presento una<br />

pelada”, me dijo Javier Orjuela señalándola con el dedo. Era una morena<br />

simpática de cabello recogido y cuerpo delgado envuelto en un pantalón<br />

amarillo con camisa de florecillas moradas que le tapaba todo. Caminé<br />

hasta ella y la saqué a bailar. Yo la miraba mientras girábamos y ella<br />

escondía la mirada y alejaba su rostro con disimulo. “Quiero hacerte una<br />

invitación muy especial”, y la invité a verme cantar. Esa noche había ido<br />

de vueltón para saludar a la gallada y la conocí. En esa casa también vi a<br />

Estelita, Estelita Giraldo. Con su cabello esponjado y esos labios siempre<br />

rojos que me besaban bien. “Mi sobrina Jhenny llamará a tu casa y pedirá<br />

el permiso, yo me encargo de eso”, y me fui a cantar. Rebelión y yo<br />

cantábamos en las noches en bares bohemios de Envigado rasgando las<br />

cuerdas de las guitarras y cantando boleros de la época.<br />

Gerson: Qué te dijo Maty, ¿va o no va?<br />

Jhenny: Hablé con la mamá y me dijo que no. Que el papá está de viaje,<br />

que eso es muy lejos y que gracias pero que mejor no.<br />

Gerson: Qué se va a hacer, será invitar a Yamile, (risa socarrona).<br />

A Maty no la dejaron irse conmigo y no tenía mujer a quién dedicarle mis<br />

cantos y lanzarle miradas desde la tarima para luego acurrucarme en sus<br />

brazos. Yamile era una morena coqueta, de ancas anchas y cuerpo macizo<br />

y un cabello crespo cubierto de tinte rubio que le iluminaba la cara.<br />

Ella pertenecía a la gallada de muchachos que manteníamos bebiendo<br />

y armando pachangas en casas del barrio. Al igual que Farmen y Estela<br />

Giraldo que con traguitos encima nos buscábamos el lado.<br />

***<br />

Diario de Gerson enero 15, 1977: No sé por qué desperté con recuerdos de<br />

mi niñez. En especial ese día que pasé atado a esa pequeña mecedora hasta que,<br />

cansado de luchar para soltarme, quedé profundo con la cabeza abatida y con<br />

los mocos secos en la cara de berrear. Qué malicia podía tener un niño a sus tres<br />

años frotándole el pubis a una chiquilla -seis meses menor- con papel higiénico.<br />

“Qué están haciendo”, gritó mi hermana despavorida, aterrorizada, como si le<br />

estuviera haciendo daño a la pequeña Yvone y nos molió a correazos y nos ató a<br />

la silla hasta que mamá volvió y me encontró humillado. ¡Vida puta!<br />

***<br />

23


Diario de Gerson febrero 10, 1977: Las clases de economía me han tenido<br />

agotado, sumándole las cantadas en las noches, las fiestas con los muchachos,<br />

los trabajos administrativos que Sucelt me encarga en Longraña y la repentina<br />

muerte de papá. Aunque trate de hacerme el fuerte me duele y lo recuerdo.<br />

“Usted me llena de orgullo mijo, me siento orgulloso de usted”, me decía el<br />

viejo ametrallándome a besos la coronilla cuando hablábamos de política. “Es<br />

un orgullo que mi hijo comparta las banderas de mi Partido Liberal”, decía con<br />

la lengua adormecida por los tragos y con su periódico bajo el brazo. Leía El<br />

Espectador mientras tomaba café en las mañanas antes de salir al trabajo. Pero<br />

ya qué, se fue de este cochino mundo, se fue.<br />

***<br />

Diario de Gerson febrero 15, 1977: Estoy tomando un hábito extraño. Cuando<br />

bajo del autobús de regreso de la universidad a las 8:00 de la noche, ella está<br />

ahí parada en su puerta como esperando a verme. “Hola Maty”, le grito desde el<br />

otro lado de la calle y ella levanta su brazo y me pide que cruce. Le cuento como<br />

estuvo mi día y alardeo con mis responsabilidades. Ella me cuenta sus historias<br />

colegiales hasta que nos cogen las nueve y regreso a casa.<br />

***<br />

Diario de Gerson febrero 20, 1977: No pienso tocar nunca más esa casa<br />

para no verle más la cara a ese viejo güevón que no tiene modales. “Cristóbal es<br />

un atarbán, camionero tenía que ser, yo a su casa no vuelvo”, le dije a Matilde<br />

cuando salió su papá y nos sorprendió hablando en la calle. “Ustedes qué hacen<br />

ahí, me hacen el favor, si usted quiere hablar con mis hijas lo hacen adentro.<br />

Yo no quiero que a mis hijas las exhiban afuera como a unas putas, no señor”,<br />

decía ese viejo hasta que me hizo entrar y me preguntó la vida. “De dónde es<br />

usted Y qué estudia Y dónde Y qué es de mi hija Mucho cuidado”. Yo le insistía que<br />

no teníamos nada, que sólo estábamos dialogando y se enchispaba todo como<br />

botando babaza. Al pobre de Gustavo “La peluda”, también lo tenían sentado<br />

en la sala tragándose la cantaleta, “y eso también va para usted muchacho,<br />

si se quiere ver con Beatriz, pues se sientan aquí adentro”. Matilde se disgustó<br />

conmigo y hace cuatro días que no la veo.<br />

***<br />

Diario de Gerson febrero 30, 1977: Habían pasado casi dos semanas<br />

y seguíamos molestos desde ese día que insulté a su padre. Mi ruta la había<br />

cambiado para no tener que verla, para no pedir perdón. Es que en verdad es un<br />

viejo güevón, como si por hablar en la calle no tuviera perdón. Pero hoy no estuve<br />

de suerte y pasé por ahí. Maty estaba parada en la puerta con su mamá y sus<br />

hermanas y debía saludar. “Cómo está doña Bárbara”, saludé y le pedí a Maty<br />

que habláramos. “Disculpa la patanería mujer, me dejé llevar por la rabia”, le dije<br />

y todo volvió a la normalidad. Aunque sigo pensando que es un viejo güevón y<br />

alarmista.<br />

***<br />

24


Tiempo: Marzo 04, 1977<br />

Abrí los ojos y recibí un revolcón en el cabello con la mano de mi madre<br />

como cuando era chico, “Feliz cumpleaños mijo”, dijo la vieja zampándome<br />

un beso en la frente.<br />

María: Ahí vino esa muchacha Beatriz, la hermana de Maty, la de los<br />

García, que ahí le dejan, que feliz cumpleaños.<br />

Gerson: ¿Beatriz?, ¿y ella por qué me trae regalos de cumpleaños?<br />

María: Yo no sé mijo, pero ahí le dejaron.<br />

Sobre la mesa de la sala había una cajita roja con decorados dorados que<br />

guardaban una pipa de chocolate y una tarjeta de la Repostería Astor que<br />

en su revés decía:<br />

“Feliz cumpleaños ojitos de terciopelo<br />

Boquita de filigrana”<br />

Maty.<br />

Gerson: (Completando la frase en la mente y riéndose), “Mira que te<br />

estoy queriendo, poquito pero con ganas”.<br />

El día transcurría y las llamadas y los saludos atacaban el teléfono de la<br />

casa. “Sí gracias, ¿Qué cuántos?, 23, sí, sí, gracias por la llamada, chao”. Mi<br />

madre se encargaba de recepcionar las llamadas y me cedía el protocolo<br />

de conducirlas a mí.<br />

María: ¡Mijooo! Lo necesitan al teléfono.<br />

Gerson: ¿Aló?<br />

Maty: Hola Gerson, feliz cumpleaños.<br />

Gerson: ¿Con quién?<br />

Maty: Con Maty, la hija de…<br />

Gerson: ¡AH!, sí sí, claro (Risita).<br />

Maty: Feliz cumpleaños<br />

Gerson: Gracias mujer ¡Ah! Y gracias por la pipa, no tenías que<br />

25


molestarte.<br />

Maty: Para nada, es con mucho gusto.<br />

Gerson: ¿Qué tanto hablaste con mi mamá por teléfono?<br />

Maty: Nada, saludándola. Bueno te dejo, termina de pasar un bonito<br />

día.<br />

Gerson: Gracias mujer, chao.<br />

***<br />

Diario de Gerson mayo 10, 1977: He retomado el hábito de hablar en las noches<br />

con Maty. Su padre casi siempre anda de viaje y su madre es amable conmigo.<br />

Pasamos horas sentados en el sillón de la sala contándonos historias mientras<br />

pasa el tiempo para ir a casa y estar con mamá. No me gusta permanecer en casa<br />

mucho tiempo solo y por eso paso horas enteras refugiado allá. Por suerte el viejo<br />

anda de viaje y casi nunca está.<br />

***<br />

Diario Gerson Mayo 20, 1977: Maty, esa morena que me presentó Javier Orjuela<br />

es algo simpática. Me gusta, pero sólo como mujer, no quiero compromisos y<br />

no me imagino comenzar un noviazgo con ella. Me la encuentro cuando salgo<br />

de paseo con Hitler frente a la casa de las Giraldo o cuando camino rumbo al<br />

aeropuerto y paso por su colegio y ella se acerca a la malla junto a la calle y me<br />

lanza besos soplándolos sobre su mano o me manda mensajes con Jhenny que<br />

se han vuelto muy cercanas. Pero por otro lado están el resto de señoritas que<br />

me buscan y con las que salgo y me entretengo, ahora no es el momento de<br />

amarrarme.<br />

***<br />

26


Papá nos espera<br />

Ese 04 de marzo llamé a su casa decidida a enamorarlo. Y qué mejor<br />

estrategia que comenzar por su mamá. “Doña María cómo ha estado llamo<br />

para felicitarla por ser la madre de un hijo como Gerson, sin usted no sé<br />

qué sería de mí, no podría conocerlo”, le dije y luego mandé a mi hermana,<br />

la pequeña Beatriz con unos chocolates que había comprado en El Astor<br />

cuando salí del colegio de visita al aeropuerto.<br />

No se me han borrado las palabras de la señora Lía cuando me advertía<br />

de lo casquisuelto que era ese muchacho. “Voy a enamorarlo y luego<br />

lo dejo”, me dije y empecé a coquetearle cuando pasaba por el colegio<br />

paseando su perro. “Ahí van dos perros. Uno llevando al otro”, decía y me<br />

reía con mis amigas. Las hermanas Magda y Rosalba Restrepo. Rosalba<br />

vivía enamorada de nuestro profesor de Lengua Castellana cuando nos<br />

daba clases en quinto de bachillerato en 1976. Harvey tenía unos ojos<br />

claros como el mar de San Andrés, cabello rubio ondulado y medía 1,75<br />

de estatura. Estela y Yolanda Giraldo también hacían parte del grupo de<br />

chicas que nos reuníamos en los recreos.<br />

Yolanda: Ya casi es la fiesta de quinces de Doris.<br />

Estela: Sí, y va a ser en nuestra casa, tenemos que estar preciosas ese<br />

día.<br />

Maty: Preciosas como siempre<br />

Todas: (risitas)<br />

Tiempo: Julio 15, 1977<br />

Espacio: Casa de las Giraldo, quinces de Doris<br />

Maty:<br />

(Las palabras de Lía han estado metidas en mi cabeza desde aquella<br />

invitación a Envigado. “Quiero hacerte una invitación muy especial”, me<br />

dijo y se llevó a Yamile cuando vio que las cosas conmigo no le funcionaron.<br />

27


Pero bueno, hombres son hombres y no hay nada por hacer).<br />

Sobre mi cama está ese atuendo que mandé confeccionar para asistir a<br />

la fiesta. Una falda hasta media pierna del color de una guayaba madura,<br />

una camisa beige con encajes de flores sobre el escote y unos tacones de<br />

suela playera alta con amarres romanos que envuelven las piernas. Mi<br />

mamá y mis hermanas también están listas, perfumadas y peinadas para<br />

ir. “La invitación dice a las 8:00pm, muévanse o nos perdemos el vals”,<br />

decía mi madre mientras llevaba a mis hermanas de los brazos y yo la<br />

seguía presumiendo mi ropa nueva. Llegamos, saludamos a los conocidos,<br />

nos ubicamos en una mesa y disfrutábamos de la fiesta. “bailamos”, me<br />

dijo un chico estirándome el brazo, “vaya mija baile con el muchacho”,<br />

decía mamá incitándome a la pista de baile. Bailaba con el uno y con el<br />

otro. Baladas, porros, Boleros.<br />

Gerson:<br />

Ella bailaba, dejándose llevar por la música. Yo la observaba mirándola<br />

desde un rincón en una mesa lejana. Eran las 10:00 de la noche y ese<br />

cabello recogido contrastaba con el color de su falda, con el color de sus<br />

ojos, con el ambiente del lugar. En la fiesta estaba Estela Giraldo, una de<br />

