Novela moral - Ayuntamiento de Murcia

m
. . ^ ^ ' ^•"í C.-»..
© Ayuntamiento de Murcia

NOVELA MOK.-1,^
t A
MUGER RARA
ÉÑ ^U ESX
ESCRITA EN
POR Mn M'A
de la Academia
du cicla por íií^^lpa-' . jkj§
sionadOi
CON' LICENCIA:
mm K :fOn:fOÍíirOl; ifV >í :rfk!*^'f^ f^
En Murcia; Por Ffancisco Be
vive en la Plateria,
ano 178^.
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Nuílutn afúmai homine morosius
esty
Nnllum. majori arte traBandum.
Senec.
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DISCURSO.
^É quañtos Seres tiene la-naturaleza
, erl las dos especies- racional
y bruta j ninguna es tan
difícil denlanejar Cómo el ííómbre •, y
por consiguiente ,• para tratarlo" , ó retraherlo
de sus viciosos aféíílós j es menester
mücíío arte. Cdrhó fue criado
para dominar , antes que: sugetó a obedecer
á otro que á su Criador j y en el
brevisimo espació de su inocencia todo
le rendía vasallágé , conserva en su natural
el impreso cara(í^er de aquel Señorío
, de que fue degradado por su culpa
, quedándole siempre la inclinación.
Dexára de ser castigo de su rebeldía la
ley de la dependencia , síno rubiera el
apetito al dominio : y no fuera virtud,
ÍU tuviera mérito la obediencia, si nues-
Aa- tra
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tra natufa!eza, ya degrackda de su pñ^
mitiva dignidad , no sintiese interior
hastio á la subordínaciojní
Estando por esta resísteíicia generalnnente
decidido el caradíer de íóS
hombres, con propiedad se llama sublime
el grande arte de manejarlos', pues
en el acierro ckl método , y en la elec*
cion de los medios j se ofrece otra nueva
dificultad , que se varia siempre; en
todos los individuos , por ser cada uno
iTíia abreviada república , que necesita
distintas leyes para su gobierno. De
aqui es el gran pulso con que deben
proceder los que exercitan eí mando,
permitiéndoles tal qual vez discurrirla los
que parece han nacido para obedecer j y,
de aqui es la precisión de la equidad,
qvic en todo asunto deben guardar para
ser menos odiados. t)igo menos
odiados , por la necesidad absoluta de
serlo en parte j asi porque los hombres
siem-
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siempre aborrecen á los que mandan,
como dice una do¿la pluma •, (A) como
porque ni Júpiter mismo (decían los
Paganos ] pudiera contentar i toaos.
(B)
Grande es , en eítdio , el talento de
tnandar pues exige un tino mental, que
tenga siempre como vinculado el acierto
, para aproximarse mas a la perfección
: talento que solo recide en una
mente sabia y capaz por sí sola de vencer
, y de hacer obrar á muchos brazos:
(C) talento que incluye la virtud de U
mas sana política , y esta es ei mas eminente
que pueden íos hombres adquiriri
(A] Simul ista miindi conditor posuit
• Dcus odium atquc regnum.Scnec.
(B] Nec Júpiter quídam ómnibus pla^
cet. Ibid.'
(C] Mens una sapiens plurimum vifiy
..£¿[ manus. Euríp,
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ir j [D) y talento, finalmente , que pro^
duce la dulzura de la harmonía , y que
mantiene el equilibrio de la concordia,
con cuya virtud toman bello incremento
las cosas mas leves, quando su contrario
vicio desbarata las mas graves.
[E)
Agradable , y útil espedaculo de
muchas virtudes cibiles y morales ofrer
ce á los ojos de los que obedecen , el
que manda ; y aunque no por eso dexan
de sentir aquellos el yugo que les oprime
, enmudece su detracción a la brillante
vista de las equitativas operan
clones.
No puede menos pues el hombre
de sentir , allá en el fondo de su corazón.
'j
(D) VirtutepolíticaprestantioremnuU
lana homo assequitur. Plut.
(E) Concordia parvcs. res crescunt, discordia
maximc& dilabuntur. Salust.
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«^ Zon, el ascenso que -otro adquiere , ^y
Cxercita sobre él j y quando los esfuerzos
de la casualidad hacen que baxe la,
j cerviz aj femenil mandato de la propia
i inuger , á quien la Sabiduría Divina le
dexó subordinada, entonces si, que repugna
la autoridad ,, y que desprecia el
precepto. Sin embargo,la mayor felicidad
de un hombre débil , ó del que,
por su desgracia , se hubiere extravíado
, es el ascenso que haya adquirido,
sobre él , una muger cuerda y virtuosa.
Sensible, y aun vergonzosa le sera sirt
duda al principio la débil mano que lleva
siempre tirantes las riendas de su go-
I bierno ; pero en breve tiempo , sacu-
Cudiendo el torpe letargo en que le tuvieron
embebido sus insensatos deseos,
y vergonzosos extravíos ., reconocerá la
luz , y gozará tranquilo de una no interrumpida
felicidad.
Jsío , ijo es tan rídiculp como nos'
pro-
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propone la idea , eomlilimente falsa,
que forrjiamps de trasmitir el mando y
j-cgimen de nuestros bienes 3, l^i propia
niuger, quando en esta concurran todas
las circunstancias de virtud , juicio , desinterés
, y eficacia ; antes si , en todo
]ionibre desarreglado , es este arbitrio
de absoluta necesidad. ¡ Quantas veces
^Uana una muger de entendimiento
montes de dificultades , que se presen-r
taban inaccesibles al hombre mas osar
do , y emprendedor í Quantas , untieD
no ruego íemenil, interrumpido y alternado
con lagriftias, ci,paces de ablanodar
un corazón de marmol, ha calmado
h ira de un ppdproso , la indignación
de un Gefe.,,. y aun la justicia de un
Juez ? No hay •duda que la naturaleza
parece que mantiene una oculta inteligencia
entre ambos sexos , por la que
todo se conforma, y nada SÍ; resiste •, ha^
ciendo , cosa rara ! qug sea dp |a fuerza
menor el vencimiento. Para
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Para que se vea , en fin, que una
'ínuger juiciosa puede restablecer la fortuna
de un maridp , arruinado por sus
locos dispendios j que puede ponerse a
la cabeza de todos los negocios, y hacer
frente con valeroso denuedo a las
mayores y mas arriesgadas dificuitadesi
que sabe cambiar con animo generoso
las ostentaciones del luxo j por las frugalidades
de la economía', que Inventa
artificiosos ardides para que su esposo
pueda contrarestar la fuerza de la cos^
tumbre •, y finalmente , de todo lo qiie
€s capaz la virtud , l>^3S^eí4cia , y el
íalentp en una muajI^^^ase^^ítQk. reflexión
el argumentadle ^ig^, '^^concluirá
íjue es 1:^12
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NOVELA MORAL.
LA MUGER RARA EN SU
Estador
Ozad Señora de todos
los gustos de
vuestra casa , haced
sus honores , y sus
delicias y pero no os
mezcléis en nada de
ella. Esta érala máxima
, no interrumr
pida en el espacio de ocho años, que
daba
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3aba el fastoso Melidoro a su Mugef.
Consejo fácil y agradable de seguir ; y
que en efe¿lo la joven y viva Acelia lo
había seguido bien ; pero la razón vino
con la edad , y aquella especie de letar-
^ en que habia caído , se disipó,
Hab ía tenido la desgracia Melidoro
de nacer en U opulencia , y criado entre
\A: noble juventud del Reyno , revestid^
desde que conoció el mundo de un empleo
considerable , y arbitro de 5U caudal
desde la edad de la razón , esta fac
para él la edad de las locuras. Su ridiculez
dominante era querer vivir como
hombre de calidad , por lo que se ílimi-*
liarizaba con los Grandes, y estudiaba
con cuidado sus modales , mas como las
gracias nobles y simples de un verdadero
cortesano no .'on fáciles de imitar, se
adhería al ayre y modo de nuestros Señoritos
, como á buenos modelos.
Ya que fue vergonzosQ para el, no
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1 f)ól3ér ciecli' mis dominios y y mis va^
' salios , empleó la vaepr parte de su»
fondos en tierras , cuya renta efa muy
1 débil a la. verdad , pero magnifícós sus
' derechos v y como había oído decir que
los grandes Señores tenían Administradores
que los robaban , Acrehedores á
quienes no pagaban , y Damas po¿o fieles
j miró siempre como cosa inferior
ver sus cuentas ^ pagar sus deudas j y set.
delicado en amof. '
Luego qué el rtayor' de suí^ hijos htívo
llegado ii la edad de siete áñós jtuvo
gran cuidado deéscogetle un Maestro
incapaz y toñtO ^ que por metito partí-
! cular saludaba cori gracia. Este era el
I firotegído de un complaciente dé MeU-
¡ idoro , llamado Duf-arison , persoñáge in-
' solente y baxo , especie de Dogo ^ qa

