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EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

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El oasis de la memoria<br />

86<br />

Un miedo y pánico horrible, de esto se hablaba, los niños lloraban y yo soportaba<br />

todo aquello. El miedo, el corazón se me salía de la boca pero algo en concreto<br />

no tuve. Se quedó gente por el camino, también gente sin salir. Mamia Nan Bueh.<br />

Cuando nos escapamos fue así sin más, sin saber dónde ir ni saber a qué nos<br />

vamos a enfrentar, en un momento Jueta regresó a Smara a por un hijo que dejó<br />

atrás y yo me fui con el resto de la gente. Cuando llegué a Tazua, que es un lugar<br />

al suroeste de Smara, ya no aguantaba más, tenía los pies arañados de caminar<br />

descalza. Nos sentamos, rajé un trozo de mi melhfa y me la puse a los pies como<br />

sandalias, y otras mujeres hicieron lo mismo, porque todas salimos de nuestras<br />

casas sin nada, con mucho miedo. F.M. Mujer (Dajla)<br />

Dicha situación se prolongó durante meses y años en diferentes grupos de población que<br />

no lograron huir y que fueron confinados en las ciudades, como señala el testimonio de<br />

esta mujer que estuvo confinada en Smara después de ser capturada y conducida con su<br />

familia desde el desierto a las afueras de la ciudad y donde permaneció en condiciones<br />

de detención y confinamiento sin ningún tipo de garantía o protección, en manos de las<br />

fuerzas de seguridad marroquíes.<br />

Después de ese periodo nos llevaron a la ciudad y han quemado las tiendas, las<br />

pertenencias, mataron a los camellos, al ganado que teníamos, aunque eso ya lo<br />

habían hecho el primer día del asalto, pero algunos camellos se habían salvado<br />

porque no estaban en ese momento en el campamento. Nos llevaron a la ciudad<br />

en coches, allí nos repartieron a las familias, ahí encontramos a algunos de los<br />

hombres que habían liberado. Nos llevaron en un lugar en la ciudad donde venía<br />

gente a llevarse a sus familiares. Varios de los hombres desaparecieron, mientras<br />

que otros fueron liberados después de meses o años. Sukeina Yed Ahlu Sid.<br />

La medida del nivel de terror ejercido contra la población puede verse en el testimonio de<br />

esta madre que, como en otros casos de personas también entrevistadas para este estudio,<br />

llegó a dejar a sus hijos en medio del pánico durante la huida.<br />

Estaba alcanzada de miedo, a tal punto que si mi hijo se hubiese caído allí lo<br />

hubiera dejado. El primer coche que encontré de los combatientes, allí me subí y<br />

ellos me decían: “Usted tiene que ir en otro coche” y yo les contesté: “No, este es<br />

un coche de los combatientes y ya no me muevo de aquí”. Me preguntaron si tenía<br />

algunos niños que había dejado, si necesitaba que fueran. Yo les contesté: que no<br />

quería saber de ellos. Yo lo que quería era salvarme. Fatma Bachir.<br />

El impacto del miedo estuvo amplificado tanto por la violencia ejercida, como por ver<br />

las consecuencias de esa violencia en la población. Familias que fueron asesinadas bajo<br />

los bombardeos, niños solos buscando a sus familias, personas que no podían caminar o<br />

mujeres que siguieron dando a luz en medio de la huida.<br />

Teníamos miedo, no podíamos expresar ese miedo ni gritar para poder salvarnos.<br />

Ha sido una época dura, he visto mujeres dando la luz en esas condiciones, habían

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