“Las Pesqueras”. Ella era una mujer de facciones delicadas que encantaba<br />

a los hombres. Estela y yo salíamos una que otra vez con la gallada del<br />

barrio y bailábamos, bebíamos y nos besábamos. Maty seguía bailando<br />

con los muchachos de la fiesta sin darse cuenta de que yo la observaba.<br />

Fue como decidí pararme y me acerqué hasta la pista y le dije, “Bailemos”.<br />

Maty:<br />

Y bailamos y cambiamos de pareja cuando él me tomó por los brazos<br />

y la cintura quitando al otro muchacho. Ahí estaba él enfrente mío,<br />

aparecido de la nada y bailando conmigo, con ese cabello enmarañado,<br />

dominándome con su baile y con su aroma. Bailamos gran parte de la<br />

noche sin despegarnos, sin separar las miradas sin alejar los rostros.<br />

(Cuándo se me pasaría por la cabeza que mi amiga, Estela Giraldo, se<br />

desvivía por el hombre con el que ahora yo estaba bailando, sujetándolo<br />

por la espalda. Debí imaginarlo, “ahí viene el chico del perro”, nos decía<br />

cuando pasaba y ni así sospeché nada).<br />

Gerson:<br />

Estela miraba con una flama en los ojos que se encendía más con el<br />

pasar de las canciones. Maty y yo decidimos salir al balcón de la casa<br />

para conversar un poco y tomar aire fresco de la noche. Estela nos siguió<br />

pendiente como un perro guardián que vigila una hacienda. “Subamos<br />

28


a la terraza”, le dije y trepamos las escaleras hasta que llegamos y nos<br />

dedicamos a contemplar un cielo que se tornaba negro. De la oscuridad<br />

salió una sombra que rugía como bestia. “tranquilo Nerón, tranquilo”,<br />

dijo ella con la calma de un domador de fieras.<br />

Maty: Me gustan los perros<br />

Gerson: A mí no, me molestan (silencio).<br />

Maty y Gerson: ¡Ja ja ja! (Risas coquetas).<br />

Maty: No eres gracioso, te lo aseguro.<br />

Gerson: Tú eres una muchachita hermosa y...<br />

Se acercó un poco y yo respiraba agitada como un cordero que ve venir su<br />

verdugo. La punta de nuestras narices estaban heladas como mis manos y<br />

el corazón latía tan fuerte que se confundía con el retumbar del estéreo.<br />

Los labios se tocaban y sentía su respiración cálida que resoplaba sobre<br />

mis labios.<br />

(“Mucho cuidado Maty, mucho cuidado”, decía la señora Lía y esas<br />

palabras no se me salían de la cabeza. “Es cierto que tú y Yamile “, “Tú y<br />

Yamile, nada”, dijo Gerson besándome la boca. Lía, señora Lía, sabias son<br />

tus palabras, débiles son mis labios).<br />

Bajamos de la terraza con una sonrisa dibujada. Mi madre me señaló<br />

con el dedo la muñeca de su mano derecha donde portaba el reloj que<br />

marcaba las doce, “Ya debo irme, papá nos espera”, le dije a mi chico y<br />

le besé la mejilla. Me despedí de los muchachos y me acerqué a la mesa<br />

donde se encontraban Estela, Yolanda y Doris. “¿Es que Gerson y tú son<br />

Novios?”, me preguntó Estela con una intriga que le partía el alma. “No<br />

preguntes locuras”, le dije a ella mientras me alejaba diciendo “Tengo que<br />

irme ahora, Estela, papá nos espera”.<br />

29


Mayo 19 de 2011<br />

Son las 6:00 de la tarde en un bar salsero de El Centro de Medellín.<br />

“Tenemos que irnos Jerbert, ya se nos hizo tarde”, dice la chica mientras<br />

yo termino de atragantarme con una cerveza que con el tiempo se puso<br />

tibia.<br />

(Vibra el teléfono en el pantalón).<br />

Hebert: ¿Aló?<br />

Hermano: ¿Aló?, ¿con quién hablo? (voz de niño tímido).<br />

Hebert: Hola Jhonny cómo vas, ¿ya saliste de trabajar?<br />

Hermano: Sí, acabo de llegar a la casa. ¿Cómo está mi papá?, ¿bien?<br />

Hebert: Sí, él está bien pero vos<br />

Hermano: ¿pero está bien?<br />

Hebert: Sí, está bien.<br />

Hermano: Bueno, me alegra.<br />

Hebert: Te andaba buscando porque quiero que…<br />

Hermano: ¿Y mi hermana qué?, ¿Cómo está?, ¿está en el país?<br />

Hebert: Sí, llegó el año pasado como en mayo, algo así.<br />

Hermano: Aaa ya, ¿entonces?<br />

Hebert: Quiero que nos veamos y charlemos un rato, ¿te parece?,<br />

mañana… ¿qué piensas hacer?<br />

Hermano: Yo los viernes no hago nada, podemos vernos después del<br />

trabajo si quiere.<br />

Hebert: Mañana te llamo después de las 5:00pm y cuadramos.<br />

Hermano: Bueno, chao, saludos a mi papá ¿bueno?<br />

Hebert: ¡Claro!, me alegró hablar con vos<br />

(Tu,tu,tu,tu…)<br />

Han pasado más de diez años desde que nos reunimos con mi padre en<br />

30


la mesa de una tienda en el Parque de Envigado mis dos hermanos y yo.<br />

Jhonny tenía unos 18 años según historias de mi padre y no hablamos<br />

mucho. Mi padre le entregó un dinero y conversó un poco. “Despídanse<br />

niños”, nos dijo mientras nos alejábamos volviendo a casa.<br />

31


Angelitos Custodios<br />

(Estela desistió de la idea de perseguir a su Chico del Perro, perdón, a mi<br />

chico del perro cuando se dio cuenta de que él visitaba mi casa en las<br />

noches y que los besos seguían presentes y que pasaba por el colegio<br />

para saludarme en los recreos. Con el tiempo se enamoró de un abogado<br />

prestigioso que conoció durante el proceso del Reinado de Señorita<br />

Medellín, llamado Tarsicio Roldán).<br />

Tiempo: Agosto 10, 1977<br />

Lugar: Colegio Ángeles Custodios, Reinado Señorita Medellín.<br />

Rosalba, Yolanda y Estela estaban desfilando sus vestidos de gala para<br />

la coronación de la representante del colegio en el reinado a Señorita<br />

Medellín que se celebraría en el Hotel Nutibara en el mes de octubre.<br />

Yolanda lucía un vestido con un hombro descubierto de capas en chifón<br />

blanco y plumas de avestruz que decoraban el ruedo. Estela llevaba<br />

un vestido beige ceñido al cuerpo estilo sirena con pedrería que le<br />

pronunciaba el escote. Rosalba usaba un vestido cuello bandeja amarillo<br />

con mangas ceñidas hasta la muñeca.<br />

“Llegaron las invitaciones a participar en el reinado a Señorita Medellín”,<br />

dijo la madre Evelyn contándonos entusiasmada. El Departamento de<br />

Cultura y Turismo de Antioquia hizo llegar la invitación para que las<br />

interesadas participaran y representaran al Colegio Ángeles Custodios<br />

en el concurso de belleza. “Las interesadas deben tener en cuenta que:<br />

<strong>Sólo</strong> pueden participar niñas entre los 16 y 20 años que tengan capacidad<br />

económica para cubrirse los gastos, que sean bonitas y que tengan,<br />

óiganlo bien, un promedio académico ¡ex -ce-len-te!”, pregonaba la monja<br />

a los cuatro vientos.<br />

Estela: ¡Tenemos que participar! (Gritos de chiquilla emocionada).<br />

Yolanda: ¡Sí!, ¡hay que decirle a mamá para que nos prepare todo!<br />

Rosalba: Sí, hay que avisar en nuestras casas, Maty ¿tú qué opinas?, ¿por<br />

qué no dices nada? ¿Ah?<br />

32


Maty: No niñas, yo paso.<br />

Estela, Yolanda y Rosalba: ¿PASASSSSS? (Alarmadas-gritos en coro).<br />

Maty: Sí, paso.<br />

Rosalba: ¿Pero por qué?, ¡no entiendo! Eres linda, inteligente y tienes<br />

más de los 16, tienes todo para participar.<br />

Yolanda: Sí Maty, participa.<br />

Maty: No niñas, a papá no le gusta. Él dice que sus muchachas no tienen<br />

por qué estar mostrando las nalgas por ahí, además No tenemos el dinero<br />

suficiente como para estar gastándolo en ese tipo de cosas, de verdad<br />

gracias, ¡pero no!<br />

Las chicas siguieron con su idea de participar en el reinado y alistaron<br />

los preparativos para la elección en la capilla del colegio que se usaba<br />

para todo tipo de espectáculos como centro de eventos. Estela participó<br />

como representante de quinto grado, mientras, Yolanda empoderó sexto<br />

y Rosalba representó al cuarto grado.<br />

Maestro de ceremonias: Y la ganadora a señorita Ángeles Custodios es<br />

(Redobles de tambores).<br />

Público: ¡Estelaaaaa!<br />

Público: ¡No!, ¡Yolanda!<br />

Público: ¡Estela! y ¡Yolandaa!<br />

(Continúan los redobles).<br />

Maestro de ceremonias: ¡Estelaaaaa Giiiiraldoooo!<br />

(Gritos de júbilo en el público).<br />

Estela ganó el concurso y representó al colegio en el reinado. Yolanda<br />

quedó como virreina y Rosalba como primera princesa. Desde ese<br />

momento Estela comenzó a asistir a reuniones sociales con figuras<br />

importantes de la ciudad y del país donde conoció a un prestigioso<br />

abogado que la cortejaba y le hacía invitaciones. Ella llevaba un noviazgo<br />

con un chico que se llamaba Hernán y que dejó abandonado por seguir<br />

los cantos de sirena que le echaba el abogado.<br />

(Los rumores decían que Tarsicio Roldán llevaba una vida de casado con<br />

una mujer con la que vivía en Bogotá. Él asediaba a Estela llenándola<br />

33


de regalitos y palabras bonitas que la ingenua se tragaba hasta que la<br />

atrapó con sus puños velludos y la exprimió como pudo).<br />

Yo acompañaba a Estela a todos los eventos que le programaban por<br />

motivos del reinado y vivía enterada de sus andanzas con el tinterillo<br />

ése. En el desfile de carrozas Estela llevaba un vestido trillado de tiritas<br />

azul aguamarina rodeada de flores frescas que adornaban el carruaje.<br />

Luego, tuvo la presentación en traje de baño donde estuvo a prueba con<br />

preguntas de los jurados que medían el nivel intelectual de las chicas<br />

y se mantenía entre las favoritas. “Estoy muy emocionada”, me decía<br />

sonriente. El día de la coronación llegó y las chicas y yo animábamos<br />

a gritos sentadas en el Salón de los Espejos en el Hotel Nutibara en El<br />

Centro de la ciudad.<br />

Maestro de ceremonias: Y la nueva Señorita Medellín essss (Redoble).<br />

Público: (Silencio)<br />

Maty: (Callada, con los labios y las manos apretadas).<br />

Público: (Silencio)<br />

Yolanda: (Callada, apretando las tripas).<br />

Maestro de ceremonias: (Silencio).<br />

Público: ¡Qué lo diga de una buena vez!<br />

Maestro de ceremonias: (presionado por el público), La señorita<br />

(Tensión de último momento).<br />

Maestro de ceremonias: ¡Bellooooooo!<br />

Señorita Bello: (Cara de asombro, ojos aguados, sonrisa enorme).<br />

(Estela siguió propiciando encuentros con ese abogado mujeriego que<br />

conoció durante el reinado. Yo le decía asustada que cómo era capaz<br />

de encerrarse en los camerinos dejándose tocar por ese viejo zorro pero<br />

ella decía que eran novios y que con los novios eso es lo que se hacía.<br />

Dejó a Hernán, su noviecito de juventud y se dedicó a entregarle su amor<br />

a Tarsicio. Dos años después, al terminar el bachillerato se fue a vivir<br />

como amante de él hasta quedar viuda tras el asesinato del abogado<br />

en compañía de su esposa en su apartamento en Bogotá. Nunca se<br />

esclarecieron los motivos de su muerte. Unos decías que fue por un caso<br />

que tomó de unas corralejas en Sincelejo donde murieron varias personas<br />

y que esto le trajo enemigos que le propiciaron la muerte. La policía decía<br />

34


que el homicidio fue provocado por un grupo de ladrones que intentaron<br />

robarle y decidieron matarlos. Otros dicen que Tarsicio, el abogado, tenía<br />

negocios oscuros que terminaron llevándolo al hoyo. Son rumores).<br />

Tiempo: Noviembre 1977<br />

Lugar: Colegio Ángeles Custodios.<br />

Harvey era un maestro apuesto que nos enseñaba lengua castellana en<br />

los dos últimos años de colegio. Rosalba babeaba el pupitre mirándole<br />

sus ojos claros y ese cabello rubio que le daba un aspecto angelical. “¿No<br />

es hermoso Maty?”, me decía y las dos reíamos con malicia. Harvey<br />

vivía asombrado con mis capacidades en clase y me sacaba al pizarrón a<br />

practicar ejercicios delante del resto de las chicas.<br />

El mono, como le decíamos entre nosotras hacía llamadas clandestinas<br />

después del colegio buscando algún pretexto para coquetearme.<br />

Harvey: Hoy estuviste brillante, me tienes asombrado.<br />

Maty: Harvey, dejá de echarme halagos que el ejercicio de hoy fue muy<br />

normal.<br />

Harvey: No Maty, no digas eso que en ti nada es normal.<br />

Llamaba una, dos, tres veces a la semana después de vernos una, dos,<br />

tres veces en el colegio. Gerson no sabía que “El mono” me cortejaba en<br />

su tiempo libre, en clase y hasta me llamaba. Yo le seguía el juego con una<br />