, 4 , , . . ,
ílenode atrogahda y de mal genio. Rí-'
fo,pero avaro^encontraba cómodo tenef
una buena casa , que; no fuera la suya,
y placeres de toda especie , á expensas
de otro. Tacitafno observador de todo
lo que pasaba j se le veía clavado en
un taburete decidir de todo con algunas
palabras cortantes, y erigirse en do^
mestico censor. Desgraciado del hombre
de bien , que no íe fuera temible, porque
lo despedazaba sin piedad y por po-*
.co que le hüvíese desagradado su modo.
Melidoro atribuía el genio de Duranson
á Filosofia^ y como sabia bien quC
era su héroe , el incienso de un hombre
de este caraííer era para él un perfume
delicado. Ni el lisongero tenia cuidada •
de comprometerse ^ y de afligirse.; pues j
•si aplaudía á Melidoro ert publico, solo
era con un golpe de vista. , ó con una
complaciente sonrisa-, reservando siem-^
pre el Elogio para quando esÉaban cara á
cara,
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5
cara ,que: cntotices se satisfacía. No dexaba
de coátar alguna pena á MelidorQ
creerse dotado de un mérito tan emi?
nente j pero era preciso que tuviese alguno
, porque el amigo Düranson , que
se lo aseguraba , era nada menos que.un
falso adulador.
Poco creía hacer Durartsórí en agradar
al marido, y asi se habia también
lisongeado de seducir a su joVeft muger;
con que comenzó á decirle bien de ella
sola, y muy mal de todas las cíemás de
5u edad , y de su estado j mas ella quedo
tan poco penetrada de sus sátiras, como
de sus elogios y ^con que sospechando,
que se le despreciaba, probó hacerse temer
, y por rasgos malignos y picantes
la hizo conocer que solo consistia en él^
ser malo a expensas de ella misma •, lo
que tampoco le surtió efedo. Yo puedo
tener ridiculeces ,- le dixo ella , y permito
que se les ataque j. pero: di;.un poco
mas
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6
Iftas íéxos, sí ds páteCé ; cjüé tti mí eás^
Un Ceiisof puntual me fastidiaría easí
-tanto Cómo uri GomplacientG servil.
-i'- Éfí el tono resuelto que ella sostü-i
volvió bien Duransort , que para reducirla
erd menester mas largo rodeo.'
Hagamos j dixo él, que ella tertga necesicíatí
de ttii : aflixamosla , para consolarla
; y quando su vanidad vulnera'da'
mj¿ la ofreciere sin cíefensa ^ me apoderare
del mome^nto deí despeclio;que el
confidente de las penas de una muger,:
suele ser el mias feliz vengador. Lastima
os tengo Señofa y le dixo él ^ y yO no'
debo ya disimularos lo que" me aflige
scnsiblemerité : días fiace qtie se descímina
Melidoro,> y íiace locuras; con que
sí continúa , ya rio ten

7
da : él Insistió , hizo Valét su celo , declamó
conrra los caprichos y travesuras
de los mafidos del tiempo ^ dixo haber
hecho avergonzarse á Melidoto •, y oponiendo
las gracias de Acelia á los vanes
atradlivos que movían á su esposo , se
enardeció tanto , que se olvidó, y se
vendió él mismo ; y ella se sonrio con
desden de la mala difeccion de aquel
falso. Ved aqili lo que yo llamo un amigo
, dixo ella ; y ño esos viles complacientes
que tiene el vicio á sus gages para
lísóñgcarlo y servirlo^ Bien segura
estoy j por egemplo , que habréis dicho
á Melidoro en su cara todo lo que acabáis
de referirme. = Si Señora, y mucho
mas todavia* - Luego bien tendréis valor
pata culparle delante de mí sus malos
procedimientos ? =: Delante de vo»-
Seííora ! Ah , guardaos de daros por entendida
, porque eso seria alcxarlo del
remedio : com^ es tan altanero , quefi
daría
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daría indignado de tener porq[ué aVCí-'
gonzarse á vuestros ojos •, no vería eft
mi sino un pérfido amigo •, y quieti
sabe también que odülto motivo daria»
nuestra inteligencia ? = No importa\yo
quiero convencerlo , y oponerle en vos
un testigo quie el no püedíL desaprobar. ==
No Señüfa , no", quedaríais perdida- Di'
simulando es como reyna una müger: la.
buena dirección , íá dulzura ^ y .vuestras
gracias, si que son vuestras ventajas sO'
bre nosotros. La quexa , y el cargo solo
sirven para agriarnos •, y de toctos loS
medios de atraernos y eí mas mato es j
confundirnos. El tenia razón ', pero fuS j
inútil , porque Acelia nada queria eS'
cuchar. Bien se y dccia ella ,todo lo qu^
arriesgo ', pero es forzoso llegar al'
rompimiento, porque no quiero ser coO
mí silencio cómplice en los excesos o^'
mi marido. Hizo quánto pudo por disu^'
diría , hasta verse reducida, a pedirla 1
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j.f
^íácia , süplicanclola , que no le castiga*
^e un celo quizas imprudente- Y es esa^
le dixo Acelia ^ ía franqueza que nada
puede intimidar? Yo áer^^pijcs=fifta¿ cuerda
que vos 'y pero aC^^
de no decif nunca clé^iest-Jíias af^
lo que ñtí queráis qíi|i^elW)s::S€^^:5^'
quantó á mi, por
rido proceda i' yo
alarme de ello jafná^.N , , ^
dp Duranson de haberSíiáQ t^%x|tó/recibido
, juro la pérdida cte*A€el:tav
•era preciso demorarla á ía ruina de sU
^ ttiarido.
Nadie en ía Cort^tiene tantos amigos
como ün Jioinbre opulento y prb-
1 ^igo. Los de Melidofo , en sus cenas»
' ivp dexaban de alabarlo en sii pícsen-
5^^jytenian ía honestidad de esperar
^ estar fuera de ía mesa paríi reirse de él.
'^us acrehedores j cuyo numero crecia,
• ~no eran tari complacientes v P^r^ él
"^ Bz amigo
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,10
amigo Düranson desviaba el tropel-, pues
sabia , decía él , el modo de imponef
respeto á estos picaros. Sin embargQ
como todos no eran igualmente timí'
dos , era necesario de tiempo en tieix^'
po, para apaciguar á los mas amotinados
, tener recurso 4 los expedientes •, y
Düranson , baxo un nombre supuesto»
finiendo al socorro de su amigo , íc
prestaba sus gages con la mas gruesa
usura.
Quanto mas se empeoraban los negocios
de Melidoro , menos queria eh
oír hablar de ellos. Haced lo que. que'
Jais, decia á su Administrador , que y^
ürmaré •, pero dexadme tranquilo. EP
fin , vino el Administrador á afiuncíaí'^
le , que ya no sabía a donde dar la ca*
ra , y que sus bienes iban á ser embaí'
gados ', por lo que Melidoro le díxo qu^
era un picaro. Yo soy todo lo que

