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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA página

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más allá de los limites de la liza en un viaje<br />

fantástico interminable buscando en la aventura a<br />

otro(s) juego(s) –un poquito como el barón de<br />

Münchhausen que viaja por el mundo entero en su<br />

bala de cañón–, pero como Ramón mismo ya ha<br />

hecho la comparación entre senos y bolas (de<br />

juego), yo prefiero otro: caballos. Caballos de<br />

ajedrez, para ser preciso. 7 Los senos son como<br />

caballos de ajedrez que han saltado del tablero, de<br />

su mundo, han saltado desde su libertad definitivamente<br />

fuera del poder de la dama, en libertad,<br />

para hacer allí, en otro mundo, mundo separado y al<br />

revés, como reyes, como reyes de carnaval, por sus<br />

jugadas maestras, sus saltos de caballo libre(s), sus<br />

saltos cualitativos, un juego excepcional de sí<br />

mismos.<br />

Esta tendencia de los senos a esencializarse<br />

radicalmente como juego por y en sí mismos –este<br />

anacoretismo ascético de los senos en el seno (de<br />

su juego), este retiro depurador en la soledad de su<br />

soledad (lúdica)- sólo es posible por la política de<br />

aislamiento estético, de individualización artística<br />

que Ramón emprende en el nivel simbólico con<br />

ellos 8 y que hace que los senos en Senos tomen<br />

forma de unidad central y universal, de mundo –así<br />

como Blake ve un mundo en un grano de arena,<br />

Ramón ve un mundo en el seno-, de mundo que se<br />

crea y que se caracteriza por el trazo de una<br />

compleja figura jánica, dual, por el juego de un<br />

doblete paradójico: tomando forma de mundo, los<br />

senos a la vez se concentran (en sí mismos) y se<br />

dispersan (a sí mismos), mientras al mismo tiempo<br />

7 Los caballos de ajedrez son, exactamente como los<br />

senos, únicos y dobles a la vez: las únicas dos piezas del<br />

ajedrez cuyas jugadas son únicas y libres, excepcionales, están<br />

fuera del poder de la pieza más poderosa, la dama: no pueden<br />

ser copiadas por ella.<br />

8 Los senos son arrancados y reducidos, liberados de la<br />

materia en la imaginación, del cuerpo en el espíritu, del papel<br />

secundario en el protagonismo: poetizados y concentrados en el<br />

círculo lúdico y teatral de su propio juego.<br />

Boletín<strong>RAMÓN</strong> nº16, primavera (de Madrid) 2008, <strong>página</strong> 41<br />

se cambian en juego y juguete, liza y meta, regla y<br />

suerte. Esta paradoja de la mundalización/atomización<br />

de los senos Ramón la expresa de manera<br />

muy bonita –muy literaria– con la metáfora del seno<br />

que cae como una gota en el polvo –como si fuera<br />

un anacoreta en su campo de juego, en la arena del<br />

desierto- para replegarse en sí mismo:<br />

‘Nos hemos imaginado la escena de un seno<br />

que cayese y le hemos visto envolverse en sí<br />

mismo y rodar sutilmente cerrado en una<br />

redondez blanda y compacta, como cuando<br />

una gota de agua se cae en el polvo y se hace<br />

una bolita así.’<br />

El seno en este juego forma el doble, el doble único,<br />

del fondo lúdico informal, de la liza libre con su<br />

potencial generativo y productivo infinito, que está en<br />

la base del juego, es decir, el seno a la vez sale de<br />

este fondo y se repliega sobre él, lo contiene, lo<br />

contiene dándole forma por su forma en formación.<br />

Por eso podemos decir que el seno, a la vez<br />

encarnación y símbolo de este fondo, es el actor por<br />

excelencia –el doble único- de un acto cosmogónico<br />

(espectacular) –el salto (mortal) de no ser a ser, de<br />

caos a cosmos- que el juego mismo posibilita abrir<br />

siempre de nuevo en su seno y que escenifica por<br />

reflexión: creación de mundo en creación.<br />

Todo juego –y la creación, sea material o ideal,<br />

grande o pequeña, es el juego por excelencia, el<br />

juego de los juegos- lleva el mito en su corazón, es<br />

en esencia, en su propia estructura y actuación, una<br />

formación mitológica y no histórica. O sea, a<br />

diferencia de la historia, que es una visión y práctica<br />

del tiempo de descubrimiento tardío y estrictamente<br />

humano, que toma el tiempo por completo como<br />

irreversible, lineal y exento de cualquier relación<br />

íntima y fundamental con el espacio (por eso el<br />

tiempo de la historia, aunque se refiere a hechos,<br />

sólo pasa, pasa siempre abstractamente al fin), el

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