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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA página

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torero Caracho contiene un homenaje implícito al<br />

séptimo arte, lo cual, lejos de disminuir la fuerza e<br />

intensidad de sus dramático final, le presta en<br />

cambio una dimensión óptica sumamente enriquecedora"<br />

(págs. 37 y 38) 10 . Esta lectura cinematográfica<br />

nos puede servir para incidir, todavía más,<br />

aun a modo de recapitulación, en este aspecto<br />

plástico de la obra que dedicó Ramón a su pasión<br />

taurina.<br />

CUATRO<br />

"La muerte -como ha precisado Tudela refiriéndose<br />

a la novela sobre Caracho-, tan presente en todos<br />

los relatos taurinos, adquiere rasgos que parecen<br />

insuperables" 11 . La muerte es el tema central pues,<br />

de un lado, como suerte final, conlleva necesariamente<br />

la del toro; y, de otro, el coprotagonista de la<br />

fiesta, el torero, se identifica, forzosamente, con la<br />

acción de matar-sacrificar (de ahí la mención de<br />

matador, mejor que la de torero, como ya se ha<br />

dicho antes) que, además, ha de asumir el riesgo de<br />

la cogida y ser víctima, por lo tanto, del desenlace<br />

fatal.<br />

La muerte constituye, en efecto, el tema principal<br />

hasta el punto que a través suyo se accede a otras<br />

temáticas. Y así, ciertamente, el recorrido del relato<br />

sobre Caracho que ahora se propone da paso a la<br />

verdad; al destino (puesto en relación con el azar, la<br />

10 Richmond detalla en las <strong>página</strong>s relacionadas diversos<br />

momentos del relato en los que aprecia “una sensación de<br />

escenario cinematográfico”. Así, se remite a los capítulos XIV<br />

(cuando se contempla la posibilidad de trasladar al cine el arte<br />

de Caracho con ocasión de la aparición del representante de la<br />

empresa Kilometrón); XV (cuando se alude, por ejemplo, a las<br />

"películas en cajas de mermelada o actores en cuchitriles<br />

espesos de luz eléctrica rancia") y XVIII (que al dar cuenta de la<br />

noticia de la muerte de Cairel por "radioemisión" y de la<br />

(melo)dramática muerte de Caracho en su casa parecen recrear<br />

una escena de película muda).<br />

11 Mariano Tudela: op. cit., pág. 118.<br />

Boletín<strong>RAMÓN</strong> nº16, primavera (de Madrid) 2008, <strong>página</strong> 70<br />

providencia y la fatalidad); al sexo; al aburrimiento; a<br />

la patria y, por último, a la indumentaria.<br />

La suerte última, la suerte final, equivale a la verdad,<br />

a la hora de la verdad. Así, se deja constancia de<br />

que "el toro, en colaboración con los picadores,<br />

sembró la plaza de verdad, la verdad más verdadera,<br />

verdad de hospital, escrita con el descarten de<br />

las operaciones realizadas al por mayor" (pág. 667).<br />

No falta tampoco cierta actitud mesiánica; así se<br />

afirma, por ejemplo, que la corrida, como fiesta del<br />

domingo, es "como una rodaja de verdad, un<br />

trasunto de la diversión de la vida, la guerra y la<br />

paz", que tiene lugar en domingo, siendo éste "el<br />

séptimo toro de toda corrida de domingo" (pág. 727).<br />

La suerte, el azar, mantienen una relación polémica,<br />

por confusa, con la providencia, con el halo de<br />

fatalidad tan presente en el mundo taurino (sin que<br />

venga al caso arribar en un terreno próximo como es<br />

el de las supersticiones). El azar se define como<br />

tener "suerte para descubrir el azar de cada<br />

cornada" (pág. 646), puesto que, si no hay otro<br />

remedio, "realmente, cuando se muere tan por azar,<br />

es que se está tan señalado por la Providencia que<br />

no admite réplica la muerte. Se es víctima del juego<br />

de los dátiles a que la Providencia se dedica con su<br />

afilada faca" (pág. 669). La faena se parece mucho a<br />

un vals con la muerte. La incertidumbre está servida,<br />

pues, como si se tratara de "un toro del que no [se]<br />

sabe la querencia hasta la hora de meter el estoque"<br />

(pág. 703).<br />

Con todo, la fatalidad se impone porque aunque "se<br />

hizo lo que se pudo... Uno obedece a la<br />

Providencia..." (pág. 705), sin que constituya un<br />

sacrilegio "la rabia íntima contra la fatalidad", la<br />

"gran revolución contra el Destino" (pág. 779) que<br />

tiene como presupuesto un hombre al servicio de<br />

una misión: "Seré torero pase lo que pase" (pág.<br />

647), empieza diciendo Caracho en los primeros<br />

lances de su historia.

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