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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA página

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gran precisión poética en un verso del poeta belga<br />

Albert Bontridder: ‘El tiempo no pasa, sino que crece<br />

hacia el principio.’ El verbo ‘crecer’ en este verso nos<br />

remite claramente al reino de la naturaleza, ante<br />

todo al reino de las plantas: las plantas por su poder<br />

de crecimiento (cíclico), su phusis, no solo<br />

concretizan en persona el tiempo (natural) sino que<br />

forman también su piedra de toque, su reloj<br />

(biológico) porque indican por su propio estado el<br />

estado del tiempo (un árbol sin hojas nos dice qué<br />

hora es: indica el invierno). Volviendo siempre sobre<br />

sí mismas, las plantas forman el ritmo y el rito vivo,<br />

concreto del tiempo dentro del espacio: reflejan y<br />

dan forma a su continua acción concéntrica.<br />

Pues bien, el gran principio del reino de las plantas<br />

–y del reino de la naturaleza en general– es la<br />

primavera. E igual como lo pequeño en el caso del<br />

fragmento y el espacio, la primavera en el caso del<br />

proceso y el tiempo no debe ser tomado tanto de<br />

manera cuantitativa, como estación concreta, sino<br />

más bien como cualidad, como esencia: el principio<br />

temporal universal y central en que todo el tiempo se<br />

concentra todo el tiempo, su cifra. Y cuando Neruda<br />

dice: ‘Cada primavera despiertan todas las primaveras.’<br />

se puede añadir: y todos los veranos, otoños<br />

e inviernos. La primavera, la esencia del tiempo, es<br />

creación concentrada que explota siempre de nuevo<br />

desde la raíz, desde el centro volviendo sobre él:<br />

nacimiento, transformación, irrupción, exceso, fiesta,<br />

abundancia, barroquismo y don. Revela que la<br />

creación, aunque pueda acabar, nunca está acabada<br />

y que el tiempo, por consiguiente, es en cada<br />

momento principio, origen, fuente, tomando forma en<br />

su ‘nido’, el espacio. En este sentido las unidades<br />

temporales de los senos en Senos son puramente<br />

primaverales, afirmaciones esenciales del ciclo que<br />

lleva su principio, su origen en su corazón: botones<br />

nuevos que van brotando siempre de nuevo en<br />

flores nuevas, ‘capullos edénicos –capullos que<br />

nadie logrará descapullar o destrozar por completo-,<br />

Boletín<strong>RAMÓN</strong> nº16, primavera (de Madrid) 2008, <strong>página</strong> 46<br />

copas idolatrables de gayos colores.’, como se dice<br />

en ‘Los senos del estilo’. E igual que las flores de las<br />

plantas, los senos en Senos – la pequeña creación<br />

de su ‘pequeño dios’ (Huidobro) que es Ramón - se<br />

crean y se multiplican sin fin, montan una gran fiesta<br />

barroca de re- y desdoblamiento: son abundantes y<br />

excesivos tanto en su semejanza (mucha similitud),<br />

como en su diferencia (mucha variedad).<br />

Los senos en el juego literario de Senos son profundamente<br />

originales porque como unidades de tiempo<br />

cíclico nos sitúan sin fin en el origen (de la creación),<br />

el origen en el tiempo desde donde brotan siempre<br />

de nuevo. En esto Senos revela claramente una<br />

transformación (y una crítica) de muchos ritos y<br />

mitos antiguos que toman a este origen como un<br />

punto fijo fijado en el pasado o fuera del tiempo. El<br />

origen a que Senos da forma literaria y poéticamente,<br />

por medio del lenguaje, no es de ninguna<br />

manera nostálgica ni atemporal sino paradójico y<br />

actual, o dicho en palabras de Ángel Gabilondo:<br />

‘El origen no es, sin más, un pasado. Es una<br />

posibilidad del lenguaje. […] Si es posible<br />

circular, sin remontar cronológicamente, por<br />

ese carácter penetrable del lenguaje, el<br />

camino no es el de la remisión a un origen ya<br />

sucedido, sino el de de su reconocimiento en<br />

el actual estado de juego.’ 9<br />

El origen en que nos sitúan los senos como<br />

unidades de tiempo cíclico es profundamente dinámico,<br />

o sea, de cualquier tiempo: se crea siempre de<br />

nuevo en la (mítica) actualidad creativa del círculo, la<br />

esfera, la espiral centrípeta de su juego, en su<br />

presente circular infinitamente a (re)hacer. Origen<br />

que nunca está, que se presenta en el presente del<br />

juego sin que se establezca definitivamente como<br />

9 Ángel Gabilondo, ‘El apocalipsis de los anfibios’, epílogo<br />

en: Siete sentencias sobre el séptimo ángel.

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