TI
tónistrador •, pero debéis, y es preciso
pagar ', y sino , van a perseguiros.
Meiidoro hizo llamar al fiel Duíanson
, y le preguntó si se hallaba
*in recurso.:::: Uno tenéis bien seguro;
pues Madama tiene con que obligarse,
= Si, pero consentirá en ello I Seguramente
! Puede titubear , quandp
f$ por vuestro honor í Sin embargo , no
la sobresaltéis : tratad ligeramente el
asunto , y no le dexeis ver en la obligación
, sino una formalidad de uso,
lúe ella no puede dexar de cumplir,
í^ió un abrazo Meiidoro a su amigo,
y se dirigió á la havitacion de su muger.
Acelia ocupada toda en sus diversiones
, nada sabia de lo que pasaba:
*^as dichosamente la havia dotado el
^ielo de un espíritu justo , y de un
^iiimo firme. Vengo Señora , le dixo
s^ marido , de ver vuestro nuevo co-
^he, que sera delicioso. Los cavallos
han
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12han
llegado también , pero qué tífQ
tan preciojso ! Ellos son lozanos j pero
el Conde de Pisa , que Jos gobierna los
domará , pues tiene habilidad sobresaliente
pn la Corte.
Aunqui? estaba acostumbrada Acelia
á las galanterías de su esposo , no
dcxQ de quedar , al tiempo que lisongeada
, sorprendida de esta. Yo os arruino
, le dixo ella. - Ah Señora que
uso mas digno puedo yo hacer de mí
Raudal , que emplearlo en lo que os
pueda dar gusto I Desead sin reserva,
y gozad sin inquietud \ que nada ten'
go que no sea vuestro *, y me lisongeo
de que pensáis del mismo modo. A
proposito , anadio con descuido , yo
tengo alguna disposición que hacer,
pn la que para cumplir formalidades
tendré necesidad de vuestra firma : pero
despues;habliiremos de esto , que ahora
lo que me ocupa es la color de vuestro
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J3
I tíb coche , pues el Pintor espera sa-
I ber vuestro gusto. Yo me consultaré,
tlixo ella , y desde que él salió cayo
en reflexiones. •
Acelia , que era una rica heredera,
á quien la ley ^seguraba su patrimonio
, divisó las conseqüencjas de la
obligación que se le proponia *, y aquella
noche 5 en Utgar de ir al espeílaculo,
pasó a casa de su Notario : mas
quanta fue su sorpresa, al saber que
Melidoro estaba reducido á los expedientes
mas ruinosos! Empleó pues el
tiempo del espc^laculo en instruirse, y
y en consultarse , y a su regreso, disimuló
su pena á los ojos de la concurrencia
que tenía para cenar ', mas
quando su marido , frente á frente
con ella , le propuso que se obligara
por él, le dixo; yo no os abandonaré
si os dignáis fiaros de m\; pero exijo
una confianza eníera , y un pleno
poder de gobernar mi casa. Hu-
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- Humillado quedo Melldofo con la
idea de tener á su muger por tutor,
Dixole que se daba al sobresalto sin
motivo, y que él no sufria que entrase
en un detal fastidioso para ella, ==
No señor , yo lo he descuidado mucho;
y esta culpa no quiero tenerla mas.
No creyó Melidoro deber insistir j y
haviendos€ congregado los acrehedores'
el día siguiente : Seiíores , les dixo
Acella con tono juicioso , pero firme,
aunque mi caudal es de mis hijos, conozco
quan justo es que yo ayude a
su padre ', mas esto ha de ser de bue^
na ík. Los hombres de bien me encontraran
exa(íla', mas no respondo á
los picaros, de las locuras de un disipador.
Mañana me traeréis copia de
vuestros creditps , que quiero no haceros
esperar mas, que el tiempo de
examinarlos.
Desde que Acelía se vio á ia cabe-
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2ía de su casa, lio ya la misma muger/
bblvió los ojos i su vida pasada , y
solo vio en ella una

16
?a ! Y con qué? =• con mi gaveta ; d"
primer paso de la economía es la de§'
pedida de }.in Administrador.
Hizose un instante después la re^
forma en lo domestico, y en el gasto
j y Acelia dando exemplo, decia á.
su marido : animo , y cortemos por lo
mas vivo , pues no sacrificamos otra
eosa.. que nuestra vanidad. =: Y la decencia,
vSeñora ? =: La decencia consiste
en. no disipar el bien de otro, y en
gozar del suyo sin delito. = Pero sí
despidiendo esas gentes , las pagáis, es
agotar nuesrro único recurso. = Quedad
traquüo amigo mío : yo tengo alhajas
, y diamantes >. y en sacrificando
estos adornos me hago de uno de mas
precioso valor.
; Llegan el día siguiente los acreedores
, y Acelia les da audiencia. Aquellos
á quienes Mclídoro havia comprado
muebles de alto precio , ó cwriosida-
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íja

