DELEGACIÓN JUNÍN - CPBA

la de un joven saludable. No se pudo intentar siquiera la transfusión, la san-
gre se coaguló de inmediato y hubo que esperar más de un siglo hasta que se
encontraran respuestas más completas sobre el funcionamiento del aparato
circulatorio.
En 1628, el médico inglés William Harvey descubrió las propiedades de ser
distribuida por el cuerpo gracias a los movimientos del corazón, lo que confirmó
las ideas planteadas por René Descartes quien afirmó que las arterias y venas eran
tubos que transportaban nutrientes alrededor del cuerpo. Con su aporte se renovó
el interés por tratar científicamente de reponer sangre en lugar de extraerla.
Los experimentos fueron realizados primeramente en animales. La primera
transfusión sanguínea registrada fue realizada entre perros en 1666 por el joven
médico Richard Lower, lo que representó un gran avance en la técnica.
La corte francesa de Luis XIV, tuvo entre sus miembros a Jean Baptiste
Denis, a quien se atribuye haber logrado la primera transfusión de sangre a un
humano documentada en junio de 1667. Su tarea consistió en transferir sangre
de un cordero a un hombre utilizando plumas de aves como cánulas. Los mitos
alrededor de las propiedades de la sangre hacían suponer que su receptor sería
sanado de su mal. Pero no fue así, y su paciente, murió poco después probable-
mente a causa de sífilis. Denis fue acusado de asesinato, calumniado y difamado.
Poco después el Parlamento de París lo absolvió, pero condenó todas las transfu-
siones que comprometieran a los seres humanos.
Igualmente su trabajo no debe ser desacreditado, ya que en tiempos en
que se consideraba la sangre como algo mágico, se la comenzó a considerar
como un nutriente. Así demostraron que el cuerpo humano no se regía por “hu-
mores” vagos, sino por químicos, vasos y bombas.
Sangre clasificada
Recién entrado el siglo XIX el tema se volvió a discutir. El Dr. James Blundell,
obsesionado por las muertes post parto de sus pacientes, diseñó varios aparatos
que sirvieron para facilitar el todavía complejo procedimiento de transfusión
sanguínea.
En el año 1901, un médico del Departamento de Anatomía Patológica de
la Universidad de Viena, comenzó a esbozar los diferentes tipos de antígenos
ubicados en la superficie de los glóbulos rojos, logrando identificar por primera
vez los grupos sanguíneos y algunas de sus incompatibilidades. Esto le valió a
Kart Landsteiner obtener el Premio Nobel de Medicina en 1930.
El mayor problema que enfrentaba el método de transfusiones era la rápida
coagulación de la sangre. Si bien desde 1891 se conocían algunos agentes quí-
micos que lo impedían, la sangre se volvía tóxica.
En abril de 1914, el belga Albert Hustin publicó un artículo en que sugería
mezclar la sangre extraída con una solución para impedir su coagulación, que
lamentablemente no sirvió a la hora de las transfusiones por su baja concentra-
ción de glóbulos rojos.
En noviembre de ese mismo año, el Dr. Luis Agote hizo su primera prueba de
transfusión de sangre en personas en el Hospital Rawson de la Ciudad de Buenos
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Aires, teniendo varios testigos de su experiencia. Agote, luego de varias pruebas en
animales, había encontrado que el citrato de sodio evitaba la formación de coá-
gulos. El donante voluntario fue el portero del Instituto Modelo de Clínica Médica,
Ramón Mosquera. La prueba fue exitosa, pero el Dr. Agote no remitió el trabajo a
ninguna revista médica, sino al diario La Prensa que luego fue reproducido por el
New Cork Herald Tribune en Estados unidos. Justamente en ese país, el Dr. Richard
Lewisohn publicó a fines de 1915 un artículo donde explicaba un procedimiento
similar al del doctor argentino, y citaba al Dr. Hustin como el primero en desarro-
llarlo. Su trabajo fue aceptado y Lewisohn se atribuyó el método.
El aporte argentino logró resolver el problema de las transfusiones que
tanto angustiaba a los médicos reclutados durante la Primera Guerra Mundial.
Fue un gran aporte a la medicina mundial, que contaría desde entonces con un
método de transfusión de sangre simple, inocuo y fácil de ejecutar por un pro-
fesional idóneo.
La guerra le imprimió velocidad a los descubrimientos, y gracias a la posi-
bilidad de mantener la sangre estable para ser transfundida, nació el primitivo
concepto de los bancos de sangre, aunque recién en 1932, los soviéticos inven-
taron su actual estructura.
Entre los desarrollos posteriores de la técnica, merece mencionarse la apa-
rición de las bolsas plásticas que reemplazaron a las botellas de vidrio como
contenedores.
Durante los años siguientes y hasta la actualidad, se siguen desarrollando
efectivos test para asegurar la ausencia de virus en la sangre donada. Esto respon-
de a que la demanda de sangre está en aumento, y las prácticas de transfusiones
seguirán siendo cada vez más comunes, y se busca, también más seguras.
¿Quiénes pueden donar
y dónde?
Todas las personas entre 18 y 65 años con buen estado de salud y un peso
mayor a los 50 kilos pueden donar sangre. El requisito fundamental es no padecer
ni haber padecido alguna enfermedad transmisible a través de la sangre, por eso
una de las claves de la seguridad de los pacientes es la franqueza del donante en
la entrevista.
En el caso de los donantes de plasma, se deben considerar los mismos requisitos,
y además es indispensable ser de grupo sanguíneo Rh negativo y tener
anticuerpos anti- Rh (anti D) que son detectados en pruebas de laboratorio.
El plasma es la parte líquida de la sangre que contiene proteínas que son
separadas, purificadas y utilizadas como medicamentos. Algunas de ellas, como
la gammaglobulina anti D, es la que se utiliza para la prevención de la Enfermedad
Hemolítica Perinatal.
El Instituto de Hemoterapia dispone de un seguro solidario de sangre al que
se accede mediante la donación regular. Así el donante y su familia tienen garantizadas
todas las unidades que necesiten en ese año.
Para donar puede acercarse a la mayoría de los Hospitales Públicos de la
Provincia o comunicarse al 0800 • 6662258 de 8 a 15 hs. donde le informarán el
lugar más cercano para hacerlo.
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