Enero de 2012 - El Pitic
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Hermosillo, Son., <strong>Enero</strong> <strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />
Un oCASo E lA CAllE oCASo...<br />
herramientas valiosas, como fue mi caso con dos postes para el ten<strong>de</strong><strong>de</strong>ro y una llave<br />
para abrir la corriente <strong>de</strong> agua cuando nos la cortaban. Confesarles a los padres que<br />
nosotros habíamos vendido esas cosas era <strong>de</strong> seguro una buena regañada. Las caguamas<br />
eran el negocio más lucrativo. La venta <strong>de</strong> caguamas resultó un éxito total que incluso<br />
algunos aplicaron el robo, subiendo a los techos e inspeccionando los patios <strong>de</strong> los<br />
vecinos para pillar sus envases vacíos. Esto resultaba ser peligroso, pues se trataba <strong>de</strong><br />
un vil y <strong>de</strong>scarado robo acompañado <strong>de</strong> una fuerte regañada <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los padres,<br />
quienes estaban más interesados en hacernos enten<strong>de</strong>r que no tocáramos sus envases<br />
para el vicio, que captáramos la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el expendio no es un lugar seguro para<br />
infantes como nosotros.<br />
Cuando el sol bajó hizo <strong>de</strong>l cielo una <strong>de</strong> esas hermosas pinturas que nunca volteamos a<br />
ver, llegó un personaje que rompió la armonía <strong>de</strong>l barrio: “el loquito <strong>de</strong>l cinto”.<br />
A muchos niños les inventaban personajes para asustarlos: el coco, los roba chicos, el<br />
señor <strong>de</strong>l saco, entre otros, pero en mi barrio “el loquito <strong>de</strong>l cinto” no era un invento,<br />
era una realidad. Nunca agarró a ninguno <strong>de</strong> nosotros, no sabíamos qué pasaba si nos<br />
agarraba, pero el hecho <strong>de</strong> que nos correteara con un cinto y una mirada <strong>de</strong> loco era<br />
suficiente para que nos asustáramos y corriéramos. Alguien daba el grito <strong>de</strong> aviso ¡<strong>El</strong><br />
loquito <strong>de</strong>l cinto”!... y entonces sí, todo mundo a correr pues “el loquito <strong>de</strong>l cinto”<br />
no discriminaba, se iba sobre todo lo que se moviera. Mi instinto <strong>de</strong> supervivencia<br />
me hizo correr. Cuando uno se asusta no piensa bien y lo primero que se le viene a la<br />
mente lo ejecuta casi por reflejo. Hace falta tener experiencia y serenidad para pensar<br />
bien en los momentos en los que nos acecha el peligro. Experiencia y serenidad que yo<br />
no tenía, por lo que corrí como alma que lleva el diablo, sin importarme nada, llegué<br />
a mi casa a toda velocidad y cerré la puerta <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí, entonces me percaté <strong>de</strong> mi<br />
error, ¡mi madre y mi hermano en sus brazos seguían afuera! me invadió el pánico y<br />
tomé la cobar<strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> no salir y mejor asomarme por la ventana. Mi madre venía<br />
corriendo y yo me limité a echarle porras: ¡córrele, mamá, corre! para fortuna <strong>de</strong> todos<br />
(excepto la <strong>de</strong>l “loquito <strong>de</strong>l cinto”), mi mamá le ganó la carrera al loco y no pasó nada.<br />
Habría que esperar a que se hiciera <strong>de</strong> noche para volver a salir, pues el loquito <strong>de</strong>l<br />
cinto <strong>de</strong>saparecía con la luz <strong>de</strong>l día.<br />
Cuando el sol ya no se ve, las estrellas y la luna salen a tomar su puesto. Entonces llega<br />
la noche y con ella todas esas criaturas malignas como los vampiros, los hombres lobo<br />
y los cholos, estos últimos no se limitaban a darse a conocer mediante su grafiti.<br />
<strong>El</strong> principal interés <strong>de</strong> esta pandilla <strong>de</strong>nominada por ellos mismos como los “Colors”<br />
era ir a conquistar a tres morras que vivían en la cuadra. Nosotros éramos niños y<br />
ellos adolescentes metidos en el vandalismo juvenil, por lo que entre nosotros nunca<br />
hubo problema alguno. Muchos se acercaron a nosotros y nosotros a ellos, la vía <strong>de</strong><br />