;i8
crito mío también ; en el que declaro
que nada se me debe. = Y de ese escrito
que tiene vuestro , puedo yo tener
una copiaír: Ahora mismo, si la queréis,
porque me pesa el nombre de usurero.
Este papel era una arma para Acelia;
pero no era tiempo de avisar á Melídoro,
ni de rebolver á Duranson; con que
creyó deber disimular todavia.
Su Notario, que vino á verla , halló
que en veinte y quatro horas havia
puesto en ahorro una buena parte de
su renta , y satisfecho una porción
de deudas. Estáis, le dixo , en los buenos
principios: la economía es de todos
los recursos, el mas seguro , y el mas
fácil; pues en un instante se enriquece
de todo el caudal que se disipaba.
Durante su conversación , confundido
Melidoro se afligía de ver su caáa
despoxada. Y qué , le dixo su muger
, consolaos •, que yo no os quito
' ^ sino
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sino las ridiculeces. Pero él que sol
niiraba el mundo , y la humillacioa
de decaer, se retiró consternado-,dexando,
á Acelia con el Notario.
Una muger joven tiene en los negocios
una ventaxa prodigiosa. Sin inspirar
lo que se entiende por la esperanza
, y el deseo de agradar, ella interesa
, y obliga á una especie de facilidad
, que no tienen los hombres
unos para otros. La naturaleza dirige
entre los dos sexos una secreta inteligencia
, por la que todo se allana,
V se concilla ; y quando de hombre
a hombre se tratan como enemigos,
con una muger s.c prestan con amlitad.
Acelia hizo mas de una vez
U prueba , y su Notario puso en servirla
un celo, y una eficacia, que no huviera
tenido por su marido.
Señora , le dixo él, haciendo el balance
de los bienes de Melidoro , con
la
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ió
la suma de sus deudas; yo éncuenfrd
bastante con que pagarlas : mas los
bienes que se benden de priesa, se dárt
por lo cotoúñ á vil precio. Suponga'^
mos que loí suyos sean libres, y que
pueden responder, y cubrir mas dé
doscientos mil escudos que debe ^ mas
si queréis obligaros por él, rio es imposible
reducir eseí tropel de créditos
á un pequeño riumei'o de articuloá
mas simples , y menos onerosos. I-Lv
cedió , dixo Acelia , que yo consiento
en todo , y me obligo por mi marido
\ pefo ha de ser sin su noticia.
Uso de está prudencia el Notario, y
quedó autorizada Acelía para contra'tar
en nombre cíe Meíidoro.
Este havia procedido de buena fe
sobre todos los artículos , á excepción
de uno solo, que' no se havia atrevido
á declarar á sumügef^ laque
oyéndole' aquella, nocíte' gemir, preten-
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21
tendía con dulzura consolarlo. No lo
Sabcis todo, le dixo él;y estas palíf^
bras fueron seguidas de un profundo
silencio. Precisábalo Acelia , pero en
vano, porque la Vergüenza le impedia
la voz. Prfes qué ^ le dixo ella, tenéis
penas que no osáis confiarme?
Tenéis acaso aígün amigo mas tierno^
mas seguro , ni mas indulgente que
yo ? Quanto mas derecho tenéis á mi
estimación y replicó Melidoró , tanto
mas debo avergonzarme dé la coñfesioh
qué me queda qué haceros* ííaveis oído
hablar de la Cortesana Leoíior ?
Pues ella tiene dé mi cincuenta mil escudos
eri billetes. Viendo Aceíia con
alegría el momento de bolvéfá ganar
el corazón de su marido: no és tiempo
ahora , lé dixo , de culparos una
locura de la que tenéis vergiienza , y
á la que habrá qul¿as contribuido mi
disipación ¡reparemos , y olviderao's
núes-
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jauestfós delitos ^ que ese! no carece át
•remedio. No concebía MeÜdofo , quÉ
una muger hasta allí tan lígefa > huviese
de un golpe acjuitido tanta raíon.
NÍ Acelia estaba menos sotpren-
-dida de qué un hombre tatt altanera?
y tan vano ^ de un golpe se hüviera
convertido en tan modesto. ¡ Si será
un bien para nosotros, se decian el
haver caido tñ la desgracia ?
Al siguiente día Acelia , haviendo-'
se Consultado bien j se fué en persona
á la casa de Leonor. No sabéis, k
dixo aquella , quién viene a Vertís ?
-Pues es una rival \ y sin rodeó se nom^
bró. Seiíora , le díxo Leonor ; yo estoy
confusa del honor que me hacéis,
y siento tenet Culpas contta vos y pero
mí estado las excUsa, A Melidorp
se debe vítupei'ar, y al veros , lo vl-^
tupero yo misma; pues mas que" y le ^^
Ace-
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!A.celía ) yó ño ule qüexo ñí de vos, ni
de él') que es castigo de una muger disipada
> tener un marido libertino •, y
tengo a lo menos eí placer de ver que
Melidofo aun conserva en sus gustos
alguna delicadeza; pues tenéis un espíritu,
ün ayre de decencia^ y otras gracias
que serian hechas para hermosura de la
Virtud. =: Me miráis señora con demasiada
indulgencia ; y esto prueba lo que
me Suelen decir > que las mugerBs mas
honestas , no son las que hóS atienden
menos i que como no hallan'que envi-
«íiarnos, tienen la bondad de tíompa^
decemos. Las que hos asemejan > sí que
Son mas injustas j pues nos despcda:zan
al tiempo que nos imitan. Escuchad replicó
Acelia j que quería conducíala á
Su fin 1 lo que maS se baldona en vuestro
estado no es esa flaqueza sola , de
que tantas mugeres tienen que avergonzarse
j sino una pasión todavia mas
C odio-
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odiosa. Él fuego de la ecíad , el gustO'
-de los placeres- , el atraólívo' de una
vida deleitable, y libre , alguna vd
también el sentimiento , porque yo os
creo susceptibles, todo esto puede te^
•ner su excusa j pero renunciando á la^
virtud de una muger os veis maí
obligadas a tener á lo menos la de
un hombre : y esta no es una especie
de honestidad á la que no renunciáis? =:
Sin duda que no. = Pues bien y decidme
: esa honestidad os permite abusad
de la embriaguez ^ y de la locura de
un amante , hasta el punto de exigir,
y de aceptar de él unos empeños insensatos,
y ruinoros para su familia ?,'
•Melidoro,, por exemplo j os ha hecho I
billetes que importan cincuenta mil es"
cudos ; conocéis la consecuencia , y
quanto derecho hay para proceder contra
tal seducción ? Señora , respondió
Leonor, este es un don voluntario.iy:
bu-
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Duransóii me es testigo de que yo he
reusado itiuclíO mas. = Qué conocéis á
--Duransori j = Si Señora , él fué quien
me tíaxo ^ Mdlidoro-; y yo he queri-v
-do bien tenerle libre de sus promesas,
i= Muy bien ¡el puso su articulo en la,
cuenta de sü amigo. — Asi me lo dixo,
y yo supuse c^ue Melldoro lo llevaba
bien. En lo demás Melidoro era libre,
yo no tengo de él, sino lo que me ha
dado •, y nada creo sea mejor adquirido.
3= Lo creéis j mas lo creeríaissi
fuerais el hijo á quien se ha despo?
sjado? Poneos en lugar de una madre
de familia, cuyo esposo asi se arruina;
•que toca el momento de verle desho-"
llorado, perseguido , privado* de...su$
bi nes, y de su estado , obliaadó á esr
conderse á los ojos del mundo, y a de-.
jar su muger , y sus hijos por presa á
la vergüenza , y al dolor : sed un mo,mentó
esta muger sensible, y desvali-
Ca da, •
© Ayuntamiento de Murcia

3a j y júzgaos en este estado : qué
no haríais ? Sin duda tendríais recurso
á las leyes que valen sobre las costumbres.
Vuestras quexas , y lagrimas reclamarían
contra una sorpresa odiosa,
y las voces de la naturaleza , y de la
equidad se levantarían en vuestro favor.
Sí, Niña mía, las leyes proceden
contra el veneno', y el don de agradar
es un tosigo quando se abusa de él.
Aunque no ataca la vida, ataca la razón
, y el honor ; y sí en la ebriedad
que causa, se exigen , y se obtienen
de un hombre sacrificios insensatos, lo
que llamáis dones libres, son realmen- /
te latrocinios. Ved acjui lo que otra '
díxera, y lo que diríais puede ser en
mi lugar. Pues bien, yo soy mas moderada
; se os debe , y vengo á pagaros;
pero noblemente , y sin locura. Seis
mesesihace que Melídoro os ama, con
que en dándoos mil doblones , confesareis
© Ayuntamiento de Murcia

sareis que es magnifico. Confusa , y
enternecida Leonor no tuvo aliento para
negarse ; con que tomando los villetes
de Melidoro fue con Acelia á casa
de su Notario.
•4 No quisierais mejor, le díxo Acelia
quando llegaron, una renta de cien
doblones , que esta suma que en vuestras
manos será quizas bien presto disipada
I El medio para desprenderse,
hija mia, del vicio , es ponerse fuera
de la necesidad ; y yo tengo en la idea
que algún dia os íia de ser muy fecil
Ser honesta.
Leonor besando la mano de Acelia,
y dexando escapar algunas lagrimas:
Ah ! Seriora, dixo, qué amable , y qué
penetrante es baxo de vuestros rasgos
U virtud ! Si yo tengo la dicha de
holver a ella, mi corazón os deberá
Su reforma.
Encantado el Notario con Acelia,
le
© Ayuntamiento de Murcia

