Horas Santas Preparatorias para la Festividad de Corpus Christi

PRESENTACIÓN
El Jueves de Corpus es una de las tradiciones religiosas muy arraigadas
en el pueblo de México. De acuerdo con los cronistas, el Jueves
de Corpus comenzó a celebrarse en 1526, apenas cinco años
después de la caída de la Gran Tenochtitlán.
Esta tradición se iniciaba con una solemne procesión encabezada
por el arzobispo. Durante esta celebración, el zócalo de la ciudad
de México era invadido por los creyentes, originando con el paso
del tiempo que comerciantes y artesanos se dieran cita en el centro
de la capital, arreando a sus mulas en cuyos lomos cargados de
huacales, transportaban sus mercaderías.
Los indígenas llegaban el Jueves de Corpus a la Plaza Mayor con
sus huacales de mercancías. Y después se hizo costumbre llevar a
los niños a la catedral, durante esta celebración, vestidos de inditos,
llevando en sus espaldas un huacal.
Y sin perder, todo este colorido que nos hace recordar nuestras
raíces, es necesario tener presente -afirma nuestro Arzobispo Don
Norberto Rivera- que en la fiesta de Corpus contemplamos a: Cristo,
Luz del mundo, que vino a nosotros, se entregó por nosotros y se
quedó con nosotros para acompañarnos en el camino de nuestra
vida, durante esta peregrinación que realizamos en esta tierra. Vino
a quedarse, y por amor y su decisión se encerró en un pedazo de Pan
y en un sorbo de Vino, para fortalecer nuestros pasos y para ser
compañero de camino… Para ser Buena Nueva para la Ciudad.
Además, agrega la Solemnidad del Corpus es la fiesta del optimismo
y de la esperanza, del perdón y del amor. El Señor sale a nuestras
calles a bendecir y a estar con su pueblo, sale al encuentro de una
ciudad ofendida por la inseguridad y la violencia, por la pobreza
material y espiritual, por leyes que violan el derecho más fundamental
de todos los derechos humanos, el derecho a la vida, e ignoran
la naturaleza misma del matrimonio fundamento de la célula básica
de la sociedad que es la familia…
Aprovecha este material en tu comunidad para preparar
y participar en la fiesta del Corpus dándole un
sentido misionero.
Jesús Eucaristía, Buena Nueva para la Ciudad
ía y el de la Caridad con los pobres.
Son abundantes los escritos del magisterio de la Iglesia, sobre
el sacramento del Orden, de gran valor para entender el
ministerio sacerdotal hoy, todo lo dicho a partir del Concilio
Vaticano II.
En cuanto a la vocación para el ministerio sacerdotal, hoy se
ha puesto de relieve el concepto de “Caridad pastoral” como
una característica, que tiene que estar en la conciencia de
quien se consagra por el sacramento del Orden, de una manera
muy particular al servicio del Pueblo de Dios en la Iglesia,
para ser los primeros que presiden a una comunidad al
servicio del Mundo para ser constructores del Reino de Dios
(cfr. Mt 20, 24-28; Mc 9, 35; Jn 13, 4-15).
El papa Juan pablo II dice a los obispos del mundo: “De este
modo viviendo como hombres de esperanza y reflejando en
el propio ministerio la eclesiología de comunión y misión, los
Obispos deben ser verdaderamente motivo de esperanza para
su grey. Sabemos que el mundo necesita de la “esperanza
que no defrauda” (Rm 5, 5). Sabemos que esta esperanza es
Cristo. Lo sabemos, y por eso predicamos la esperanza que
brota de la Cruz” (Pastores Gregis n. 5).
El Presbítero en comunión con el Obispo, hoy más que nunca
está llamado a ser el primer animador y responsable de las
tareas que manifiestan la necesidad de una Nueva Evangelización,
o una Evangelización renovada (cfr. El Presbítero,
maestro de la palabra, ministro de los sacramentos y guía de
la comunidad, ante el tercer milenio cristiano, Congregación
para el Clero, a. 1998).
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