coquetería ingenua. Aparte, era un chico apuesto.<br />

(Bien apuesto, inteligente y con esos lindos ojos. Sus comentarios estaban<br />

soportados por un juego de palabras cultas que cautivaban los oídos<br />

como una serpiente que sale de un cesto, hipnotizada, por el soplo de la<br />

música que sale de una flauta dulce. Ese era Harvey, cómo no seguirle el<br />

juego, cómo no admirarlo).<br />

El problema no estaba en que yo pudiera llegar a quererlo, no. Gerson era<br />

mi chico y con eso me bastaba. El problema inició cuando esa mañana, un<br />

cuatro de mayo, me vio sentada en el sofá de mi casa mientras cocía unos<br />

cojines de croché con forma de fresa que pensaba darle a Harvey como<br />

regalo por el día del maestro.<br />

Gerson: Maty, ¿para quién son esos cojines?<br />

Maty: Es un regalo que pienso dar.<br />

35


Esa mañana salí caminando con mi regalo bajo el brazo rumbo al colegio.<br />

Harvey se encontraba en el salón de maestros revisando trabajos y<br />

tomando café. “Aquí te traigo un regalo”, y le di los cojines. “Prefiero<br />

entregarlos antes de que se pase una fecha especial, una vez pasa, ya para<br />

qué. Me gustan las cosas siempre puntuales”, le dije. Harvey se paró de<br />

su asiento como un león hambriento y me robó un beso. (¡Cataplashhh!),<br />

me lo estampó en la boca y me dejó muda. Salí del colegio sin abrir la<br />

boca y con los ojos y la cara pasmada y miraba hacia el suelo como si<br />

hubiera visto un ánima. Alcé la cabeza y miré hacia la calle. (¡Oh Dios!, lo<br />

que faltaba), Gerson pasaba por el colegio de camino a su casa y cuando<br />

me vio se dedicó a esperarme recostado contra la malla.<br />

Maty: ¿Qué haces aquí?<br />

Gerson: ¿Dónde dejaste lo cojines?<br />

Maty: Se los entregué a Harvey, mi profesor de...<br />

Gerson: ¿Ese güevón de tus clases de español?<br />

Maty: Sí, él y no es ningún güevón.<br />

Gerson: Ese mono hijo de puta, eso es lo que hacen en este colegio,<br />

enamorarse de los profesores. Voy a decir esto en el colegio, voy a hundir<br />

a ese mono güevón. (Tono celoso, posesivo y escupiendo bolitas de saliva<br />

cuando grita).<br />

En el colegio las chicas cuchicheaban cuando regresamos a la rutina de<br />

clases el lunes. “Maty, sal al tablero”, me dijo “El mono”. “Primer vez que<br />

no me asombras ¿qué te pasa a qué se debe esto? Las chicas pregonaban<br />

en corito, (Muy molesto a propósito), una canción de la época llamada El<br />

primer beso del cantante Dyango.<br />

Las chicas en coro desafinado:<br />

Beso…la culpa fue del primer beso,<br />

Beso, el primer beso que le ¡diiiiiii! (Con ritmo de balada).<br />

(Durante el recreo).<br />

Maty: ¿Qué fue esa canción que cantaron en clase?<br />

Magda: Beso, una canción de Dyango, ¿te gustó?<br />

Maty: Ja Ja ¡Ja!, muy graciosa. ¿Cómo fue que se enteraron?<br />

36


Las chicas en coro sincronizado: Las cosas que no se quedan ocultas<br />

(ríen).<br />

(El rumor llegó hasta las chicas del salón que no paraban de hacer chistes<br />

flojos con El mono. Sentí un poco de pena por lo que podía pensar Harvey,<br />

pero no le di importancia tratándose de un hecho que yo no busqué,<br />

¿o sí?, no no, no lo busqué).<br />

Con las burlas de las chicas empecé a alejarme de El Mono. No contestaba<br />

sus llamadas, lo saludaba a distancia y lo evitaba en los pasillos del<br />

colegio.<br />

Harvey: Maty, ¿qué te pasa, por qué la distancia?<br />

Maty: No Mono, no pasa nada.<br />

Harvey: ¿Cómo que no pasa nada?<br />

Maty: Sí, no pasa nada.<br />

Harvey: ¿Cómo qué no pasa nada?, dejá esa inmadurez. Ni contestas<br />

las llamadas, si me ves volteas la cara Hasta creo que te escondes en los<br />

recreos para no encontrarnos.<br />

Maty: Te digo que no pasa nada.<br />

(Las cosas con el mono siguieron así. No podía darme el lujo de ponerme<br />

de alebrestada y perder a mi Gerson, ni loca. Bastante ya hice para tenerlo<br />

conmigo y ¿perderlo así no más? Aunque ya se está acabando este año<br />

y las chicas planean hacer una fiesta en casa de La Negra y El Mono está<br />

invitado, humm vaya cosa).<br />

Espacio: Casa Piedad Córdoba, La Negra<br />

“Maty, hoy vamos a hacer la fiesta de despedida por los grados, no puedes<br />

faltar. Va a ser en casa de La Negra a las 4:00 de la tarde y Harvey va a ir<br />

entonces deja a Gerson en casa”, decían las chicas cuando pasaron por mí<br />

para ir a la fiesta en el barrio Francisco Antonio Zea donde vivía la negra<br />

Piedad. “Bienvenidas niñas”, dijo La Negra mientras nos acomodábamos<br />

y saludábamos a las muchachas que se encontraban dispersas. Magda<br />

Restrepo, Luz Dari, Edilma ‘La Antigua y Teresita Ruiz estaban en la fiesta.<br />

Edilma era una jovencita que pertenecía a una familia de monjas y sus<br />

vestidos rosaban el baldosín con el ruedo y para sacarle las palabras<br />

teníamos que pellizcarla con los dedos. “Vos sos chapada a la antigua”,<br />

dijo una de las muchachas y así quedó bautizada. Olga Agudelo era una<br />

muchacha alebrestada, loca como una cabra. Había ido con su novio y<br />

37


ailaban divirtiéndose. Yo me encontraba saludando a las chicas cuando<br />

sentí una sombra que me respiraba en el cuello. Ellas sonreían con malicia<br />

y se dispersaban despacio como si buscaran qué hacer. “Debo servirme<br />

algo de beber...Yo te acompaño...Yo, yo las vigilo”.<br />

(En el fondo suena una melodía de Carlos Santana, Samba pa’ ti).<br />

Harvey: Maty, ¿bailamos?<br />

Maty: Claro mono, bailemos.<br />

(Suena la música, ellos se miran).<br />

Harvey: ¿Por qué has estado tan esquiva los últimos días?<br />

Maty: Mono seguí bailando y dejá de hacer preguntas.<br />

Harvey: ¡Respóndeme! (tono comprensivo).<br />

Maty: Te digo que no hagas preguntas.<br />

Harvey: ¡Respóndeme! (Tono un poco más fuerte).<br />

Maty: Yo tengo novio Mono, es eso.<br />

Harvey: ¿Noviooo?<br />

Maty: (Silencio).<br />

Harvey: Entiendo Maty, creo que es mejor dejar las cosas así.<br />

Maty: No seas tan melodramático.<br />

Harvey: (Silencio).<br />

Maty: (Silencio).<br />

El día de la graduación fue la última vez que vi esos ojos claros. Yolanda<br />

y yo estábamos contentas por empezar una nueva etapa en nuestras<br />

vidas. Mis hermanas y mis padres observaban dichosos. Estela y Rosalba<br />

miraban felices anhelando ese momento. “Qué la virgen y El Señor las<br />

guíe por el camino de sus vidas siempre”, dijo la madre superiora y los<br />

birretes volaron por los aires al igual que los gritos, al igual que los llantos.<br />

Abrazábamos a las monjitas y nos tomábamos fotos en ese, nuestro<br />

último día en las instalaciones del Colegio Ángeles Custodios.<br />

(Cuando Tarsicio Roldán murió y dejó sola a Estela, ella volvió con Hernán.<br />

El muchacho que dejó abandonado por irse con ese viejo zorro que le dejó<br />

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una fortuna que le dejó una hija y la envició a la coca en las reuniones<br />

sociales a las que asistían. A Hernán le dio un niño y se separaron de<br />

nuevo. Yolanda, al terminar el colegio conoció un arquitecto costeño que<br />

le pintó las nubes y le mostró las estrellas y se voló con ella. “Me voy de<br />

mi casa”, me dijo Yolanda y viajó a Bogotá donde pasó mala vida y luego<br />

se separó. La que salió bien librada fue Rosalbita. Se graduó del colegio<br />

y se casó con su chico. Sí, con el de las canciones de Dyango con el de las<br />

babeadas en clase con el del los ojos azul cristalino. Vaya vida).<br />

Tiempo: Diciembre 10, 1977<br />

Lugar: Casa de Maty, fiesta de grados.<br />

Sobre mi cama estaba ese vestido trillado color mandarina de tiritas<br />

al hombro mostrando el cuello. Desde mi cuarto se sentía el aroma de<br />

un bizcocho recién horneado. “Qué cantidad de dulce”, le dije a mamá<br />

mientras miraba una torre de tortas de cinco niveles cubiertas de una<br />

crema blanca como pasteles de boda.<br />

Maty: ¿Qué es todo este alboroto mamá?<br />

Bárbara: Es una fiesta que prepararon los muchachos.<br />

Maty: Fiesta, ¿y por qué?<br />

Bárbara: Que por sus grados.<br />

Maty: a papá no le va a gustar, se va enojar.<br />

Bárbara: Déjate de bobadas mija que tu papá ya sabe y no puso problema.<br />

Ahí te dejaron un pocotón de flores<br />

La sala estaba repleta de ramos que invadían el lugar con flores moradas<br />

con el centro amarillo, Pompones con pétalos esponjados y un abanico de<br />

rosas rojas como unas manzanas tentadoras envueltas en un follaje verde<br />

y una cinta plateada que traía una tarjeta que decía “felicidades”, firmada<br />

por un tal Gerolo.<br />

(Tan ingenuo mi Gerson que creyó haberme engañado. No señor. Envió ese ramo<br />

con esa tarjeta firmada con la abreviatura de su nombre para despistarme,<br />

Gerolo, decía escrito en una estampa de litografía como esas tarjeticas repetidas<br />

que se reparten a los clientes con el ánimo de confundirme, pero no lo logró, ni<br />

que fuera tonta. Quién más podía enviarme un ramo grande con rosas rojas de<br />

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pétalos esponjados y una tarjeta con un mensaje simple, nadie. <strong>Sólo</strong> él podía<br />

hacerlo).<br />

El ambiente de fiesta se avecinaba en mi casa con el caer de la tarde y los<br />

muchachos de la gallada habían preparado fiesta para celebrar mis grados.<br />

Mamá, lucía un blusón y un pantalón tipo safari de un color mostaza que<br />

le atenuaba su piel. Papá, lucía una figura esbelta de un hombre fornido<br />

con una camisa de seda azul que contrastaba con su pantalón de dril<br />

oscuro. Los chicos usaban camisetas con el fondo a rayas, pantalones<br />

y bluyines que les forraban los glúteos, camisetas de cuello en v que<br />

exhibían el pecho y camisas de manga larga con los puños sueltos. Gerson<br />

usaba una camisa rosa pálida satinada con un dril caqui de bota recta.<br />

León se la pasaba en la calle observando el cielo esperando ver globos<br />

para corretearlos o chutando una pelota de caucho haciendo maromas<br />

de fútbol. Mis hermanas pequeñas corrían por la casa estrujándose, “No<br />

jueguen así...No ensucien la ropa…Se van a aporrear”, gritaba mamá.<br />

Gerson: Un guarito don Cristo, un guarito.<br />

Cristóbal: No gracias (semblante serio)<br />

Los muchachos: ¡Hágale don Cristóbal!<br />

Cristóbal: Preste acá, uno nada más (¡Glu-glu-glu-glup!)<br />

Uno, dos, tres guaritos y los muchachos reían. Un dos tres guaritos y los<br />

muchachos bromean. Un dos tres guaritos y Gerson se emborrachaba<br />

mientras yo bailaba y disfrutaba del ambiente. “Qué es la bailaderita<br />

tuya”, me dijo Gerson con los ojos perdidos y ese tufo a aguardiente que<br />

me irritaba los ojos. “Pues disfrutando de la fiesta”, le dije y volteé la<br />

cabeza.<br />

Gerson: Mirame cuando te esté hablando, no me dejés parado como un<br />

bobo.<br />

Maty: Gerson dejá el escándalo, bajá la voz.<br />

Gerson: Cuál voz ni qué voz (con las palabras enredadas).<br />

Maty: Gerson una más y...<br />

Gerson: Una más y nada, dejá de bailar con ese tipo.<br />

Maty: ¡Gerson pero si es Javier!<br />

Gerson: Puede ser el que sea y…<br />

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Maty: ¡Y te vas!, ¡te vas de aquí pero ya!<br />

Esa noche lo corrí de mi casa terminando la fiesta por sus neuróticos<br />

celos. Él, llamaba insistente al teléfono pero yo le colgaba al instante.<br />

Adiós a mi fiesta de grados, a mi traje elegante, a las tortas gigantes.<br />

Adiós a los muchachos del baile, a las flores bonitas a mis amigas de clase.<br />

Adiós a los salones de chicas a las monjas cansonas a los profes galanes.<br />

Adiós secundaria, adiós estelita, adiós Yolandita, adiós mis chiquitas, mis<br />

angelitos custodios.<br />

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Diario de Gerson diciembre 15, 1977: Desde el incidente con los cojines me<br />

he vuelto más celoso y no soporto que ningún tipo se le acerque a Maty. Ella aún<br />

sigue molesta por la escena de celos que le armé con Javier en su fiesta de grados<br />

que le hicieron los pelados. Estaba pasado de tragos y le armé zafarrancho, pero<br />

no es culpa mía, ella empezó llevándole cositas al mono ese y vea ahora.<br />

***<br />

Diario de Gerson diciembre 20, 1977: Hace un tiempo que las cosas entre<br />

Maty y yo vienen sin contratiempos. Estamos pendientes de la solicitud de<br />

admisión en la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana en<br />

la avenida La Playa. La mamá de las Giraldo tiene un amigo que es político y él<br />

está encargado de la gestión para que Maty inicie sus estudios. Yo le Propuse que<br />

contemple la posibilidad de estudiar Publicidad en Bellas Artes en la avenida La<br />

