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forma el método retórico-dialéctico por excelencia<br />
del discurso sobre el sexo), queda justo en este caso<br />
una afirmación totalmente hueca: Mainer no prueba<br />
de ninguna manera por medio de ejemplos<br />
concretos del texto que la confesión sería esencial<br />
para la poética de Senos. Es más, yo afirmo que el<br />
método retórico de Senos no se caracteriza por la<br />
confesión sino por la escenificación, que no opera<br />
discursiva sino teatralmente. Los senos en Senos no<br />
representan una verdad escondida detrás de ellos,<br />
una verdad siempre a confesar fundada en un<br />
trasmundo de sexualidad reprimida, su teatro no<br />
implica la estrategia de ‘doble juego’, sino que sólo<br />
representan la obra (imaginaria-imaginativa) que<br />
hacen mientras están jugando su papel en el escenario<br />
literario, la actualidad de su propia actuación:<br />
ellos mismos son el espectáculo construyéndose en<br />
la pura visibilidad de la visión artística, la focalización<br />
poética, o sea, visto por los prismáticos de la metáfora,<br />
que, como dice Ramón con acierto en otro<br />
lugar, ‘multiplica el mundo’.<br />
En el prólogo de Senos ese método de la<br />
escenificación queda simbolizado por la figura<br />
metafórica del malabarista en su actuación, el<br />
malabarista interviniendo, la frase que abre el<br />
prólogo reza así:<br />
‘Este es un libro hecho al desgaire, jugando<br />
con esos breves marfiles de los senos con<br />
cierto malabarismo divertido, jugando con ellos<br />
en el estilo, moldeados por el verbo y la<br />
imaginación como en su propia e ideal<br />
cerámica.’<br />
En breve, lo que este fragmento indica es que los<br />
senos en Senos no están en un confesionario sino<br />
en un circo, no están confesándose -no hacen<br />
discurso (sobre el sexo)-, sino mostrándose,<br />
mostrando las posibilidades, el poder de su misma<br />
plasticidad, la diversión de su propia presencia<br />
Boletín<strong>RAMÓN</strong> nº16, primavera (de Madrid) 2008, <strong>página</strong> 33<br />
artística y teatral en acción moldeante, el número<br />
que, con infinita variación y creatividad, son capaces<br />
de hacer en la escena, de formar en las tablas del<br />
papel con ayuda de la santísima trinidad del estilo, el<br />
verbo y la imaginación y bajo mando de su maestro<br />
de ceremonias Ramón.<br />
Pero Mainer no mira a esto lo que Senos mismo, con<br />
tanta fuerza expresiva, crea literaria y estéticamente<br />
en su propio seno, cómo funcionan verbal, estilística,<br />
imaginativa y estructuralmente los senos dentro de<br />
su esfera de ficción, cuál es, en breve, su juego y el<br />
papel que juegan en nivel poético-lingüísticoimaginario.<br />
Pasa simplemente de todo esto, del<br />
mundo propio de Senos, de su autónomo mundo<br />
metafórico-humorístico, que es una característica<br />
esencial suya muy a la vista, para sexualizarlo a<br />
toda costa desde fuera proclamando que forma un<br />
‘discurso sobre el sexo’ en la cual ocurre una<br />
‘fetichización del seno’, hasta llegar a asegurarnos<br />
con el manual del mismo doctor Freud en la mano<br />
que ‘el erotismo ramoniano tuvo siempre un alto<br />
contenido edípico’ y a revelarnos que Ramón mismo<br />
muy probablemente se ha quedado en la fase oral<br />
de la sexualidad infantil, la fase de la succión, y tiene<br />
una ‘manifiesta fijación en los senos’. Finalmente,<br />
para rematar el caso Ramón con su punto patológico,<br />
le clasifica como ‘pervertido’, como senófilo.<br />
En primer lugar se puede dudar con mucha razón si<br />
sea aplicable el psicoanálisis (tan simplemente) a<br />
otros casos que la biografía de personas reales<br />
situadas en su vida real. Queda claro que en este<br />
caso lo último no es el caso: se trata de una obra<br />
artística y toda obra artística implica una negación<br />
fundamental, un distanciamiento y diferenciación<br />
esencial de la vida y su realidad: irrealiza lo real de<br />
la vida para formar analógicamente, en otro nivel,<br />
una nueva realidad vital paralela, la de la ficción, en<br />
la cual todos los personajes son creaciones, o sea,<br />
imaginarios, máscaras épicas-literarias irreducibles,