IB
• le notició' que los doscientos mil es*
cudos estaban en sus manos esperandola*,
por lo que se fué llena de goíOf
y bolviendo a-ver á Meüdoro , le di"
xo : Ved aqui vuestros dulces billetes*
•que ha costado no poca pena recobrarlos
: no escribáis ya otros tan tiernos.
"Presente estaba el amigo Duranson y y
en el ayre opaco de Melidoro , bien
conocía ella que aquel lo havia avergonzado
por Iiaverse entregado á su
_?muger. Bien -friamente recibís, dixo a
.su marido-io que os viene de una ma-*
no amada != Queréis Señora que me
regocije de ser la fábula de la Corte -
-Ya no se habla mas que de mi ruina, y
-la haveis hecho tan ruidosa que hasta
mis amigos no pueden desaprobarla
-mas. = Pues vuestros amigos tenian,
algún medio de remediarla sin ruido -
Han venido acaso á ofreceros su crC'
..dito, y sus buenos oficios i Duranson,
por
© Ayuntamiento de Murcia

, ^9
(por exemplo..:.>'33,;Yo Señora 1 Yo,
kada puedo 5 pero creo que sin en este
estallido de deshonor seria fácil encon-
' trar recursos. = Si, aqviellos recursos
^ne no dexan alguno I Mi marido
Ka usado demasiatío de ellos, y bien
lo sabéis mejor que nadie. En quanto
al deshonor que adheriis al rumor de
nuestra desgracia, yo que sé qual es
vuestra delicadeza y la estimo como debo.
- Señora , yo soy un hombre de
bien , y se sabe. = Se debe saber, porque
lo deciis á todo el mundo ^ mas coaio
Melídoro ya no tendrá otraentríga
amorosa que enlazar , vuestra honestidad
lees inútil. A esta palabra se
enardeció Melidoro, y la dixo, que le
faltaba insultando á su amigo. Ella
iba a proseguir j pero sin querer escucharla
, se retiró ciego de colera , y
Duranson siguió sus pasos.
Ninguíi caso hizo Acelia , y dexando-
© Ayuntamiento de Murcia

30 .. ,^ _!
dolos conspirar juntos, se ocupo del i
gobierno de su casa. El Preceptor de
su hijo, desde su decadencia , encontraba
sus funciones harto inferiores á él,
y lo atestiguaba sin atención, Despi-1
•diosele aquella noche , y en su lugar
vino otro modesto, y bien instruido,
á quien ella rogó que trasladase sus
costumbres i su discípulo.
Meltdoro , á quien Duranson havia
^echo mirar como el colmo de la huxnillaeion
el asenso que hávia tomado
su muger, se enfureció' al saber que
el Preceptor se havia despedido, Si Se-
. fiot , le díxo ell?., yo doy á mj hijo
por modelo ^ y por guía un hombre
cuerdo en lugar de un tonto ', pretejí- i
do también alexar de vos un compU"
ciente lleno de insolencia , que ps ha-ce
pagar sus placeres. Tales son piis
delitos j y pues los confieso , bien poideis
jiacerlps públicos, Odioso es, le
dixo
© Ayuntamiento de Murcia

¿1x6 Melidoro sin escucharla , odioso
es abusar del estado en que estoy para
querer in)ponerme la ley. No Señora,
mi desgracia no es tal que me reduzca
á ser vuestro esclavo. Quando vuestro
deber era contratar la obligación
que os proponía, no lo haveis hechoj
con que ya nada jsois para mi, y vuesr
tros cuidados me son inútiles. Si me he
arnúnado, ha sido por vos : con que el
único remedio á mi desgracia es alexar
la causa, y desde mañana nos separaremos.
=: No Señor , no es este el momento
: en pocos días , gozáis pacificamente
, y sin censura de una fortuna
honesta , quedando libre, tranquilo
, y feliz. Entonces , después de ha.- <
ver restablecido vuestro honor, y vuestro
reposo, veré si debo hacer lugar 4
los artistas de vuestra ruina , y abandonaros
en castigo á la orilla del abismo
de donde voy á sacaros. Hasta este
caso
© Ayuntamiento de Murcia

jcaso somos ínsepafables, porque mí déh
•4iier,y vuestra desgracia son vínculos
sagrados para mi. En lo demás , ma^
«ana juzgareis quien es el hombre que
ttie haveis preferido j pues delante de él
' os daré las pruebas de su perfidia •, y
yo renuncio á vuestra estimación sí él
osa desaprobarlas.
Admirado Melídoro de la genero?
Sí firmeza de Acelia, fue combatido
toda la noche entre el despecho, y el
T£conocimiento',pero al levantarse recit
bió una carta que lo trasportó á la desesperación.
Escrtbiasele que no havia
otro rumor en la Corte que el de su
luxo , su dispendio , y su desgracia,
•que era el fruto*, que cada uno lo vitu-
•peraba altamente', y que no se trataba
:menos, que de obligarlo á dexar su em-
-pleo.Leedjdixo viendo á Acelía,leed , y
-estremeceos del estado á que me haveis
reducido, O amigo mío, díxo á
Du-
© Ayuntamiento de Murcia

I Duranson , que acababa de llegan , per-
) QÍdo soy : bien me lo haviais predicho.
I El estruendo que ha hecho mi muger,
ffie quita el honor , mi empleo , y mi
estado. Duranson hizo semblante de
quedar lleno de dolor á esta novedad;
Bo tengáis miedo ledixo Acelia,que?vuestro
crédito está asegurado , y no perderéis
en el , mas que la usura asombrosa
que queríais exigir de vuestro amigOi,
Si, Melidoro , aqui tenéis nuestro usurero
, que nos ha prestado sobre alhajas
, y con ganancias enormes. - YQ
Señora! Si señor , vos mismo , y la
prueba esta en mis manos. Vedla aqui,
dixo á su marido : mas no es todo este
digno amigo os hacia pagar á Leonor
los favores que él havia recibido-,
y se atrevía á querer seducir vuestra
muger , instruyéndola de vuestros amiores
,y os arruijiaba baxo un nombre supues-
© Ayuntamiento de Murcia

'^4- .- ,. ,^puesto
: pero aun hay mas, dixo a Du^
ranson ; en esta misma hora quedáis
descubierto , conocido de la Ciudad , y^
de la Corte , y notado por todas partes
de infamia, si en este instante no
lleváis á casa de mi Notario , donde
voy á esperaros , tanto las alhajas como
los billetes que tenéis de Melidoro.
Turbado, y pálido Duranson despareció
, dexando á Melidoro contundido,
é inmoble de indignación, y de espanto.
Vos mi amigo, aseguraos, le dixo '
A celia, que yo tomo á mi cargo el
conjurar la tempestad , á Dios', que esta
noche quedará disipada. En eteíílo,
vá a. casa del Notario , firma la obligación
, recibe los doscientos mil escudos,
paga sus deudas , rompe los
créditos, comenzando por los de Duranson
que prudentemente obedeció el
precepto, y á continuación sube en una
silla de posta, y sin demora se pone
en
© Ayuntamiento de Murcia