Playa, sólo queda esperar.<br />

***<br />

Diario de Gerson enero 30, 1978: Maty empezó sus estudios de Derecho en la<br />

Bolivariana y yo la recojo temprano en las mañanas, como a eso de las 6:00am<br />

para llevarla a clases. Nos vamos en la moto que compré con unos ahorros<br />

del pago por mi trabajo en Longraña. (Una Kawasaki Cabra amarrilla, 100 cm<br />

cúbicos, todo un toro). Luego me voy a mis clases de Economía a la Universidad<br />

Cooperativa de Colombia y al caer la tarde regreso por ella para volver a casa.<br />

***<br />

Diario de Gerson junio 02, 1978: Hoy volví a embriagarme durante un baile<br />

con los muchachos y formé bochinche. “¿Vas a seguir bailando toda la noche con<br />

él?”, le dije a Maty mientras ella me miraba con ojos de toro rabioso. “Ah pero<br />

cómo así, no ves que es Javier, otra vez la misma cosa. A mí no me venga a hacer<br />

escándalos”, dijo La Negra halando a su mamá por el brazo y saliendo del lugar.<br />

“Si usted quiere seguir conmigo o deja esos celos o me deja a mí”. Yo me fui a mi<br />

casa afligido con la cola entre las patas como un perro vagabundo. “No vuelva<br />

por aquí hasta que deje esos celos tan pendejos”. Y así fue, no volví.<br />

***<br />

Diario de Gerson Agosto 07, 1978: Tuve que dejar mi orgullo de nuevo y<br />

acercarme a Maty luego de dos meses para que me perdonara.”Diosito mío sé<br />

que nunca te hablo pero hoy necesito tu ayuda. Quítame estos verracos celos<br />

que no me dejan vivir tranquilo”, le dije a un bulto con la figura de El Señor Caído<br />

cuando entré esa tarde borracho a la Iglesia de la Candelaria en el Parque Berrío.<br />

Ahora seguimos de novios tranquilos, se me cumplió el milagrito. Ella abandonó<br />

sus estudios de Derecho en la Bolivariana por un desgaste en las vistas. El médico<br />

le recomendó tomar reposo un tiempo mientras la córnea se relaja y recupera su<br />

normalidad. Insisto que empiece sus estudios de Publicidad en Bellas Artes pero<br />

ella aún no se decide y prefirió matricularse en un curso de computadores. Yo la<br />

sigo recogiendo en la moto por las noches para llevarla a su casa.<br />

42


Mayo 20 de 2011<br />

“Voy a verme con mi hermano”, le dije a mi hermana antes de que saliera<br />

de casa camino a la universidad.<br />

Hebert: Hoy voy a verme con Jhonny<br />

Hermana: ¿Cuál Jhonny?, ¿mi tío?<br />

Hebert: No, con Jhonny David mi hermano, su hermano.<br />

Hermana: ¿¿Es enserio??, yo quiero ir, yo quiero verlo, cómo hablaste con<br />

él, quiero saberlo.<br />

Hebert: Llamé a la tía Sucelt y ella me pasó el número, quedé de llamarlo<br />

en la tarde, tipo 5:00 ó 6:00 de la tarde cuando él salga de trabajar.<br />

Mamá se encontraba en la cocina y me acerqué para contarle de mi<br />

encuentro vespertino con Jhonny David. Le conté sobre cómo y cuándo<br />

conseguí el número y le expresé mi asombro por esa voz tímida de<br />

chiquillo regañado con la que me hablaba a través del teléfono.<br />

Hebert: Hablé con Silvia Gómez, la mamá de mi hermano.<br />

Maty: ¿Cuál hermano?<br />

Hebert: (mirándola levantando la ceja), Jhonny, Jhonny David.<br />

Maty: Dejá de decir bobadas, ni sabés si en realidad es tu hermano.<br />

Hebert: (silencio)<br />

Maty: ¿Entonces hablaste con la abuela?<br />

Hebert: ¿Con quién?<br />

Maty: Con Silvia, le decíamos la abuela las muchachas y yo cuando ese<br />

problema se destapó.<br />

Hebert: Sí, hablé con ella. Es una señora muy formal y preguntó por papá,<br />

creo que pensaron que papá había muerto porque hice la advertencia de<br />

que necesitaba a Jhonny con urgencia. (Sonríe).<br />

Maty: Demás, como es de ponzoñosa. Eso se puso mosca a ver de qué se<br />

pegaba para armar bochinche. Y ¿cuándo te ves con él?<br />

Hebert: En la tarde<br />

43


Maty: ¿tu papá ya sabe?<br />

Hebert: No, ni quiero que lo sepa, que sea un secreto.<br />

44


Tengo algo por decirte<br />

Tiempo: Abril, 1978<br />

Hace ya más de seis meses que Gerson viene a casa a comer en las<br />

noches. Mamá le prepara platillos como al resto de mis hermanos y él se<br />

sienta en la mesa como un miembro más de la familia. Y es que lo es, a la<br />

final somos novios. Su mamá no mantiene en casa y a él le molesta pasar<br />

tiempo solo allá.<br />

“Voy a viajar a visitar a Sucelt a New York para tramitar la visa”, me dijo<br />

María mientras me daba instrucciones para que atendiera su hogar<br />

durante el tiempo de su ausencia. “Debes regar las matas, comprar la<br />

comida para Gerson y Hitler, pagarle a la empleada por el aseo. Cosas<br />

básicas del hogar muchacha, yo acá te dejo dinero, toma”, decía la vieja.<br />

Contraté una muchacha de piel oscura que se encargaba de limpiar los<br />

pisos, fregar los baños y sacudir el polvo de los nocheros. “Recuerda que<br />

debes venir mañana temprano porque tengo que salir a hacer unas cosas.<br />

Te dejo el dinero sobre la nevera”, le dije y salí a ocuparme de algunos<br />

asuntos.<br />

Desde ese día ella desapareció del panorama. No llamaba, no iba a la<br />

casa a cumplir sus labores de aseo.”No encuentro unos papeles que dejé<br />

en el nochero”, me dijo Gerson. “Ni los billetes que guardaba mamá en<br />

el clóset, ni las porcelanas que estaban en la mesa de centro en la sala”.<br />

Maty: Nos robó, Gerson, nos robó.<br />

Gerson: Tranquila negra, tranquila<br />

Maty: Tu mamá me va a matar, ¡me va a matar!<br />

No contraté más personas que hicieran el aseo. Me encargué del cuidado<br />

de la casa, de alimentar a Hitler que aprendió a cogerme cariño, del riego<br />

de las matas y de comprar comida que llevaba a casa para que mamá las<br />

preparara para alimentar a Gerson.<br />

Julio, 1978<br />

45


Los muchachos armaron pachanga en una de las casa del barrio y Gerson,<br />

mamá y yo asistimos a la fiesta. “Ya estás borracho”, le dije a Gerson y<br />

me fui a bailar. Javier era un buen bailarín y nos divertíamos bailando La<br />

Calavera. Un disco pegajoso de Lisandro Meza.<br />

(De fondo suena La Calavera).<br />

Gerson: ¿Vas a seguir bailando con él toda la noche?<br />

Maty: Pero qué te pasa, no ves que es Javier.<br />

Gerson: Javier, ni qué Javier, nos vamos ya. (Ebrio)<br />

Maty: Usted a mí no me haga escándalos, qué le pasa, ¡mamá vámonos!<br />

(Antes de salir por la puerta Gerson la agarra del brazo)<br />

Maty: Gerson, suélteme. Vea, si usted quiere seguir conmigo o deja los<br />

celos, o me deja a mí. Usted verá.<br />

Al día siguiente, en la mañana, Gerson apareció en la puerta de mi casa.<br />

Gerson: Perdóname negra. Yo sé que lo que hice estuvo mal, pero estaba<br />

borracho.<br />

Maty: Sí Gerson, siempre es la misma cosa. Yo ya le dije, o deja esos celos<br />

o me deja a mí.<br />

Gerson: Pero…<br />

Maty: Perno nada. Y no vuelva por aquí hasta que arregle ese genio.<br />

Y no volvió a casa para hablar conmigo, ni para rogar que lo perdonara.<br />

Así transcurrió durante dos meses. Aparecía en las noches para comer<br />

como de costumbre pero al raspar el plato salía por la puerta y se perdía<br />

en la esquina. Yo estaba retirándome de mis estudios de Derecho en<br />

la Universidad Pontificia Bolivariana. Un problema en los ojos me hizo<br />

cancelar mis estudios por un tiempo y pedí que me reservaran el cupo.<br />

“Claro, no hay ningún problema”, dijeron los directivos y me salí durante<br />

la temporada de finales. Cuando regresé para organizar mis papeles de<br />

reingreso el decano de la Facultad me cerró las puertas. “Usted perdió el<br />

cupo señorita. <strong>Sólo</strong> presentó un final el semestre pasado y desapareció<br />

del mapa. Perdió el 85 por ciento de las materias, eso la descalifica para<br />

reserva de cupo, usted debía conocer el reglamento”, dijo el Decano y salí<br />

furiosa echando chispas.<br />

No iba a quedarme de brazos cruzados tirada en la cama mirando hacia<br />

46


el techo el resto del segundo semestre del 78. No, ni loca. Trabajé lo<br />

que restaba de mayo y el mes de junio en el Súper Ley de San Diego<br />

promocionando productos de belleza. En el mes de julio Encontré la<br />

Academia de Computadores Programar en la Avenida Oriental con Perú<br />

y me inscribí para aprender los perendengues de la máquina. Duré<br />

estudiando tres semestres hasta que contemplé la idea que Gerson me<br />

dijo antes de nuestra última pelea, “estudia Publicidad en Bellas Artes<br />

negra, te iría bien”, él seguía recogiéndome por las noches en su moto<br />

amarilla y volvíamos juntos a casa. Ya no se altera tanto cuando me ve con<br />

algún compañero aunque sé que las tripas le brincan y se le chamusca<br />

el guargüero. Yo continué con mis estudios de cómputo en las tardes y<br />

en las mañanas arreglaba la casa de la vieja María y le daba de comer a<br />

Hitler.<br />

Julio, 1979<br />

La cede de la Academia se trasladó a mediados del año de 1979 por el<br />

Parque Bolívar y yo estaba en mi segundo semestre cursando materias de<br />

matemáticas con un profesor simpático que conocí en julio de ese año.<br />

Raúl Ceballos era un hombre de cabello indio, rubio con ojos rasgados<br />

asiáticos, de estatura media con una barriga redonda como un barril<br />

cervecero. Yo nunca fui hábil para las matemáticas y Raúl lo sabía. “Cambia<br />

esa respuesta...No la otra...Eso es menos uno...Eso, así está bien”, decía<br />

mientras pasaba por mi pupitre susurrándome las respuestas.<br />

Raúl se volvió un hombre importante para mí. Una persona con la que<br />

podía charlar un rato mientras tomábamos algo. Era un hombre tierno<br />

y simpático que vivía pendiente de mis resultados académicos. “Gerson<br />

es un buen novio aunque es muy celoso”, le decía a Raúl mientras él me<br />

compartía historias del amor de su vida que lo dejó plantado después de<br />

seis años de noviazgo. “Mi novia me dejó por un brasilero que conoció en<br />

un verano”, dijo y le cambié de tema para no afligirlo más.<br />

Seguí con mis estudios en la Academia el resto del año y en temporada<br />

de vacaciones antes de que se terminara ese año volví a trabajar en El<br />

Ley donde pasaba las tardes. María ya había vuelto para el mes de agosto<br />

luego de recibir la visa de residente y el riego de las matas, el cuidado de<br />

los pisos y la comida para Hitler los atendía la vieja.<br />

Tiempo: Año 1980<br />

Rosa Agudelo, Morelia Serna y Dora Arboleda eran mis compañeras de<br />

estudios cuando inicié mi carrera de Publicidad en Bellas Artes. Gerson<br />

continuaba recogiéndome en las mañanas para llevarme a las clases de<br />

pintura y en las noches a las clases de cómputo. No había un día que<br />

47


Gerson no se pasara por mi casa a darme un abrazo, a robarme un beso<br />

o a sentarse a charlar con mi familia. Él estaba preparando un viaje a<br />

los Estados Unidos a comienzos de junio para organizar los papeles de<br />

la visa. “Cuando venga de allá quiero que te cases conmigo”, me dijo y el<br />

cuerpo se me puso frío. “Déjate de bobadas”, le dije y no presté atención.<br />

Él insistía que quería casarse conmigo, “en el 81 Maty, en el 81”, decía. El<br />

viaje llegó y un avión se lo llevó por los aires con unos tragos en la cabeza,<br />

“es para matar los nervios”, decía Gerson con ese temor que sentía a las<br />

alturas.<br />

***<br />

Diario de Gerson agosto 25, 1980: Han pasado tres meses desde que llegué<br />

a New York a casa de mi hermana en Manhattan en un apartamento enorme<br />

con vista a la calle. He hablado con ella y le he contado la intención que tengo<br />

de casarme con Maty. Ella sabe que es una buena chica y que me hace feliz. He<br />

salido a comprar cantidad de ropa para llevarle a ella y a sus hermanas. Carteras,<br />

buzos, camisas y chompas que empaco en cajas para cuando vuelva. Otra vez<br />

estar montado en ese aparato del demonio mordiéndome la lengua envolatando<br />

los nervios con alcohol, Dios mío.<br />

***<br />

Diario de Gerson Septiembre 10, 1980: hace unos días que llegué de viaje<br />

y me vi con Maty. Está tan linda como siempre. Con su cabello rizado y la ropa<br />

bien puestecita. La Publicidad siempre fue lo suyo, o eso es lo que yo decía y no<br />

le va nada mal. Sigo recogiéndola en mi moto aunque mi hermano Jhonny me<br />

propuso un negocio y me tiene pensativo. Un Simca verde con un precio justo que<br />

deseo comprar.<br />

***<br />

Es nuestra hora de descanso, ya era justo. El estudio se ha incrementado por<br />

estos días de noviembre y el cuerpo me pesa y el cuello esta rígido como la piel<br />

de un armadillo. El profesor de pintura nos permitió un descanso después de<br />

estar pintando bodegones durante más de una hora. Rosa, Morelia, Dora y yo<br />

salimos a una de las puertas que da de frente a la calle Córdoba y lo vi pasar.<br />

