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RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA página

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forma el método retórico-dialéctico por excelencia<br />

del discurso sobre el sexo), queda justo en este caso<br />

una afirmación totalmente hueca: Mainer no prueba<br />

de ninguna manera por medio de ejemplos<br />

concretos del texto que la confesión sería esencial<br />

para la poética de Senos. Es más, yo afirmo que el<br />

método retórico de Senos no se caracteriza por la<br />

confesión sino por la escenificación, que no opera<br />

discursiva sino teatralmente. Los senos en Senos no<br />

representan una verdad escondida detrás de ellos,<br />

una verdad siempre a confesar fundada en un<br />

trasmundo de sexualidad reprimida, su teatro no<br />

implica la estrategia de ‘doble juego’, sino que sólo<br />

representan la obra (imaginaria-imaginativa) que<br />

hacen mientras están jugando su papel en el escenario<br />

literario, la actualidad de su propia actuación:<br />

ellos mismos son el espectáculo construyéndose en<br />

la pura visibilidad de la visión artística, la focalización<br />

poética, o sea, visto por los prismáticos de la metáfora,<br />

que, como dice Ramón con acierto en otro<br />

lugar, ‘multiplica el mundo’.<br />

En el prólogo de Senos ese método de la<br />

escenificación queda simbolizado por la figura<br />

metafórica del malabarista en su actuación, el<br />

malabarista interviniendo, la frase que abre el<br />

prólogo reza así:<br />

‘Este es un libro hecho al desgaire, jugando<br />

con esos breves marfiles de los senos con<br />

cierto malabarismo divertido, jugando con ellos<br />

en el estilo, moldeados por el verbo y la<br />

imaginación como en su propia e ideal<br />

cerámica.’<br />

En breve, lo que este fragmento indica es que los<br />

senos en Senos no están en un confesionario sino<br />

en un circo, no están confesándose -no hacen<br />

discurso (sobre el sexo)-, sino mostrándose,<br />

mostrando las posibilidades, el poder de su misma<br />

plasticidad, la diversión de su propia presencia<br />

Boletín<strong>RAMÓN</strong> nº16, primavera (de Madrid) 2008, <strong>página</strong> 33<br />

artística y teatral en acción moldeante, el número<br />

que, con infinita variación y creatividad, son capaces<br />

de hacer en la escena, de formar en las tablas del<br />

papel con ayuda de la santísima trinidad del estilo, el<br />

verbo y la imaginación y bajo mando de su maestro<br />

de ceremonias Ramón.<br />

Pero Mainer no mira a esto lo que Senos mismo, con<br />

tanta fuerza expresiva, crea literaria y estéticamente<br />

en su propio seno, cómo funcionan verbal, estilística,<br />

imaginativa y estructuralmente los senos dentro de<br />

su esfera de ficción, cuál es, en breve, su juego y el<br />

papel que juegan en nivel poético-lingüísticoimaginario.<br />

Pasa simplemente de todo esto, del<br />

mundo propio de Senos, de su autónomo mundo<br />

metafórico-humorístico, que es una característica<br />

esencial suya muy a la vista, para sexualizarlo a<br />

toda costa desde fuera proclamando que forma un<br />

‘discurso sobre el sexo’ en la cual ocurre una<br />

‘fetichización del seno’, hasta llegar a asegurarnos<br />

con el manual del mismo doctor Freud en la mano<br />

que ‘el erotismo ramoniano tuvo siempre un alto<br />

contenido edípico’ y a revelarnos que Ramón mismo<br />

muy probablemente se ha quedado en la fase oral<br />

de la sexualidad infantil, la fase de la succión, y tiene<br />

una ‘manifiesta fijación en los senos’. Finalmente,<br />

para rematar el caso Ramón con su punto patológico,<br />

le clasifica como ‘pervertido’, como senófilo.<br />

En primer lugar se puede dudar con mucha razón si<br />

sea aplicable el psicoanálisis (tan simplemente) a<br />

otros casos que la biografía de personas reales<br />

situadas en su vida real. Queda claro que en este<br />

caso lo último no es el caso: se trata de una obra<br />

artística y toda obra artística implica una negación<br />

fundamental, un distanciamiento y diferenciación<br />

esencial de la vida y su realidad: irrealiza lo real de<br />

la vida para formar analógicamente, en otro nivel,<br />

una nueva realidad vital paralela, la de la ficción, en<br />

la cual todos los personajes son creaciones, o sea,<br />

imaginarios, máscaras épicas-literarias irreducibles,

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