35
en el Real Sitio. No le disimuló el Ministro
su disgusto , ni la resolución que
habla tomado de obligar a Melidoro á
Vender su empleo. Yo no pretendo excusarlo
, le dixo ella: El luxo es una lor
cura en nuestro estado , yo lo sé j pero
esa locura ha sido mía antes que de mi
marido. Su complacencia es su única
culpa; y Señor, que no se hace por una
itiuger que se ama! Yo era joven , y bella
a sus ojos ; mi marido consultó mis
deseos antes que sus medios, y no supo
íemer , ni conoció otra desgracia , que
la de disgustarme : ved aquí su imprudencia
•, pero yá está reparada, pues na-
^a mas debe , que mi dote , y yo le hago
el sacrificio. = Qué , Señora, excla-
•^ó el Ministro, os habéis obligado por
^1 ? Pues quien debía reparar su desgracia
j sino es la que era la causa ? Si, Se-
^_or , yo me he obligado ,pero he adquirido
por este medio el derecho de go«
ber-
© Ayuntamiento de Murcia

ernar su caudal, y de asegurar él esW
do de mis hijos. Melidoro es fácil , pero
honesto •, y aunque ignora lo que he
hecho por él,no dexa de darme un poder
pleno para disponer de todo. Yo estoy
á la cabeza de mi casa, y en ella está to»
do reducido á la mas severa economía»
Ved aqui en dos palabras lo que he hecho
, y lo que me propongo hacer. En*
ronces entro en algunos de tales, que el
Ministro tuvo á bien entender,y ella
prosiguió : la amistad , la esti;nacion ,b
confianza de mi marido , todo es perdí'
do por m\ , si lo castigáis de una culp¿
que debe acumularme tanto como yo n

«or á que su rrladre lo reduxo^r-^ quíéti?
queréis satisfacer castigándolo ?.^1 Puj.
blico I Ah '• Señor , hay un publico enr
-vidioso y picaro , que no es digno de
esa complacencia,: y en quanto al publ>
co indiferente y justo , dexadnos darle
tin espedaculo de mucha mas utilidad y
inocion,que el de nuestra ruina. El vera
que una muger sensata puede dirigir 4
Uu marido hombre de bien , y que haíjr
•parados corazones bien nacidos unos recursos
inagotables en el valor , y en la
A^irtud. Nuestra reforma será un exem^
pío; y si es honroso para nosotros darlo,
sera glorioso seguirlo \ mas si la pena
de una imprudencia que solo á nosotros
daña , excede y sobrevive a la culpa,
puede ser quede indignado sin fruto,
de vernos infelices sin delito.
Con tanto asombro la escuchaba el
Ministro , que le dixo : lexos de poner
obstáculo á esos de.seos,, yo los he de
© Ayuntamiento de Murcia

.38
«egülr aunque castigue á vuestro esposo.
= Ah Señor! = Es preciso que re^,
nuneie el titulo de su erripleo porqué
ya he dispuesto de él en íAVor de vuestro
hijo, y por respecto at vos, dexo al
padre la futura si le sobrevive. La sorpresa
en que quedó Acelía de obtener
•una gracia en vez; de un castigo caáí la
hizo caer a las rodillas del Ministro* i
Seiíor , le dÍxo , digno es de vos corregir
asi a un padre de familia j y estas lá^
grimas que veis correr son la expresión
de mi reconocimiento , por el que mis
hijos, mi marido, y yo no cesaremos de
bendeciros.
Con susto esperaba a Acelía Meli-'.
doro , cuya inquietud se Convirtió er» ^
alegria, quando supo con la dulzura
que se castigaba su disipación. Ahot*
bien , le dÍxo Acelía abrazándolo , e*
hoy quando nos separamos ? Tienes tó* i
davia algún buen amigo que preferir *
tu muger í Bíeíft
© Ayuntamiento de Murcia

?9
', Bien se sabe con que facilidad se esparcen
los rumores ds la Corte , y que
j^on destruidos con la misma brevedad
|1ue derramados: el infortunio de Meli-
'loro había sido la novedad de algunos
"^ias', y su reforma j 6 por decir mejor,
^l partido animoso que habia tomado
^U muger , hizo una especie de rcbolu-
^lon en los espíritus, y en los propósitos.
Ya no se hablaba síno de la cordu-
•^a, y de la resolución de Acelia
^o ella se presentó al mundo con el ay-
^e modesto y libre de una persona que
•^i desprecia , ni aprehende las miradas
del Publico , fue recibida con un respete»
que jamás habia inspirado. Entonces
I *ue quando conoció el precio de la consideración
, que da la virtud ^ pues nun-
^^ la habían lisongeado tanto los home-
^ages que se le habían rendido a su juventud,
y á su hermosura,
Melidoro mas tímido , o mas vano,.'
D no
© Ayuntamiento de Murcia

410 sabía que tonodebia tomaf j 'ni ^uj
' aspeclo había de sostener. Tengamoíj
.le díxo su muger , el ayre de coníesar ^
-buena fé que habernos sido imprudeH^
;tes, y que nos fiemos hecho juíciosoí'
.Nadie tiene cosa que censurarnos •, coi'
•que no nos humillemos nosotros mi^'
mos, que sí se nos vé bien contento|'
-de estar corregidos, , se nos estimaí^
-mas, Y con qué ops mirareis ^ le dix"
él,, esa multitud de amigos falsos j^qü'
-nos han pbandonado ? = Con los misoio'
que los líe mirado , como unas gentí*
que el placer atrahe, y que huyen co^i
•él. Qué derecho contabais tener sobf^
ellos ? Era el que le dabais vuestra^
•fiestas ? La casa de un hombre opuíe^íOf
-es una sala de espeítaculo ,, eft que c'aa^'
uno cree haber pagado su asiento , si '''
-ha ocupado con agrado. El espeíiacul''
concluido , cada uno se retira. , y ya n^'
debe nada mas. Esto es fatal de imag''
nafj
© Ayuntamiento de Murcia

41
llar-, péró perdiettdó "la ilusión de ser
amado, caffiBiais uri error agradable por
una experíeftGiaütil ^sucediendo á este
remedió i lo íüüé a otros muchos , que
en la amargura córisísté sü bondad. Mirad
pues al ftiüñdo como él es , sin ser
humillado cíe haberlo desconocido , ni
hacer aíatcíe dé conocerlo mejor. Sobre
todo , qué nadie sea instruido de nuestras
peqüerias desazones; que cada uno
de nosotros disimule haber cedido al
otro j sino que parezca qué un mismo
^ espíritu nos anima í y ños hace obrar:
«que aunque rio sea tan ridiculo como se
dice , dexase Conducir por una muger,
yo no quiero qué se sepa que la vuestra
t)s ha decidido.
Todo ió debia Melicíoro 4 su muger
•, pero nadaléhabiarriovidotan sen^
«iblemente como este rasgó de delicadeza
, y tuvo la bueña: fé de confesarlo.
'Acelia llevaba otra mira que la de atenv
Da perat
© Ayuntamiento de Murcia

4^ ,
perar la vanidad de su marido •, pue^
queria obligarlo por su propia vanidad
á seguir el plan que le habia trazado. Sí
él vé a todos persuadidos, decia, de que
no ha hecho sino lo que ha querido , lo
creerá bien pronto como todo el mundo
; atienese á sus propias resoluciones,
por aquel sentimiento de libertad qué
resiste á las de los otros, y el punto mas
esencial en el arte de dirigir los espiri-
Tus es el de ocultar que se les dirige.
Acelia usó pues la atención de atribuir a
su marido los elogios que se le daban, y
Melidoro por su parte no hablaba de
ella sino con estimación.
Sin embargo, ella temía por él, lít
soledad y el silencio de la casa j porque
no es fácil retener a un hombre que se
fastidia ; y antes que Melidoro tuviera
ocupaciones, era necesario solicitarle divertimientos
*, por lo que Acelia tuvo
cuidado de formarle una sociedad poco
nu-
© Ayuntamiento de Murcia

I numerosa , y escogida. Yo no os convi-
> do a funciones, decía á las damas que
Congregaba ", mas en lugar del fausto^
gozaremos del gusto : os daré de buen
corazón una buena cena , que no costara
menos; y en ella beberemos en liberi
lad á la Salud de nuestros amigos*, y
I quizás reiteremos alli cosa bastante rara
f en el mundo. Cumplió lo que habia
prometido j y su marido solo echaba
menos aun la opulencia en que habia viivido
: y no porque no hiciese lo posible
para acostumbrarse á una vida simple;
pero parecia que se habia hecho en su
alma el mismo vacio que en su casa.
Habituados sus ojos y sus oídos á un,
movimiento tumultuario , estaban cocino
espantados de la caima , y el reposo.
Todavía miraba con envidia a los
que se arruinaban como él; y aquella
Corte en que se encontraba condenado
a las privaciones, en medio de los negocios,
le era ya odiosa» Ace-
© Ayuntamiento de Murcia