Rosa: ¿Estás viendo lo mismo que yo?<br />

Maty: Pues creo que sí.<br />

Morelia: ¿Y ese es el hombre por el que metés las manos al fuego?<br />

Maty: (Silencio).<br />

Gerson se perdía entre la gente que caminaba en la Plazuela San Ignacio. Iba<br />

48


abrazado, trepado como una marimonda de los hombros de una mujer sin<br />

percatarse de que yo lo miraba perdiéndose a lo lejos.<br />

(Ese día el cuerpo me hervía, quería matarlo, cachetearle la cara, sacarle los ojos,<br />

patearle el trasero. Ojalá tengas una buena explicación Gersiton, ojalá te libres<br />

de esta. Porque capaz eres de decir que ibas con tu hermana y que la llevabas<br />

abrazada, Sinvergüenza).<br />

El cielo se ennegrecía con la caída de la noche. Llegué a mi casa con la<br />

mente perdida y el estómago me rugía del hambre. “Siéntate muchacha”,<br />

dijo mi madre y me senté a la mesa. Gerson se encontraba en casa<br />

comiendo como la mayoría de las noches y yo trataba de actuar de forma<br />

natural sin que se notara la indignación en mi cara.<br />

Gerson: ¿Cómo te fue hoy negra?<br />

Maty: Muy bien, ni te imaginas.<br />

Gerson: cuéntame.<br />

Maty: ¿Tienes algo por decirme?<br />

Gerson: (piensa un segundo y responde), ¡no!, que yo sepa no.<br />

Maty: ¿Estás seguro?<br />

Gerson: Sí, cuál es tu misterio.<br />

Maty: (Toma aire y dice), ¿Quién era la mujer que llevabas abrazada bajo<br />

el brazo?<br />

Gerson: ¿Cuál mujer?<br />

Maty: ¿Con la que pasaste hoy delante de mí y ni cuenta te diste de que te<br />

miraba, quién era? No podés negármelo Gerson, yo te vi con mis propios<br />

ojos. No te seguí porque estaba en clase.<br />

Gerson: ¡Ah!, no es nadie. Me acompañó a hacer unas vueltas al batallón<br />

y teníamos que reclamar unos papeles en la universidad, no es más.<br />

Maty: ¿Y por eso la traías abrazada?<br />

Gerson: Eso es un vicio mío de estar abrazando a la gente.<br />

(¿Eso es un vicio?, este me cree boba, como si no lo conociera. Si hay algo en la<br />

vida que le choque a Gerson Rodríguez es abrazar a las personas. Le aterra, le<br />

fastidia, le molesta).<br />

49


Diciembre, 1980<br />

La temporada de estudio había terminado de nuevo y yo continuaba<br />

con mi trabajo en El Ley de San Diego. Salía temprano en las mañanas y<br />

regresaba en la noche cuando Gerson me recogía para llevarme a casa.<br />

Gerson: Quiero comprarle un regalo a Silvia<br />

Maty: ¿quién es ella?<br />

Gerson: Una trabajadora de Longraña. Ella es muy especial y vive<br />

pendiente de los asuntos de la empresa y queremos hacerle un regalo.<br />

Maty: Algo que ella pueda usar con frecuencia y que pueda disfrutarlo.<br />

Gerson: ¿Qué me recomiendas?<br />

Maty: ¿Qué tal una pijama?<br />

Gerson: ¿Tú me la compras?<br />

Maty: Dale, mañana la averiguo en El Ley y pido que me la empaquen de<br />

una vez.<br />

Al día siguiente saqué un espacio antes de terminar mis labores de trabajo<br />

y busqué una pijama sencilla para el regalo de la mujer a la que Gerson, o<br />

la empresa, o no sé, quería hacerle un presente. Era una pijama de satín<br />

rosa viejo de dos piezas dentro de un empaque de papel seda blanco con<br />

un moño enorme.<br />

Maty: ¿Aló?<br />

Silvia: ¿Maty?<br />

Maty: ¿Con quién?<br />

Silvia: Con Silvia Gómez, la compañera de Gerson de Industrias<br />

Longraña.<br />

Maty: Ah, hola, ¿cómo le va?<br />

Silvia: Bien, gracias. Quería agradecerte por la pijama, tienes muy buen<br />

gusto, no debiste tomarte esa molestia.<br />

Maty: No, es con gusto, igual fue Gerson quien hizo el regalo.<br />

Silvia: Igual Gracias.<br />

50


(Esa mujer, Silvia Gómez no me da buena espina, no no no. No sé por qué<br />

tiene que estar llamando a mi casa diciendo que le pasen a Gerson que es<br />

una razón de trabajo que necesita instrucciones, que lo uno y que lo otro.<br />

Algo no me gusta de ella, algo no me gusta).<br />

Enero 1982.<br />

Sucelt la hermana de Gerson acaba de llegar a Medellín a recoger a la<br />

vieja María para volver en mayo a su apartamento en Manhattan en la 14<br />

con la séptima para una operación que le harían para ponerle un catéter<br />

porque tenía problemas de circulación. “Quiero que estés pendiente de<br />

unos vestidos de novia que pienso mandarte. Además quiero que no te<br />

cierres a la idea de viajar con Gerson para que se casen en Manhattan y te<br />

den la ciudadanía”, decía Sucelt mientras tomábamos el algo.<br />

Marzo 1982<br />

Gerson: ¿Te tomaste la pastilla?<br />

(Bárbara pasaba por el pasillo de la casa camino a la cocina cuando<br />

escuchó la conversación que Gerson mantenía).<br />

Voz al otro lado de la bocina: (Mudo)<br />

Gerson: Pero mujer respóndeme, ¿te la tomaste o no te la tomaste?<br />

Yo regresaba de mis clases de pintura en el Instituto de Bellas artes cuando<br />

entré a mi casa y mamá, atragantada con palabras me decía, “Tiene otra<br />

Maty, tiene otra”. Yo me quedé mirándola y solté una risotada seca que le<br />

indispuso el entrecejo.<br />

Bárbara: Mija yo le digo que lo escuché hablando de unas pastillas con<br />

una mujer. Que si sí se las tomó le decía desesperado. A mí eso me parece<br />

muy raro.<br />

Maty: Mamá, déjate de bobadas. Deja de estar inventando vainas. Eso te<br />

pasa por estar parando oreja donde no debes.<br />

Bárbara: Yo te digo que lo escuché, muchacha.<br />

Abril 1982.<br />

Hoy la vieja María se irá con Sucelt. Me llamó en la noche y me pidió<br />

que pasara en la mañana para que le ayudara a preparar las maletas.<br />

“Qué monton de pendejadas llevas en esas maletas mamá”, decía Sucelt<br />

51


mientras la vieja empacaba de nuevo sus chamarras de cuadros y sus<br />

lentes oscuros. (Dinnn-dongggg), sonó la campanilla y la vieja se asomó<br />

al balcón para ver quién era. “No te preocupes muchacha que yo atiendo<br />

mis visitas”, dijo María negándose a dejarme abrir. “Hola Silvia, cómo<br />

te ha ido”, dijo Sucelt mientras yo echaba un vistazo de arriba abajo a<br />

aquella mujer.<br />

(Ese nombre me suena conocido. Silvia, Silvia, dónde lo he escuchado.<br />

Silvia, Silvia, pero claro. Esa debe ser la mujer que llamaba a Gerson para<br />

preguntarle por indicaciones de trabajo mientras pasábamos ratos en mi<br />

casa. La de la pijama, pues claro).<br />

Gerson mantenía una rutina diaria desde tempranas horas de la mañana.<br />

Se levantaba y se zampaba un desayuno rápido para irse al trabajo.<br />

Desde que entró a Longraña a trabajar, no le quedó más tiempo para<br />

entrenar taekwondo y decidió cambiar. Al salir del trabajo asistía a clases<br />

de natación que tomaba en la Unidad Deportiva de Belén a cinco minutos<br />

de su lugar de trabajo en la zona industrial y ejercitaba el cuerpo. Luego<br />

tomaba el Simca verde que le compró a su hermano Jhonny y salía para su<br />

casa donde almorzaba y descansaba un rato para salir a verme y volver al<br />

trabajo. En las noches salía para la Universidad Cooperativa de Colombia<br />

a sus clases de economía y me recogía en el Parque Bolívar en mis clases<br />

de cómputo al terminar la noche.<br />

Desde ese día en que Silvia entró a esa casa me pareció sospechoso. La<br />

vieja María hablándole suavecito en secreto como aconsejándola me<br />

creaba una intriga que me roía el coco. “No te preocupes muchacha que<br />

es una niña que trabaja en Longraña”, me dijo la vieja antes de tomar sus<br />

maletas y tomar el taxi rumbo al aeropuerto.<br />

Abril 1982<br />

Gerson continuaba dedicado a su estudio a su trabajo y a quedarse<br />

conmigo charlando por las noches en mi casa y haciendo planes para<br />

su viaje en septiembre para mantener la visa de residente en New york.<br />

Esa tarde calurosa de verano regresaba de terminar mi jornada en Bellas<br />

Artes y llegué agotada a mi casa. “Hola Gordo”, le dije a Gerson y le bese<br />

la mejilla y me metí en la cocina.<br />

Bárbara: Gerson tiene algo por decirte<br />

Maty: ¿Cómo qué sería?<br />

52


Bárbara: Come rápido muchacha y ve a hablar con él.<br />

Terminé mi plato y me dirigí a mi cuarto. Gerson se encontraba recostado<br />

contra el borde de la cama con las manos detrás de la cabeza mirando<br />

el techo con las pupilas perdidas. “¿Que Tienes algo por decirme?”, le<br />

pregunté mirándolo y me senté a su lado.<br />

***<br />

53


Rompiste el compromiso<br />

Abril 1982<br />

***<br />

Gerson: Lo que tengo que contarte no sé cómo lo vayas a tomar.<br />

Maty: (En silencio, con los ojos abiertos).<br />

Gerson: Espero que me entiendas No sé cómo empezar.<br />

Maty: (Y ahora qué será lo que me quiere decir éste).<br />

Gerson: Maty, lo que pasa es que…<br />

Maty: ¡Es que qué hombre, es que qué!<br />

Gerson: Hay una mujer que está esperando un hijo mío.<br />

(Al inicio un silencio que se convierte en furia, que se convierte en llanto<br />

y que convierte a Maty).<br />

Maty: ¡¿Qué?!, ¡¿cómo?, yo no puedo creer esto. ¿Cuánto tiene? Y ¿por<br />

qué? Y ¿de quién es?<br />

Gerson: No, tiene un mes pero no te preocupes que ella me dijo que se<br />

va a alejar, que no va a intervenir en la vida de nosotros para nada, va a<br />

desaparecer de nuestras vidas.<br />

Maty: ¡Vos es que sos bobo!, el que va a desaparecer de mi vida es otro.<br />

Gerson: Pero Maty…<br />

Maty: ¡Pero Maty nada!, (grito de loca). Vos creés que una mujer después<br />

de estar embarazada y de amarrar a un hombre lo va a dejar ir, ¿ah?<br />

¿Ahhhh?, ¡Bobo descarado!<br />

54


(En ese momento tenía tanta rabia que me dolía el pecho. No sé si era<br />

rabia, no sé si era ira, no sé si era amor. Le golpeaba el pecho con mis<br />

manos como a un saco de arena. Quería molerlo a golpes, halarle los<br />

pelos, sacarle los ojos, clavarle cuchillos, arrancarle las piernas. Quería<br />

