Horas Santas Preparatorias para la Festividad de Corpus Christi

Fiesta de Corpus Christi 2010
Carta titulada Ecclesia de Eucharistia (a. 2003) habla de la relación
entre la Eucaristía y la Iglesia, ésta nace del misterio pascual
que inicia con la institución de la Eucaristía en la Última
Cena, en la cual y por la cual, la Iglesia sigue haciendo memoria
de la acción salvífica de Dios, al proclamar “anunciamos tu
muerte, proclamamos tu Resurrección, Ven señor”; es entonces
en la Eucaristía y desde la Eucaristía como el anuncio de la Buena
nueva de Dios, sigue resonando en muchos oyentes sedientos
de buenas noticias.
Nuestra Ciudad necesita escuchar esta noticia: “Cristo debe ser
Buena Noticia en la transformación de nuestra Ciudad”.
En la línea kerigmática se requiere “una pastoral acogedora de
las personas y sus búsquedas actuales” lo que conlleva a decirle
“No a la burocracia. No al desinterés. No a la frialdad. Sí a la calidez,
a la cercanía y a la ternura” (Ib. pp. 13-14).
El kerigma requiere salir y no quedarnos en nuestros templos,
grupos, movimientos, esperando a los que vengan; se requiere
“que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro,
una casa acogedora…” (DA 370).
Asumir el Kerigma como el hilo conductor de todo el Proceso
evangelizador misionero, implica no quedarnos con una parte
del todo, sino mirar todo el conjunto del proceso y de sus aspectos
fundamentales; nuestra Ciudad requiere, para ser transformada
en el reino de Jesús, que sepamos transmitir nuestra
experiencia de Cristo, Señor de la vida.
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Jesús Eucaristía, Buena Nueva para la Ciudad
El interés de la Iglesia por profundizar en la Vocación y Misión
de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo, encontró un
momento de profundidad con la celebración de un Sínodo (a.
1987) de Obispos que reflexionó sobre esto, los frutos quedaron
plasmados en la Christifideles Laici, ahí a partir de la
parábola del sembrador se afirmó “Id también vosotros. La
llamada no se dirige sólo a los Pastores, a los sacerdotes, a
los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos: también
los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor,
de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del
mundo” (n. 2).
El servicio de los laicos hoy se hace más urgente ante los
nuevos contextos que enfrenta nuestro mundo: “Nuevas situaciones,
tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas
y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la
acción de los fieles laicos.”
“La vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la
vida según el Espíritu se exprese particularmente en su inserción
en las realidades temporales y en su participación en
las actividades terrenas” (n. 17).
Iluminados por las principales orientaciones del magisterio
de la Iglesia sobre los laicos, que es abundante, en la Arquidiócesis
de México hay una claridad en cuanto a su papel, tan
importante, que han de realizar como miembros de la Iglesia,
a través de las distintas tareas tanto extra como intraeclesiales,
con la conciencia de ser en esta realidad de nuestra
Ciudad constructores del Reino.
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