Acella que 'se impuso, y qi. segwí
su plan con aquella constancia que solp'
se encuentra en las mugeres, le própusQ**
ir juntos a ver las tierras que habían ads
quirido : pero antes de. partir , encargó
á su Notario le alquilase, en lugar del
Palacio que ocupaban, una casa simple
con agrado , para vivir en ella á su re-
De-las tres tierras que tenia Melidoro
, las dos mas honrosas apenas producían
el tercio del interés de los fondos
•', con que quedo decidido que era
preciso venderlas, La otra, desde mu-r
cho tiempo descuidada, solo exigía uno§
adelantamientos para hacerse una exces*'-^
lente heredad. Ved aquí la que es menester
conservar , díxo Acelia ••, y ponr
gamos todo nuestro cuidado en darlfi'^ •
valor. El ayre es sano, el aspeólo risueño
, y el terreno fértil •, plisaremos en
ella los bellos dias del año, y si tu me
crees,
© Ayuntamiento de Murcia

'4f-

'4^ .. . . ii
Buen Notario hiz© tan bien , quecfl
el espacio de seis meses , se encontró '
Melidoro sin deber á nadie nada.
Ya no quedaba mas que hacer , que
afirmarlo contra la propensión de U
costumbre ; y Acelia que conocía su
flaco , no desespero de destruir en él,
el gusto del luxo , por medio de otro .
jnas juicinso , y de mas satisfacción. La I
tierra que ellos se habían reservado,
ofrecía un vasto campo para útiles
trabajos; y Acelia para dirigirlos , imagino
formarse un pequeño Consejo de
Labradores, compuesto de siete buenos
Aldeanos, Henos de sentido, a quienes
todos los Domingos daba la mesa , la
que se nombró el Banquete de los siete •
Sabios ; y el Consejo se celebraba en
ella , asistiendo Melidoro , Acelia, y
el Preceptor a las deliberaciones. La
calidad de los terrenos, y el cultivo que
ks cpnvenia j la elección de las plantas.
© Ayuntamiento de Murcia

'47 ^
tas ,y de las simientes ; eí establecí;miento
de nuevas rentas •, la división
de su suelo en bosques , pastos, y miéses
•, la distribución de los ganados deS'
tinados á la seba, y a la labor j la direc»
cion y el empleo de las aguas •, los plantíos
, y vallados j y hasta los mas pequeños
derales de la rural economía,
eran tratados en el Consejo. AUi nues«
tros Sabios , con el vaso en la mano, se
iluminaban y animaban unos á otros:
creíase ver , al oírlos , la tierra llena de
ocultos tesoros , que no esperaban otra
cosa que brazos , que vinieran a sacarlos.
Lisongeado quedo Melidoro con
esta esperanza , y sobre todo con la especie
de dominación que exercia en la
conduda de los trabajos •, mas no veía
los medios de sostenerlos. Comencemos,
le dixo Acelia , que la tierra nos ayudará.
Hizose poco este primer año ; pero
has-
© Ayuntamiento de Murcia

4S
bastante para dar á Melídoro el "gusta
anticipado del placer de criar , y el Con-:
sejo, al tiempo de partir Acelia , recibió
de ella una pequeña retribución , y subuena
gracia aumentó el precio.
Melidoro , en su regreso á la Ciu«
dad , quedó encantado con su casa nue-.
va : ella era cómoda , risueña,y equipada
sin fausto , pero con gusto. Ved
aquí, amigo , lo que nos conviene , IC'
dixo su muger : aquí hay bastante para;^
ser dichosos, si somos cuerdos. Ejn efcc^'J
to , ella tuvo el gusto de verlo fasti-'
diado en la Corte, donde se encontraba i
confundido entre el tropel, y suspirar.;pof
la campiña , donde lo llamaba el
deseo dereynar^ por lo que adelantaron
su vuelta a k primavera ; y habiéndose
congregado el Consejo , se reglarpn los
trabajos del año.
Luego que Melidoro vio la tierra
vivificada: por su influencia , y una:
i muí-
© Ayuntamiento de Murcia

1^, •,. •^•9^'
r^ültttud' de hontbres ocupados -en ferr
, tilizarla para él, sintió elevarse por cir
Wa de sí mismo. Una nueva finca , quq
si había establecido , fue adjudicada por
el Consejo , y Melidoro tuvo la sensi^
ble alegría de ver nacer en ella la pri-,
ffiera cosecha.
Todos los dias se renovaba su gor
^o, al yér aquellas nilsmas campiñas,,
í(ue dos años antes estaban incultas y
despobladas, cubrirse de Labradores y
de ganados, de maleza , de pastos, y de
iiiieses •, y Melidoro vio á pesar suyo,
llegar la estación que lo hacia bol ver
^ la Corte, ?
No pudo resistirse Acelia á la en-^
^idia de ir á ver al Ministro , que en
^u desgracia le había extendido una
^ano propicia. Hízple un retrato tan
ViVo de la dicha que gozaban , que
Sluedo movido hasta el fondo de su al-
'^a. Sois, le dixo él, un modelo de muí
- ' se-
© Ayuntamiento de Murcia

50
geres: haga tift exemplo tal sobre todos
los corazoires la impresión que ha hecho
sobre el mío ! Continuad, Señora
, y contad conmigo : que me llenare
de honor si puedo contribuir al bie»
que hacéis.
Esta tierra afortunada , donde
nue tros esposos bolvieron por la bella
sazón , se hizo el mas risueño re?
trato de la ecoiiomia , y de la abundancia
: pero retrato mas movedor>
aun , fue el de la educación que dieron
alli a sus hijos.
Hablábase en la comarca de doS
esposos como ellos, que alexados del
mundo en una risueña soledad , cifra'
ban sus delicias en cultivar los tiernos
frutos de su amor. Vamos a verlos
, dixo Acelia , y á tomar sus lecciones.
Llegaron , en efe¿lo , y vieron
la propia imagen de la dicha y de 1^
virtud , en dos esposos llamados Ley;'
bas,
© Ayuntamiento de Murcia

'Bas, en medio de su Joven familia , unieamente
ocupados en el cuidado de fori.ttiarle
el espíritu , y el corazón.
I Penetrada quedó Acelia de la grai
cia , de la decencia , y sobre todo del
ayre de alegría que reparó en aquellos
niños •, pues no tenían ni la rustica
timidez , ni la indiscreta familiaridad
de la infancia. En su llegada,
su aílitud , y su lenguage solo se advertía
un exquisito natural j tan fáciles
había hecho la costumbre todos los
movimientos que había dirigido.
Esta no es visita de mera atención
, dixo Acelia a Madama Leybas:
que venimos á instruirnos a vuestro
lado en el arte de criar nuestros hijos,
y á suplicaros nos deis los principios
y el método que habéis seguido
con éxito tan feliz.
Ha Señora , nada es mas simple , le
ícspondio la de Leybas. Nuestros principios
© Ayuntamiento de Murcia