¡matarlooooooooo!)<br />

Maty: ¡Acuérdate que teníamos un compromiso!, ¡vos rompiste el<br />

compromiso! Ahora yo rompo mi compromiso y ¡NO ME CASO! No te<br />

quiero volver a ver, ¡nunca!, ¡nuncaaaaa! (Afloran lágrimas).<br />

La noticia me desmoronó la vida. Me la partió en pedacitos. Como un cubo de<br />

azúcar que cae en el asfalto y la humedad lo deshase. Así me sentía, con un<br />

dolor en el vientre que me desordenaba las tripas, que me tensionaba la espalda<br />

y me destruía los sesos. Ahí estaba chillando sola como un niño extraviado en<br />

el sillón de mi casa. Gerson se quedó sentado en la cama rascándose la cabeza,<br />

zapateando con fuerza. Me paré del sillón y me sequé las lágrimas y recorrí el<br />

pasillo hasta que penetré en el cuarto y le grité de nuevo.<br />

Maty: ¿Quién esss?, ¡me decís yaa!<br />

Gerson: No, es una mujer de edad. Ella no va a tener nada que ver con nosotros,<br />

ella me lo prometió.<br />

Maty: ¡¿Te digo que me digas quién es la mujer?!<br />

Gerson: Maty, usted no la conoce.<br />

Esa noche me la pasé enclaustrada en mi cuarto mojando la almohada<br />

limpiándome las lágrimas. “Maldito Gerson cómo me hiciste esto, cómo<br />

me hiciste esto”, decía y me regaba en llanto. Papá enviaba a mamá a que<br />

tocara la puerta y diera golpes de aviso para saber si estaba bien. “Oiga<br />

mija, ábrame la puerta”, decía mamá mientras, yo, en un berrido agudo<br />

preguntaba, “Usted sabía de esto mamá, usted sabía”. Pasaron las horas y<br />

caí abatida sobre el colchón. Al día siguiente abrí los ojos con los párpados<br />

pesados hinchados como los de un camaleón. (Tun-tun-tun), sonaba la<br />

puerta. “Pasa, ya te la llamo”, dijo mamá mientras cruzó el pasillo para ir<br />

a mi cuarto, “Gerson vino de nuevo”, dijo y volvió y salió.<br />

Maty: ¿Quién es pues esa mujer? (todavía solloza y con los ojos<br />

hinchados).<br />

Gerson: Es una mujer que conozco hace días.<br />

(Pero me tendió una trampa. Dijo que no tenía sino un mes de embarazo<br />

y yo la llevé donde un médico para que se practicara un aborto y cuando<br />

estaba esperando salió el médico diciendo que no podía practicar el<br />

55


aborto porque no era un mes de retraso sino tres. “Venga meta la mano<br />

y verá que lo muerde ese niño”, dijo el doctor y yo entré en cólera y la<br />

hijueputié con el alma).<br />

Maty: ¡Claro!. Como ella te puso un revolver y ¡te obligó a que te le<br />

treparas! No quiero saber más de vos, no te quiero volver a ver aquí.<br />

(Cada que llego del mis clases de pintura tengo que hacerle señas a mis<br />

hermanas para saber si él está adentro para poder pasar. Gerson siguió<br />

yendo como siempre a casa a comer en las noches pero luego se iba. Ahora<br />

quién se aguanta a las chicas en clase por haberles dado la noticia).<br />

Rosa: Viste boba, viste.<br />

Morelia: Hacele vos una también.<br />

Dora: Sí, para que vea lo que se siente.<br />

Maty: ¿Pero ustedes es que son bobas?<br />

Rosa, Morelia y Dora: Porquéééééé (en coro chillón).<br />

Maty: Pues porque si hago lo mismo la que salgo perdiendo soy yo. Yo me<br />

vengo de otra manera, pero de esa no (¡Chachachannnn!).<br />

(Cuando me preguntan por Gerson hay una segunda pregunta que espera<br />

en el fondo. “Y por qué terminaron”, me pregunta la gente y se espesa<br />

la boca y se dilata la garganta hasta que vomito. Empecé a generar un<br />

rechazo por el tema que hasta me hizo perder kilos. Mamá preocupada me<br />

llevó al médico. “Se le elevó la prolactina y tiene revueltos los intestinos”,<br />

decía el doctor).<br />

Mayo 1982<br />

Ha pasado un mes desde que decidí no volver a ver a Gerson. Ya no me<br />

recoge en su moto ni cenamos juntos en las noches después del estudio.<br />

Me enteré que Raúl el hombre de cabello indio, de los ojos rasgados y de<br />

la barriga redonda vive cerca de mi casa en el barrio San Pablo y me lleva<br />

en su moto.<br />

“Lo que pasó con Gerson fue que “, y le conté una noche saliendo de<br />

clases. Raúl había pasado por una decepción amorosa igual que la mía y<br />

empezamos a charlar con empatía. En casa no soportaban la presencia<br />

de Raúl. Mamá me tiraba el plato sobre la mesa y se metía en su cuarto<br />

sin ofrecerle ni una gota de agua al pobre Raúl. Las chicas seguían<br />

derecho y lo pasaban por alto. “Cambiar a un muchacho como Gerson<br />

por un chaparro, barrigón, caresapo como este”, decía mamá con el genio<br />

56


encrespado como un felino.<br />

Gerson seguía frecuentando la casa comiendo en las noches. Raúl se<br />

quedaba conmigo, contándome historias hablando de cosas. Gerson<br />

recogía los platos, tomaba sus cosas y se iba enchispado.<br />

Salía de mi clase de cómputo en el Parque Bolívar y lo vi en la entrada, con<br />

su moto parqueado.<br />

Gerson: Maty, perdóname, déjame explicarte.<br />

Maty: Ya las cosas están claras Gerson.<br />

Gerson: Ven te llevo a casa.<br />

Maty: No gracias, tengo quien me lleve.<br />

Raúl me esperaba sobre su moto para llevarme a mi casa. Gerson se<br />

quedó parado viendo alejarse la moto tragándose el humo del mofle.<br />

Gerson:<br />

(Me quedé parado afuera de de la Academia viendo a Maty alejarse<br />

en la moto con ese mono panzón. No merece que le ruegue, me dije<br />

alterado por la rabia y me adentré en un bar cerca del Parque Bolívar.<br />

Regresé a mi casa con el orgullo herido y me atreví a marcarle. Ángela<br />

María Velásquez era una muchachita morena de nariz aguileña y cabello<br />

pomposo y abundante. Ella era una de mis chicas en 1978 y era cuñada de<br />

Raúl Ceballos. A ella le pedí el número y lo contacté. “Necesito tratar un<br />

asunto con vos” y lo cité en La Piedra. Una heladería cercana a San Pablo<br />

donde vivía Raúl).<br />

Gerson: ¿Cuál es la carajada con Maty?, ¿qué es lo que le está pasando?<br />

Raúl: No está pasando nada, a mí me agrada Maty y yo le gusto a ella,<br />

estamos hablando y por qué no, quién quita que resulte un noviazgo.<br />

(Tono prepotente).<br />

Gerson: Cuál noviazgo home güevón, ¡no ves que ella es mi novia!<br />

Raúl: ¿Qué le pasa?, que yo sepa ustedes ya no son novios, después de lo<br />

que usted le hizo. Maty ya me contó todo y yo estoy apoyándola.<br />

Gerson: Cómo así home hijodeputa, ¡vos quién te creés! (Alistando los<br />

puños).<br />

57


Raúl: Vea hermano, Maty está enamorado de mí y si yo le digo que se<br />

quede conmigo ella se queda. Así de sencillo.<br />

Gerson: (Mudo, rabioso, impotente).<br />

(María hace una llamada a Maty).<br />

María: Maty por Dios vos ¿qué es lo que estás haciendo? Ahí ese muchacho<br />

llamó a ese hombre con el que vos estás saliendo y lo citó en La Piedra.<br />

Maty: Pero ¿cómo así?, ¿cómo fue eso?<br />

María: El me dijo que te fue a recoger y que te viniste con ese muchacho<br />

en esa moto. Él se quedó por allá bebiendo y salió a buscarlo. Vos sabés<br />

cómo es Gerson, a lo mejor y le tire a él o ese muchacho le tire a Gerson,<br />

vas a causar una tragedia muchacha.<br />

Le avisé a mamá el problema con Gerson y salimos a buscarlo, pero<br />

no hizo falta. Cuando salimos de casa a buscarlo en San Pablo, él venía<br />

despacio con la mirada en el suelo. Se me removieron los recuerdos y<br />

quise abrazarlo y besarlo y gracias a Dios que estás vivo pero él siguió<br />

derecho como un ciego y se metió en su casa.<br />

(Diosito, estoy muy confundida. Siento que me estoy enamorando de<br />

Raúl, pero no he dejado de querer a Gerson a pesar de lo que me hizo. Yo<br />

necesito que me ayudes a tomar una decisión si es que me convienen. Voy<br />

a poner una señal y tú me la comprobarás. Si es Raúl el que me conviene<br />

como esposo para formar un matrimonio, déjame saber que piensa y así<br />

sabré qué decisión tomar).<br />

Dos días Después:<br />

Maty: ¿Aló?<br />

Gerson: ¿Qué más Maty?<br />

Maty: Hola Gerson…<br />

Gerson: Quedé muy pensativo después de hablar con ese tipo con el que<br />

estás saliendo.<br />

Maty: ¿Y qué fue lo que te dijo?<br />

Gerson: Que estás tan enamorada de él que puede darse el lujo de pedirte<br />

hacer algo y que vos lo hacés. Eso me dejó muy pensativo.<br />

(Qué se cree Raúl diciendo esas cosas, mucho idiota y decírselo a Gerson.<br />

58


Aunque muy bueno, que sufra y se muerda las pelotas de los celos por<br />

miserable).<br />

Abril, viernes 12, 1982<br />

(Ringgg- ringgg suena el teléfono).<br />

Mujer: ¿Maty?<br />

Maty: Con ella…<br />

Mujer: Hola Maty con la mamá de Raúl Ceballos, ¿cómo te ha ido?<br />

Maty: ¡Ah¡ hola, bien gracias (Vos amable).<br />

Mujer: Quiero que vengas mañana a tomar el algo para proponerte unas<br />

cosas.<br />

Maty: Pero no sé si me dejen, ¿a qué horas sería?<br />

Mujer: A eso de la 5:00 de la tarde<br />

Maty: Espérame un momento (Bocina tapada), Está bien, allá nos<br />

vemos.<br />

Mujer: cuídate mucho.<br />

Abril, Sábado 13, 1982<br />

Raúl y su familia se encontraban reunidos en la sala junto conmigo.<br />

“Queremos que seas la edecán para los grados de Alonso que termina<br />

su carrera de medicina al final del mes, qué dices”, me decían. La sala<br />

se vació por completo y sólo quedábamos Raúl y yo que hablábamos de<br />

proyectos futuros y mencionó el matrimonio.<br />

(Ay, Diosito, Diosito mío, esa es la señal, la que te pedí, esa es, esa es).<br />

Maty: ¿Raulín vos qué opinas del matrimonio?<br />

Raúl: ¿Nené cómo te sientes tú conmigo?<br />

Maty: ¡Muy Bien!<br />

Raúl: ¿yo hasta el momento te he hecho feliz?, ¿te sientes segura? ,<br />

¿Cuando salimos y compartimos momentos te sientes bien?<br />

Maty: Sí Raúl.<br />

59


Raúl: Bueno Nené, yo considero que para hacer feliz a una mujer no<br />

necesito casarme. (Acabón),<br />

Maty: ¿A sí? ¿Eso es lo que tú piensas?<br />

Me levanté de la silla y retiré las arrugas de mi camisa. Besé mi dedo<br />

índice y se lo estampé suavecito sobre la boca. “Hasta aquí llegamos”, le<br />

dije y me marché.<br />

60


Mayo 20 de 2011<br />

La mayoría del día me la pasé escribiendo, para luego entrar al baño<br />

tomar una ducha y salir de casa con mi hermana Ivette para vernos con<br />

Jhonny, mi hermano, no mi tío como pensaba ella.<br />

(Repica el teléfono)<br />

Hebert: Qué más Jhonny, ¿ya terminaste de trabajar?<br />

Hebert: Sí hace un rato salí<br />

Hebert: Le conté de mi encuentro contigo a mi hermana y ella quiere ir,<br />

¿te molesta?<br />

Hermano: ¿Mi hermana también va?, no no hay problema, que vaya, muy<br />

bueno.<br />

Hebert: Entonces ¿en qué parte nos vemos?<br />

Hermano: Dígame<br />

Hebert: Dónde le queda fácil, ¿te parece en el parque en el Bar Las Nubes?<br />

Nosotros te recogemos y de ahí vamos a Otra Parte y tomamos algo.<br />

Hermano: Bueno, a qué horas entonces.<br />

Hebert: En media hora salgo para allá.<br />

Hermano: Listo, ahora nos vemos.<br />

Hebert: Chao<br />

Hermano: Suerte.<br />

61


Agosto 1982<br />

Amor condicionado<br />

(Sigo con ese vómito molesto que me causa el recuerdo de esa mujer<br />

entrometida. Los muchachos decidieron armar una pachanga en casa de<br />

Las Pesqueras para despedir a Gerson por su viaje a New York a finales de<br />

agosto pero no tengo muchas ganas de asistir, esa casa me trae recuerdos<br />

y no soporto un revolcón más en las entrañas. Las chicas insisten que vaya<br />

que no preste atención que disfrute la vida, pero es fácil decirlo pero que<br />

duro es vivirlo).<br />

Sabía que asistir a la casa de Las Giraldo sólo me traería molestias. Es que<br />

el sólo hecho de verlo me causa un nudo en la barriga que me asfixia y me<br />

indispone. Salí de trabajar comenzando la noche y decidí asistir a la fiesta<br />

que los muchachos organizaron por la despedida de Gerson a finales de<br />

agosto por su viaje a New York. El Simca verde estaba parqueado sobre la<br />

calle y el bullicio de la música se escapaba distorsionado entre el viento<br />

que salía por las ventanas de la casa. Subí las escaleras y lo encontré<br />

parado cerca de un rincón. “¿estás borracho?”, le pregunté mientras<br />

le miraba las pupilas perdidas y el cuerpo tambaleante. “¡Entrégame<br />

las llaves!”, le dije y una voz que me produjo escozor en el cuerpo me<br />

hizo mirar enseguida cuando dijo, “Yo las tengo”. Una barriga de pipa<br />

sobresalía entre el vestido rosa con un saco blanco y un rostro acabado,<br />

deteriorado y feo me hizo atar cabos.<br />

(Hummm, con que la mujer con la que te revolcaste es Silvia Gómez. Por<br />

eso la pijama de satín que compré en El Ley para un supuesto regalo, por<br />

eso las llamadas inoportunas a mi casa en las noches preguntando por<br />

Gerson y la visita el día que la vieja María volaría hacia New York. ¡Y las<br />

