Enero de 2012 - El Pitic
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Hermosillo, Son., <strong>Enero</strong> <strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />
REMEMBRANZAS DE VILLA DE SERIS<br />
LA CARABINA<br />
ENRIQUE VEGA GALINDO<br />
En el presente relato que se narra, por razones obvias se omiten los nombres<br />
<strong>de</strong> los actores <strong>de</strong>l drama. Cuenta la leyenda que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> largas<br />
cabalgatas por caminos angostos, boscosos, montañosos y <strong>de</strong>solados,<br />
enfrentándose a mil adversida<strong>de</strong>s para protegerse <strong>de</strong>l enemigo, llegó<br />
a Sonora un hombre que vivió en los terrenos al poniente <strong>de</strong> Villa <strong>de</strong><br />
Seris, en el momento en que los pobladores se involucraban en un tornado<br />
hambriento <strong>de</strong> oro y po<strong>de</strong>r. Como miembro <strong>de</strong> la Caballería <strong>El</strong>ite<br />
Real fue testigo <strong>de</strong> las acciones <strong>de</strong>l dios <strong>de</strong> la guerra, escenas <strong>de</strong> heroísmo<br />
y horror propias <strong>de</strong> pesadillas, quien encontró como recompensa a<br />
sus servicios prestados no la gloria sino la vergüenza a su reputación<br />
militar. Agricultor <strong>de</strong> nacimiento, aventurero por necesidad. Buscón <strong>de</strong><br />
oro por casualidad. Arriero <strong>de</strong> ganado ajeno, atravesó la frontera para<br />
comerciar.<br />
En el pueblo conoce a otros hombres como él y el puñado se convierte<br />
en la acordada al servicio <strong>de</strong>l lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la región, hombre caprichoso que<br />
nada políticamente según sopla el viento, para cazar abigeos, asaltantes<br />
<strong>de</strong> caminos y rateros. Con apoyo <strong>de</strong>l tirano el <strong>de</strong>stino le prepara una<br />
profecía como si una vi<strong>de</strong>nte la hubiera escrito especialmente para él.<br />
Ya con algo <strong>de</strong> dinero en los bolsillos compró un pedazo <strong>de</strong> tierra por<br />
allá con rumbo a Las Placitas. Empezó con unas chivitas, una vaca, una<br />
mula, un burro y algunas gallinas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su caballo y el perro. Sembró<br />
algo <strong>de</strong> maíz, calabazas y trigo para comer. Un día se encontró una<br />
abnegada mujer y se caso. Con el tiempo empezó hacer fortuna <strong>de</strong> tal<br />
manera que adquirió una gran extensión <strong>de</strong> tierra y cambió su carácter.<br />
Se volvió loco, pen<strong>de</strong>nciero, jugador, borracho, maldito y sanguinario.<br />
Su hacienda la llenó <strong>de</strong> lujos y comodida<strong>de</strong>s. Iba gente a pedirle trabajo<br />
y a nadie se lo negaba. Les brindaba un techo don<strong>de</strong> vivir y qué comer,<br />
pero los explotaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las 6 <strong>de</strong> la mañana hasta las 5 <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />
Sembraba algodón, trigo y poseía una huerta <strong>de</strong> cítricos. Contaba con<br />
buena maquinaria, sistema <strong>de</strong> riego. Su propiedad parecía un poblado.<br />
Su mujer era toda bondad, humil<strong>de</strong> y callada, le alegró la vida con 7<br />
cachorritos que eran el alma y corazón <strong>de</strong> la familia.<br />
Controlaba su feudo y sus alre<strong>de</strong>dores con mercenarios a sueldo. Si acaso<br />
encontraban algún individuo mero<strong>de</strong>ando los alre<strong>de</strong>dores, la cuadrilla<br />
lo llevaba al patrón y éste lo ponía a trabajar, si no quería lo colgaba<br />
<strong>de</strong> un árbol. Con esta acción encontró bastantes peones forzados.<br />
La cuestión era la siguiente; cuando un trabajador se quería ir <strong>de</strong> la<br />
hacienda le pedía que le pagara, y les contestaba que estaba bien. Les<br />
entregaba su dinero en monedas <strong>de</strong> plata. <strong>El</strong> inocente hombre se <strong>de</strong>spedía<br />
y él les daba la bendición con la señal <strong>de</strong> la cruz. Al voltearse y encaminarse<br />
a la salida, el hacendado pedía su carabina, la cargaba y acto<br />
seguido lo mataba por la espalda. Le quitaba el dinero y lo enterraba en<br />
su panteón. De esta forma los peones no se iban y el que huía lo traía a<br />
la hacienda y lo mataba <strong>de</strong> la misma forma.<br />
Un día el hombre murió. La esposa or<strong>de</strong>nó liberar a los peones. Les regaló<br />
todo lo <strong>de</strong> la hacienda. Les pidió se fueran y la <strong>de</strong>jaran sola con el<br />
cuerpo. Lo enterró. Mató a su caballo y su perro. Hizo una fogata y quemó<br />
todas sus pertenencias, entre ellas la carabina. Cogió una carreta,<br />
echó sus cosas y se fue con sus hijos. La hacienda quedó abandonada.<br />
Quienes la reclamaron y volvieron a habitarla se han vuelto borrachos<br />
o locos y han terminado en la <strong>de</strong>sdicha, pobres y en la ruina. La carabina<br />
no se quemó. Aún existe, está intacta y funciona. Palabra que no<br />
exagero.<br />
<strong>El</strong> autor es sociólogo, investigador, escritor e historiador.<br />
Email: evegagalindo1@yahoo.com<br />
Derechos Reservados: Vega, Salazar, Andra<strong>de</strong>, <strong>El</strong> <strong>Pitic</strong>.<br />
TEL. 016646373222<br />
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