^ tí píos se reducen" á tratarlos hi]oi có^
ino tales, i hacerles un juego de las
cosas útiles ,• a sírriplificarles lo que se
les enseria , y a no énseñar'les nías que
lo que pueden concebir. Nuestro me- i
todo aun se limita a míenos •, pues con-1
sisté 'én ílevarlos a la instrucción pofl
la Curiosidad •, en ocultarles ,- b'axo este
atra£livo , ía idea del trabajo y dé
la molestia •, y eri dirigir su curiosidad
misma por algunas ideas que sé leSÍ
^híiñ , y que sé íes da envidia porqué
se apoderen de ellas. Í6 mas difícil es
excitar en ellos ía; émüíacion sin celó,'
y en ésto puede ser qué hayamos te*
nido menos mérito ,• qué fortuna.--'=¿'
"Les habréis dado sin duda excelentes i
"Maestros ? - No , Setíora; , que hemos
•aprendido primero lo qué queriamos
enseiíarles. No Veis como la paloma

"1^
f ,

todas nuestras percepciones símpíes y
jpfimitivas nos entran por los sentidos
: los de la niñez ttenert mas finura
, delicadeza , y vivacidaxi que los de
la edad madura •, luego es tomar la naturaleza
en su fuerza , tomarla en la
niñez , para que esta perciba y sé apo-*
dere de todo lo que no pide las combinaciones
del espiritu. Añadid que el
alma , libre de todo otro cuidado, vaca
para este toda entera que esta codiciosa
de conocimientos , exenta de preveíncion
, y que hallándose vacíos todos?
los senos del entendimiento , y de la
memoria , se colocan allí á su gusto
las ideas, sobre todo, si en el arte de
introducirlas se ha seguido su ordett
natural y si no se han apresurado a acumularlas
, y si se les dá tiempo de sentarse
cada una en su puesto.
Veo , pero sín asustarme , ¿ixo
Acelía, que eso pide una atención seguí-
© Ayuntamiento de Murcia

guida. Esta atención, íeplícó lá de Ley*
bas, nada tiene de molesto , ni de pe"ftoso*
Sé vive tori SUS hijos, se lers tiehe
a la vista , se comunica coh ellos'j
se les acostumbra á examinar y á reflejar
y Se les ayuda sin impaciencia i
desenibólver sus ideas , jamás se les rechaza
tan mal tono , hi desprecio; qué
la severidad ünicartiente bueña para
remediad él ffial qué ha hecho la negligencia
, casi nunca tiene lugar en
Üha édticacíori de todos los instantes;
y ¿orno ño se dexa toítiai' á la natutaleíía
algún mal doblez; j no hay pre-*
cisión dé ¿aüsarle ín¿oíriodIdad.
No seré yo írtdistíreta j íé dixa
Acélia ^ atestiguándoos él déséo de as-'
Sistir á una de vuestiías lecciones ? Eníóhéeá
la Seriora llamó i sus ílijoSj
qUe sé ocupaban juntos eñ un lado
"^1 saloíi , y ellos vOlaroh á los bracos
de su madre, la que les dixó: hii
E jos -
© Ayuntamiento de Murcia

jos míos, esta Señora quiere oíros ^ ^
vamoá á pfegufitaros.
Admiró Acelía el orden y ía cíi^
ridad de los conocimientos qué habiafl
adquirido i, petó aún quedó mas encantada
de la gracia j y cíe la rhodestia
con qtie' reápoñdiaft eri sü türho , d^
la iñteíígéncia que r'eynata entre ellos,
y del vivo interés que tpmaba; reciproc'ameñte
uno dé ottú eri el éxito dé
aínbos.
Él obgeto cíe Ácelia era ínteresáf'
a Mélidoro en esté espe(íi:aculo ^ y en
efeélo j quedó movido j cómo ío mar'
nifestarori' sus lagrimas. Qué feliz sois,
decía dé éóritintio a Leyíjas ,- qué feli2
áois en tener tales íiijos! Ésta és la masí
dulce de las alegrías.
Amelia al despedirse de sus vécirioS,
íes" pidió su amistad , abrazo mil verees
los niños , y íes rogo llevasen biei>
.qué viniese alguna; vez á instruirse en
süé éstttdíoííí Qué
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Qué í3e más espantoso , y qué 4?
más simple , clíxo á Melidoro al salir
! En dónde cabe que un placer tant
puro sea tan poco conpeído •, y que Ip
que hay en él , dé pías natural', sea
lo que hay de mas raro en fl mjundo?
! tos que tienen hijos se fastidian } Se
buscan por fuera diversiones , quandp
$e tienen en ca^a upos gustos tan vehementes
, y unp,s deberes de esta importancia
'. Veidad es , decía Melidpro,
que todos los hijos no son así. Y
quién nos ha dicho , replico Acclía,
^ue el Cielo no nos ha concedido el
inismp favor ? Anda amigo mío; que
para excusarse de cargos ^ se le hacen
• tantos a la naturaleza , a quien se calumnia
mpfhas yeces , por justificarse
j á Si propio. Para tener derecho de
creerla incorregible, es necesario haber ,
hecho quanto cabe para corregirla,;
^osotrpé no somos ni tontos , «í pí'
E 2 carosj
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caros •, con que no deb«?n serlo núes*
tros hijos. Viyaqnos con ellos , y pa^
ra ellos j y yo te projnetp que np?
^semejarán,
Dos compañeros vais i tener , di'
xo ella aquelU noche al Preceptor;
pues venimos de gustar con antelaciori
el placer de criar nuestros hijoSj
y le hizo la relación de lo que ^ca*
baban de ver , y de escuchar, QuC"
rerpos seguir el mismo plan , aííadia
ella : con que vos les enseñareis las
lenguas j ÍVlelidorq vá á aplicarse al
estudio de las aftes y de 1^ naura<
leza , p^ira ponerse en estado de dai;
lecciones : yo me reservo Ip que hay
de mas facjl , y mas simple , las coS"
lumbres , y las cosas de sentimientos;
y espero ^n un año estar bastan^
te hábil para ir á la par con voso*
tros. Ahora os toca á vos señalfirnoS
IfLs fuprites j y dirigir paso a, paso nueS*
tros
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tros estudios sobre el mas compen,diado
plan. Mucho aplaudió el ?tCr
ceptor esía emwlacion , y cada uno
1 ^e ellos se pu^o ?. cumplir su cargo
con un ardor , que lexps de disminuirse
, no hi?o otra ^§^.^1^ redorarse.
;¿>'^^ ^^*
...^ Ya Melidoro tit^nt^Ko «va^
^ío en los ocios del c^ímpOv Jaíeífelc
que el ri^mpo Kabia-;;precip|[a4oj|su
curso •, y que lo? días no .O'a^^Bas:tante
largos para dex^^ Íugar

«ó
"cieron un juego «de sus pequeñas |:#
reas. ,
""'-Este suceso ; tan Heno de satíS'
facción como era para el corazón cl¿(
una buena madre , no era su ohgt'
to mas serio ', sino el haber asegurado
a Melídoro el único recurso iná^
potable contra el fastidio de la soledad
, y el llamativo de la disipación^
Tranquila estoy , le dixo en fin , quan-
"do le vio un gusto decidido por el
estudio : este es un placer que cuesta
poco , que se encuentra en todas partés
, que nunca cansa , y con el qual
se está seguro de no verse obligado á'
evitarse.
Buelto en si mismo Melidoro , lexos
de tener rubor de fonfesar qu¿»
debia esta mejora a su muger,tenia'
gloria en referir tfi^P lo que ella Babia
hecho para retfaherlf)' de su extravio
' nunca cesaba ^Q glabar el valor,
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íor , la inteligencia , la dulzura , y la
firmeza que habia tenido en el asunto
•, y todo el mundo al escucharlo,
decia ¿ esa es una muger como hay
pocas j y raras en su
estado .-
íiiíprimasdrf Mardones\t
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DE MURCIA
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