pastillas de las que hablaba mamá! Vaya tonta que fui. Ya esto es más<br />

claro).<br />

Se las arranqué de la mano de un zarpazo. “Y me voy de aquí, qué fiesta<br />

ni qué ocho cuartos”, dije molesta mientras las chicas me rodeaban<br />

halándome los harapos impidiéndome ir. “Pero por qué no te quedas”,<br />

decían.<br />

62


Maty: Y qué me voy a quedar a presenciar este show, ni loca que fuera.<br />

Las chicas: Quédate Maty, no le prestes atención a eso.<br />

Maty: ¡Claro!, como si fuera tan fácil.<br />

Salí con los ojos echando candela y Gerson gritaba pidiéndome que lo<br />

escuchara.<br />

Gerson: Maty, simplemente esta mujer tenía hambre y salimos a conseguir<br />

algo para comer ¿y cómo la dejaba con el estómago vacío? Por eso me<br />

vine, porque los muchachos estaban esperándome para la fiesta.<br />

Maty: No tenés que darme ninguna explicación.<br />

Gerson: Pero dejá de caminar y escúchame.<br />

Maty: ¿Qué querés que escuche? ¿No que no se iba a meter para nada<br />

con nosotros y que se iba a hacer cargo del hijo?, te das cuenta que lo<br />

que te dije es verdad. Ella quería que le pusieras un hijo para fastidiarnos<br />

la vida.<br />

Gerson: No es así. Veníamos todos de Longraña y ella tenía hambre y por<br />

eso resultamos aquí, no es más.<br />

***<br />

Diario de Gerson agosto 10, 1982: ¡Vida hijueputa!, justo ese día y tenía<br />

que estar borracho. Yo sabía que ella iría y aún así me aparecí con Silvia,<br />

mucho güevón, es que no hay otra palabra. Y para colmo de males, sale<br />

Silvia con esa barriga de pipa a atormentarle la vida a Maty, a traerme<br />

más problemas. Estoy hecho.<br />

***<br />

Volvía por las noches a mi casa y el genio me cambiaba. Se me enturbiaba<br />

el ceño y me encerraba en el cuarto. Gerson comía y salía de casa mientras<br />

mamá se acercaba y me daba consejos. “Mija, mire. Gerson es un buen<br />

muchacho, además recuerde, es mejor malo conocido que bueno por<br />

conocer”, decía y yo la miraba con una ira que me endiablaba los ojos.<br />

Y es que quién podía saber lo que yo estaba sintiendo, nadie. <strong>Sólo</strong> yo<br />

podía sentir ese taco en la garganta y saber que me dolía, el resto de<br />

personas sólo sentían lástima y me rodeaban de abrazos que no servían<br />

de mucho. Papá reposaba en casa regresando de viaje y se acercaba a<br />

decirme, “Mija yo sé que lo que le está pasando es una situación muy<br />

63


difícil, no nos lo esperábamos y usted mucho menos. Pero mija, entienda<br />

una cosa, Gerson no es el primero ni el último hombre que le pasa esto”,<br />

decía papá. Pero claro qué más podía esperar si también era hombre y<br />

entre animales se entienden. “no mija, él no es el primero ni el último<br />

hombre que tiene un hijo por fuera del matrimonio”, decía y salía del<br />

cuarto hasta que yo caía agotada empapada de lágrimas.<br />

“Yo voy a pedir la visa para que nos casemos y nos vamos a vivir allá, a<br />

New York”, decía Gerson cuando me encontraba en la mesa desprevenida<br />

comiendo después del trabajo. Él se hacía a la idea de que aún había<br />

posibilidades entre nosotros y llegó el día de su viaje. Estaba indignada<br />

pero aún así me preocupaba por él, por sus cosas. Dejé sobre su cama<br />

un jean beige de dril con una camiseta de botones en el pecho color<br />

aguamarina que le compré como obsequio en el pasaje Astoria cerca a la<br />

Avenida Primero de Mayo entre Junín y Palacé para que viajara cómodo<br />

durante su vuelo. Mamá, mis hermas y yo fuimos hasta el Olaya Herrera<br />

donde estaban Jhonny, el hermano de Gerson y Martha su esposa que<br />

habían ido a despedirlo como nosotras al aeropuerto. Gerson se despedía<br />

afligido como Hitler cuando hacía daños en casa de la vieja María y yo<br />

lo correteaba con un periódico para reprenderlo y cuando lograba<br />

arrinconarlo con el brazo de furia extendido para azotarlo, me conmovían<br />

sus ojos vidriosos que me despertaban ternura. “Perdóname negra”, me<br />

decía hasta que se metió en el avión y lo vi perderse en las nubes.<br />

Esa noche recibí su llamada contándome sobre el viaje. Decía que nos<br />

extrañaba, que había llegado bien pero que era muy aburridor por esos<br />

lados. Recibía sus cartas siempre cada ocho días durante los dos meses<br />

que estuvo en New York y llamaba dos veces al mes para contar cómo<br />

estaba todo. Gerson le contó a Sucelt sobre lo que estaba pasando y recibí<br />

la llamada de ella hablándome preocupada.<br />

Sucelt: Gerson me dice que quiere casarse contigo.<br />

Maty: Pues no parece, eso lo debió haber pensado antes de ponerse en<br />

esas, ¡y con esa mujer, Susy!<br />

Sucelt: Deja ese orgullo Matilde, ¿de qué te sirve? Gerson está arrepentido<br />

y dice que si no se casa contigo no tiene sentido regresar a Colombia.<br />

Además él cree que ese hijo no es de él, o eso es lo que me dice.<br />

Maty: Pero Susy, ¿cómo es posible que una persona que lo quiera a uno<br />

le haga este tipo de cosas? ¿Qué quiere formar familia?, ¿cómo le voy a<br />

creer eso?, Susy, es que para mí es increíble.<br />

64


Sucelt: Yo sé eso muchacha.<br />

***<br />

Carta de Gerson. New York, septiembre 06 de 1982:<br />

Recordada amada mía:<br />

Es un placer escribirte en ausencia, pues sólo de esta manera se siente<br />

el vacío de la distancia. ¡Bueno!, bastante triste al saber que estás muy<br />

enferma y quisiera saber qué es lo que te causa tal afección-cuéntame de<br />

la situación de mi casa, el perro, el nieto (canario), palomos, etc<br />

Cuéntame también si esta lejanía, ha causado algún comentario como<br />

por ejemplo: “Ya no está jodiendo la vida ese gordo, o tan metido que<br />

es mi cuñado, o cuándo será que se casa para no volverlo a ver”, porque<br />

cualquiera de estas expresiones dan una significación especial para<br />

mí, por cuanto es un consuelo el que mi existencia sea “apreciada” por<br />

cualquier persona (...)<br />

(...) Imagino que crees que estoy bastante amañado, ¿no?, pues no es<br />

así, porque no faltan los detalles desagradables. Pienso en cinco días<br />

comenzar un curso avanzado de inglés, lo mismo que un trabajo que<br />

resultó y lo tomaré para evitar pesadez en la familia.<br />

Sucelt piensa regalarte el vestido de novia y dice que estará en nuestra<br />

boda en marzo, aunque jhenny dice que lo aplacemos hasta mayo para<br />

ella viajar con su esposo y acompañarnos. Así que es casi una realidad<br />

nuestro matrimonio, pero sólo Dios puede impedirlo.<br />

Bueno negra, ánimo, fe, esperanza y amor que es lo que el cristiano tiene<br />

que ofrecer para que este corto tiempo no sea más largo de lo que es en la<br />

actualidad, ¡Ah! Vaya haciendo las vueltas del pasaporte o la información<br />

que se requiere, que yo le enviaré con que sacar las vueltas, cosa que<br />

cuando nos casemos, tengamos todo listo para venir de luna de miel, te<br />

quiero.<br />

***<br />

65<br />

Gerson


Carta de Gerson. New York, septiembre 13 de 1982:<br />

Recordada familia:<br />

Primero me dirijo a la patrona de la casa, barbarita la eterna y bondadosa<br />

suegra que tanto me ha soportado las impertinencias. Estoy añorando<br />

volver a Medellín, pues a pesar de estar con toda mi familia no he logrado<br />

amañarme ni un solo instante. A Bety que tantos sinsabores ha tenido con<br />

el suscrito pero que al fin y al cabo me ha aguantado a regañadientes,<br />

te cuento que esto aquí es como estar encerrado en medio de la Torre de<br />

Babel, todo el mundo habla enredado no se entiende un culo mija. Sí he<br />

visitado muchos sitios turísticos muy agradables con mis sobrinas y he<br />

pasado chévere -escribo chiquitico, rapidito porque si Dios quiero vuelvo<br />

allí para seguir molestando bastante a Girlesa, la eterna malgenio que<br />

la recuerdo mucho y que soñé que se había casado antes que yo, que<br />

había tenido muchos morochitos con pelo indio, que me salude a su novio.<br />

Aceneth el alambrito que por fin engordo, los mismos afectos. A patricia<br />

la blacinita de la casa, que me acuerdo mucho por su gran colaboración<br />

conmigo en la casa. A don Cristóbal, que si Dios quiere pronto voy a estar<br />

hablando con él de temas y de buenos aguardientes -saludos a León,<br />

Samuel, Tomás, a Dalia y demás personas que se acuerden del gordo que<br />

no creo sean muchas.<br />

A toda la familia, que antes de los tres meses, mejor dicho, antes de<br />

finalizar octubre, si Dios lo permite, estaré de nuevo con ustedes.<br />

Octubre de 1982<br />

***<br />

66<br />

Gerson<br />

(Gerson regresó de su viaje en New York y siguió trabajando en Longraña<br />

y comiendo en casa por las noches. En mi casa seguía ese favoritismo<br />

por él a pesar del daño que me estaba causando, no lo entiendo, cuando<br />

Raúl venía las chicas lo ignoraban cuando pasaban, mi mamá lo insultaba<br />

a escondidas y papá no salía del cuarto para controlarnos. Será que<br />

los busitos de inviernos que Gerson traía cuando volvía de viaje tenían<br />

embrujados a los de mi casa. Hasta Raúl ya no era un problema para<br />

Gerson que continuó insistente con su propuesta de matrimonio).


Gerson:<br />

Ese día regresó a su casa y yo me encontraba en la mesa de su familia<br />

como era de costumbre en las noches para compartir la cena. “Necesito<br />

decirte algo”, me dijo, “Sí quiero casarme contigo”. Solté la cuchara y la<br />

miré abrumado, “Pero eso no es todo”, dijo. “Pero eso no es todo”...<br />

Maty: Escúchame bien lo que te voy a decir.<br />

Gerson: Dime, ¿Cuáles son esas condiciones de las que tú hablas? No<br />

pienso invitar a Raúl a la boda, eso no (agrega).<br />

Maty: No digas bobadas Gerson. Escucha bien porque esto es serio. Vos<br />

no vas a poder volver a ver a ese hijo ni darle tu apellido.<br />

Gerson: (silencio)<br />

Maty: Y no quiero, óyeme bien, no quiero que esa mujer se meta para<br />

nada, pero para nada es para nada, en la vida de nosotros.<br />

Gerson: Ella no va a meterse con nosotros. Tomó la decisión de alejarse y<br />

no piensa meterse en nuestra vida. Va a estar distante, no te preocupes.<br />

Y el niño también.<br />

(Sí que me ha complicado la vida La Abuela. Así le pusimos las muchachas<br />

y yo a esa entrometida de Silvia Gómez por la novela de la época que la<br />

protagonizaba Teresa Gutiérrez. “No pudiste conseguirte un zapato más<br />

feo”, le decía a Gerson burlándome de ese espécimen, de ese moscorrofio<br />

de mujer).<br />

***<br />

Diario de Gerson Noviembre 25, 1982: Matilde entró de repente por la<br />

puerta de su casa y como por un milagro extraño o una revelación divina<br />

aceptó perdonarme y quiere mantener en pie la idea de casarnos. Ya<br />

se está acercando el fin de este año maldito que tanto daño ha traído<br />

y que tantas vueltas le ha dado a mi vida y no ha parado de rodar en<br />

este camino de sufrimiento en el que vinimos a parar. Muchas son las<br />

condiciones que me ha puesto y las he aceptado, tal vez por lo que siento<br />

por ella me estoy dejando llevar por un amor condicionado que no sé a<br />

dónde me va a llevar.<br />

***<br />

67


Salimos en la tarde con los hijos de Jhonny, mi hermano a comprar unos<br />

regalos de navidad que Maty y yo les pensamos dar. “Te digo que no<br />

pienso ir a ningún lado a conocer a nadie”, le dije a mi hermano mientras<br />

Maty me miraba.<br />

Maty: ¿A quién tienes qué conocer?<br />

Gerson: Pues Jhonny está llamando a decirme que ya el hijo de Silvia<br />

Gómez nació, pero yo le digo que no tengo que ir a ver a nadie.<br />

Maty: ¿Nació?, ¿y cómo le fue?<br />

Gerson: Jhonny dice que nació por cesárea, pero que se encuentra bien.<br />

Maty: ¿Cesárea?, Hasta malparido salió.<br />

Gerson: ¡No digas eso Maty¡<br />

Maty: Pero si es la verdad. Hijo que no nace normal es porque fue mal<br />

parido.<br />

***<br />

Diario de Gerson Diciembre 02, 1982: Hoy recibí la llamada de mi hermano<br />

Jhonny y de su esposa Martha. “Tu hijo ya nació, ¿no vendrás a verlo?”,<br />

me dijo y les dije que yo no sabía si en verdad era mi hijo y que no tengo<br />

por qué aparecerme por esa clínica. Además Maty fue muy clara conmigo<br />

y prefiero conservar las cosas como van para esperar pronto la fecha<br />

del matrimonio. Igual siento un chuzo en el pecho que me ataca dentro<br />

recordando a mi padre, que hoy se encuentra muerto. A lo mejor y Trino<br />

también se salió por la fácil y ni a la clínica se habrá a parecido a verme.<br />