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acercamiento era el futbol, las retas contra los Colors eran muy atrayentes pues subía el<br />
nivel <strong>de</strong>l juego, la velocidad, la fuerza y la intensidad. Al pasar el tiempo nos fuimos<br />
familiarizando con algunos <strong>de</strong> ellos, aunque ellos siempre fueron <strong>de</strong> otra generación.<br />
Estaba el Noé, quien terminó radicalizándose y se volvió un muestrario <strong>de</strong> aretes y<br />
modas raras. Otro era el Güero, siempre traía gorra, nunca se la quitaba, la única vez<br />
que lo ví sin gorra fue cuando unos policías lo catearon y lo obligaron a quitársela,<br />
tenía toda la cabeza rapada a excepción <strong>de</strong>l copete, el cual ya le llegaba al cuello. Otro<br />
que conocimos muy bien era el Toyos, pues resultó ganador en la carrera por conquistar<br />
a la Thelma, hermana mayor <strong>de</strong>l Guacho. Lamentablemente la relación con el Toyos<br />
se fue distanciando, a raíz <strong>de</strong> que mató a su propia hermana menor (<strong>de</strong> mi edad). Fue<br />
en un acci<strong>de</strong>nte automovilístico y el Negro fue el único <strong>de</strong> nosotros que lo presenció:<br />
“íbamos en la caja <strong>de</strong>l pick up, por la <strong>Pitic</strong>, entonces pasamos por un bache muy gran<strong>de</strong><br />
y la hermana <strong>de</strong>l Toyos salió volando para a<strong>de</strong>lante, entonces se le atravesó un carro al<br />
Toyos y tuvo que dar una vuelta muy cerrada, con dicha vuelta aplastó a su hermana<br />
con la llanta trasera <strong>de</strong>l carro, volteamos y el cuerpo iba rodando, pues estábamos en<br />
una subidita. Para cuando llegó la Cruz Roja ya estaba muerta, “siempre llegan cuando<br />
ya están muertos…”. Después <strong>de</strong> aquel acci<strong>de</strong>nte no vimos mucho al Toyos. Yo a la<br />
difunta hermana sólo la vi una vez y recuerdo que era particularmente bonita.<br />
Hubo otros cholos, pero en esencia esos fueron con los que más nos llevamos. A<strong>de</strong>más<br />
no podíamos acercarnos mucho a los Colors pues a pesar <strong>de</strong> que eran buena onda y<br />
jugaban futbol con nosotros, a fín <strong>de</strong> cuentas eran una pandilla <strong>de</strong> vándalos, quienes<br />
no hacían nada más que <strong>de</strong>dicarse a hacer <strong>de</strong>smadre. <strong>El</strong> carro <strong>de</strong> mi padre por ejemplo,<br />
era enorme y azul apodado “el lanchón”, poco a poco terminó siendo “el pizarrón”<br />
pues todos empezaron a rayarlo y a poner sus nombres en él. <strong>El</strong> Solovino, nuevo perro<br />
<strong>de</strong>l Guacho, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l Rambo, tuvo una muerte muy fea cuando los<br />
Colors <strong>de</strong>cidieron rayarle el torso con aerosol, <strong>de</strong>spués le rayaron la cabeza y así se<br />
fueron. <strong>El</strong> Solovino amaneció tieso, muerto por el envenenamiento que le causó la<br />
pintura ver<strong>de</strong> en la lengua y la morada en los ojos. Todos esos actos vandálicos que<br />
causaban los Colors eran horribles, pero <strong>de</strong>finitivamente el más violento fue cuando<br />
algunos <strong>de</strong> ellos golpearon a un ladrón que fue <strong>de</strong>scubierto en la casa <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> mis<br />
vecinos. ¡Lo corretearon por los techos, lo agarraron a tubazos y finalmente lo tiraron al<br />
patio don<strong>de</strong> habitaba el Bloomer quien lo recibió a mordidas! lo más probable es que<br />
no haya sido exactamente así, pero así se contaba el rumor por las calles.<br />
Poco a poco los Colors fueron <strong>de</strong>sapareciendo, algunos por <strong>de</strong>sgracia como la <strong>de</strong>l Toyos,<br />
otros por meterse <strong>de</strong>masiado hondo en el crímen y unos por <strong>de</strong>jar esa vida vandálica<strong>de</strong>structiva.<br />
Muchas cosas fueron cambiando: se pavimentó la calle, recluyeron al<br />
“loquito <strong>de</strong>l cinto” a un hospital psiquiátrico, Doña Anita cerró su puesto, algunos<br />
perros murieron, cholos llegaban y se iban, muchos cambios, muchos nuevos