Pero eso es otro cuento.<br />

***<br />

68


Sin ti papá en este cochino<br />

mundo<br />

Querido papá:<br />

Hoy estoy escribiéndote esto después de ver a mi hermano. Dice que<br />

escribe un poco y que tú también lo hacías y quise intentarlo también. A<br />

lo mejor y lleve algo de pluma en mis venas.<br />

No sé qué te hice para que me dejaras solo con mamá en este mundo.<br />

Salía a la calle a corretear con mis amigos y a veces me sentía mal<br />

cuando tenían que irse a saludar a su padre que llegaba a casa. Mamá<br />

me abrazaba y decía que no pasaba nada, que me tranquilizara y me<br />

limpiaba las lágrimas mientras me contaba historias sobre ti. Me enteré<br />

de la vez en que mamá le pagó a un fotógrafo para que le entregara el<br />

duplicado de las fotos de tus grados a escondidas de doña Matilde que<br />

cuando se dio cuenta se enfureció mucho. También supe que mi tía Sucelt<br />

llamó a mamá y le dijo que te casarías en la Iglesia del Espíritu Santo en<br />

Prado Centro y le prohibió acercarse por el lugar. Ella dice que te veías<br />

con ella y le dabas 120 mil pesos para mis cuidados a escondidas de tu<br />

esposa que la odia bastante. Bueno, al menos defendiste a mamá cuando<br />

mi tía Sucelt decidió echarla del trabajo en Longraña porque tu esposa le<br />

dijo que quería separarse de ti porque no aguantaba más que tú te vieras<br />

con mamá. No hubiera sido tan malo que Matilde te dejara, mamá te<br />

pudo haber aceptado y seríamos una familia completa de papá y mamá<br />

y un hijo consentido. A ti también terminaron echándote por defenderla<br />

y empezaste a trabajar en un kiosco frente a la empresa y ahí mamá<br />

me llevaba para verte cuando estaba pequeño hasta el día en que Maty<br />

llegó de repente con la barriga inflada en embarazo de mi hermana y<br />

entró en cólera cuando nos vio adentro. “Te vas de aquí. Vos sos como las<br />

cucarachas y las ratas, entre más se espantan con la escoba hacia afuera<br />

ellas tiran para adentro, te vas”, nos dijo y cogió a mamá por las greñas<br />

y la lanzó a la calle. Yo miraba petrificado mientras mamá me tomó por<br />

el brazo y nos refugiamos enfrente cuando mi padrino Jhonny salió de<br />

Longraña y nos guardó de la furia de tu esposa. Sé que te molestó que<br />

mamá te haya puesto esa demanda de manutención en el año 87, que<br />

69


terminó perdiéndola porque tú me dabas 120 mil pesos cada quince días,<br />

más de lo que la ley contemplaba y tenías de testigo a un amigo tuyo<br />

que te acompañaba a encontrarte con mamá. “Tu papá se volvió dizque<br />

cristiano”, decía mamá riéndose a carcajadas que porque ahora te las<br />

dabas de buena oveja. Ella te seguía cuando ibas con mi hermana a la<br />

iglesia hasta que Maty tu esposa la sorprendió mirando por la ventana<br />

de la iglesia y no pudo volver a ir. “Tienes un Hermano nuevo”, me dijo<br />

mamá y me alegré mucho porque ya tendría alguien con quien jugar.<br />

Aunque sólo vine a conocerlo ese día que nos encontramos en el Parque<br />

de Envigado y hablamos un poco y te volviste a ir con ellos de la mano y<br />

yo regresé a casa con mamá.<br />

Supe de tu esquizofrenia por tanta presión que tenías viéndote al<br />

escondido con mamá para entregarle dinero. Ella dice que levantaba el<br />

teléfono y marcaba a tu casa para que tu esposa contestara y escuchara<br />

mis llantos y se desesperara, pero entiéndela era una mujer enamorada.<br />

Mi abuelo me aconseja y es casi un padre para mí, aunque yo tengo uno y<br />

eres tú papá. Sé que la iglesia, mis hermanos y tu esposa te quitan tiempo<br />

y por eso no nos vemos tanto aunque agradecí mucho la última vez que<br />

me diste para comprar esa bicicleta para ir al trabajo aunque ya no la uso.<br />

Prefiero caminar. También quiero que sepas que sí me retiré de estudiar,<br />

no pude seguir tu consejo de seguir en la universidad y me dejé vencer por<br />

el Cálculo terminando mi tecnología en Programación.<br />

Es gracioso que mi hermano me busque ahora y quiera hablarme, estaba<br />

por pensar que también me odiaba o algo por el estilo. Han sido días<br />

muy solos en este mundo papá, no te imaginas. Mamá siempre estuvo<br />

pendiente de mí aunque no es lo mismo, ella no entendería esas cosas de<br />

chicos que tú y yo sabemos. Pero bueno, no quiero lamentarme. Creo que<br />

mi novia está esperando un hijo mío y estoy muy feliz, voy a ser el primero<br />

en darte un nietecito. Creo que ya se terminan mis palabras y veo que no<br />

soy muy bueno escribiendo, a lo mejor y heredé otros talentos distintos.<br />

Mi hermano me dio tu número y dice que pronto podemos hacer una<br />

reunión todos juntos como una familia, qué te parece, por mi parte me<br />

parece genial. Te quiero papá y prometo que si mi hijo nace voy a quererlo<br />

mucho porque no sé las razones que existan para dejar crecer un pequeño<br />

solo sin un papá en este cochino mundo que hoy me alberga.<br />

70<br />

Tu hijo, Jhonny


Mayo 20 de 2011<br />

Es una tarde fría en la ciudad de Envigado y me veré con mi hermano.<br />

Ivette, mi hermana, se unió al plan y me acompañará a conocerlo. Un día<br />

llegué ofuscado a casa y me encerré en la biblioteca a buscar algún libro<br />

viejo de papá. Para mi suerte, encontré una colección de libritos muy<br />

bien conservados de literatura colombiana, best sellers y mamotretos<br />

filosóficos que hacían bulto en una repisa. “De Jhonny para papá”, decía<br />

en el interior de un libro de García Márquez de una edición nueva y me<br />

comencé a cuestionar. Papá regresó en la noche y le enseñé el libro. “Del<br />

amor y otros demonios”, dijo retirándole el polvo de la portada y lo abrió,<br />

lo volvió a cerrar y me miró con los ojos aguados y se alejó a su cuarto.<br />

Desde ese momento sentí curiosidad por esa historia oculta que vivía en<br />

mi casa dentro de un libro que papá guardaba.<br />

***<br />

Salí de la casa un poco afanado, cogido del tiempo como siempre. Encendí<br />

el auto y salí a recogerlo. “Llámalo y habla con él, pregúntale dónde está<br />

ubicado y dile cómo es el carro para que el nos reconozca”. “Tiene voz de<br />

niño”, me dijo mi hermana. “Estamos en un auto blanco y ya vamos por<br />

ti”, dijo ella.<br />

Hebert: ¿Será ése que está parado recostado sobre esa palmera, Ivette?<br />

Ivette: Sí, debe ser. Mira el carro que está enfrene de nosotros. (Mazda<br />

blanco modelo moderno), ahí es que se confunde y le da por montarse a<br />

ese carro y lo bajan a bala.<br />

(Suena el claxon).<br />

Hebert: (lo llama con la mano)<br />

Abre la puerta del auto y se trepa en el asiento trasero con su mediana<br />

estatura. (Jhonny es un sujeto bajito de piel morocha y de pelo rizado).<br />

Jhonny: ¿Qué más muchachos, cómo les va?<br />

Hebert e Ivette: ¿Biennnn y vos qué? (con risa de atolondrados).<br />

Jhonny: Bien, ¿cómo van?<br />

Ivette: Bien, con ganas de saludarte y me les pegué.<br />

Jhonny: Eso está bien, ¿y mi papá cómo está?<br />

71


Hebert: Bien, está en la casa.<br />

Jhonny: Yo me asusté cuando me dieron la razón de que llamara que era<br />

algo urgente y yo dije, se murió mi papá y me van a dejar a cargo de la<br />

iglesia (ríe por montones).<br />

Ivette: Ja Ja Ja, ¡no qué tal!<br />

Llegamos a un café en la Avenida El Poblado llamado Otraparte y pedimos<br />

unas cervezas mientras conversábamos y nos contábamos historias. El<br />

tiempo había pasado desde la última reunión que tuvimos los tres en<br />

compañía de papá y no volvimos a saber ninguno del otro.<br />

Jhonny: ¿Y eso por qué me llamaste?<br />

Hebert: Pues yo quería que nos encontráramos y habláramos un poco.<br />

Jhonny: Yo sí me extrañé. Que llame a su hermano, que es urgente y yo<br />

dije: se murió don Gerson.<br />

Hebert: Yo le dije a mi papá que me pasara tu número pero... (Contando<br />

la historia)...Bueno y pedí el número hasta que mi tía Sucelt logró<br />

encontrarlo y...<br />

Jhonny: Y mi papá por qué no se lo dio<br />

Hebert: (Silencio, tragando saliva)<br />

Jhonny: A verdad que yo cambié de celular y desde el año pasado que no<br />

me veo con él entonces no lo ha actualizado.<br />

Hebert: ¿A te viste con él hace poco?<br />

Jhonny: Sí, me dio una plata para comprarme una bicicleta para ir al<br />

trabajo pero yo ni la uso, es que me da como pereza.<br />

Hebert: (Ríe).<br />

Jhonny: ¿Y ustedes qué estudian?<br />

Hebert: Periodismo<br />

Ivette: Comunicación Gráfica en la Universidad de Medellín<br />

Hebert: Pero ella es malita en el estudio<br />

Hebert y Jhonny (ríen).<br />

72


Hebert: ¿Y vos?<br />

Jhonny: Estudiaba, me salí.<br />

Hebert: ¿Y eso?<br />

Jhonny: ¡AH! Los cálculos lo frustran a uno. Mi papá sí me dijo que no<br />

me saliera, que estudiara pero a mí me cogió la pereza y no creo que<br />

termine ya. Mi mamá sí me la sentenció de una, o trabaja o estudia, pero<br />

mantenidos no y ahí empecé a trabajar en una empresa de Metalurgia<br />

en Itagüí.<br />

Jhonny: ¿Y mi tía Sucelt qué?, hace rato que no hablo con ella y mi padrino<br />

-Jhonny- hace tiempo que no lo veo tampoco. Uno esperándolo para que<br />

le tire la liguita y nada Ja Ja Ja.<br />

Hebert: ¡Él también es mi padrino! y enserio, ni un billetico se suelta.<br />

Ivette: ¿Y qué más de la novia?, ¿o no tenés?<br />

Jhonny: Sí, sí tengo. Por ahí estamos haciendo fuerza porque tiene un<br />

retraso y estamos esperando a ver qué pasa.<br />

Ivette: ¿Y cuánto llevan juntos?<br />

Jhonny: ¡Mucho!, ¡como un año ya!<br />

Hebert: ¿Y ya en embarazo?<br />

Jhonny: A mí no me asusta, ya va haciendo como hora de darle un nietecito<br />

a don Gerson Ja Ja Ja<br />

Hebert e Ivette: (ríen asombrados).<br />

Hebert: Pero uno tan joven y ya con hijos, ¿no te preocupa?<br />

Jhonny: ¡Agg!, eso a los 28 ya va haciendo hora, mi mamá es feliz si resulta<br />

verdad lo del embarazo. Mi papá si es como, Vea cuídese que esto y que<br />

lo otro y que vaya a la iglesia ja ja ja<br />

Jhonny: Precisamente estaba hablando con mi novia de ustedes. Ella me<br />

pregunto que mis hermanos qué y yo le dije que yo de ellos no sabía<br />

mucho y vea, recibí la llamada, los llamé con la mente.<br />

Pagamos las cervezas y de nuevo nos montamos al Ford fiesta blanco de la<br />

familia para llevar de nuevo a mi hermano a su casa. “Estamos hablando”,<br />

dice y se baja del carro perdiéndose tras la puerta de su casa abrazado<br />

73


por su tía.<br />

Hebert: Papá quiero leerte algo<br />

Gerson: Dale, ¿es tuyo?<br />

Hebert: sí dice así: “Esa noche regresábamos de visitar a Sucelt, mi tía, en<br />

el Barrio Santafé. Gerson, mi padre, conducía el Ford Fiesta Blanco de la<br />

familia mientras viajábamos al sur de regreso a nuestra casa en Envigado”.<br />

74


***<br />

Jhonny David Rodríguez Gómez vive en su casa en envigado en el barrio<br />

El Oasis cerca al Trianón en compañía de su abuelo, una tía y su mamá.<br />

Gerson Rodríguez, su padre, vive en el barrio Mangazul en Envigado con<br />

sus dos hijos y su esposa.<br />

75


“La cronología de la infancia no está hecha de líneas sino de<br />

sobresaltos. La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos,<br />

o, mejor d icho, está hecha d e intemporales conchas de<br />

recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos. Sé que<br />

pasaron muchas cosas durante aquellos años, pero intentar<br />

recordarlas es tan desesperante como intentar recordar un<br />

sueño, u n sueño que nos h a dejado una sensación, p ero<br />

ninguna imagen, una historia sin historia, vacía, de la que<br />

queda solamente un vago estado de ánimo. Las imágenes se<br />

han perdido. Los años, las palabras, los juegos, las caricias se<br />

han borrado, y sin embargo, d e repente, r epasando e l<br />

pasado, a lgo vuelve a iluminarse en l a oscura r egión del<br />

olvido. Casi siempre se trata de una vergüenza mezclada con<br />

alegría, y casi siempre está la cara de mi papá, pegada a la<br />

mía como la s ombra que arrastramos o que nos arrastra”.<br />

76<br />

Héctor Abad Faciolince

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