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EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

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El oasis de la memoria<br />

tando, y se encontraba en el campamento un gran número de mujeres, niños, ancianos,<br />

algunos discapacitados y enfermos. La intervención se produjo sin ninguna preparación<br />

ni cuidado con la gente y sin respeto por su vida, según los testimonios de muy distintas<br />

víctimas y observadores internacionales que se encontraban en el lugar de los hechos.<br />

458<br />

Cuando llegan los marroquíes yo estaba dormido con mi madre, era la madrugada<br />

había un coche diciendo cosas y una luz roja, muchos camiones, coches. Había<br />

muchos ruidos que le daban miedo a la gente, era el jaleo de los coches. Nosotros<br />

no sabíamos que ellos iban a hacer eso. Nos habían dicho que el lunes nos iban a<br />

solucionar nuestra situación, y vinieron de repente. Se escuchaban llantos de mujeres<br />

y hombres, había un olor a gas lacrimógeno; mi única preocupación era mi<br />

madre y salir de ahí. Dejaron un espacio vacío para dejar salir a la gente. Había<br />

una pelea entre los saharauis y los marroquíes ahí adentro y la gente intentando<br />

salir, muchas mujeres y niños. Mohamed Salem Buamud.<br />

La intervención marroquí se dio con vehículos y a pie. Desde lejos se fueron lanzando<br />

piedras contra el campamento y una respuesta defensiva por parte del sector más joven<br />

de la población saharaui en el mismo sebntido. Mientras algunos trataban de protegerse,<br />

otros se enfrentaban a la policía, tratando de hacer más lento su avance y dar tiempo a la<br />

evacuación. Todas las descripciones de la intervención muestran un escenario de violencia,<br />

falta de diálogo y terror.<br />

Me desperté en la madrugada del lunes, 8 de noviembre para orar. Un helicóptero<br />

sobrevoló el campo produciendo mucho ruido del motor. Tan pronto como salí de<br />

la jaima para asegurarme de qué estaba pasando, vi grandes camiones militares<br />

con dirección al campamento. Y después de unos instantes oí los gritos de las mujeres<br />

y los niños, y luego me dirigí a las tiendas cercanas para despertar a la gente.<br />

Me volví hacia mi izquierda y vi cómo los camiones militares aplastaban las<br />

jaimas, mientras que el helicóptero volaba sobre el campamento y lanzaba gases<br />

lacrimógenos. Había humo por todo el campamento. No pude ver nada después.<br />

Todo el mundo dentro del campo se asustó y salió corriendo en todas direcciones,<br />

y llegué hasta una chica que estaba guiando a dos ancianas, una de ellas era<br />

su madre. La tomé de la mano y empezamos a caminar fuera del espeso humo.<br />

Siempre que nos encontramos con un grupo de policías armados, cambiábamos<br />

de dirección y no sabíamos si íbamos caminando hacia el norte o el oeste. Cuando<br />

los soldados nos golpeaban con palos, nos encontramos con un gran grupo de jóvenes<br />

saharauis que formaban filas para protegernos y han creado una ruta para<br />

las personas, especialmente niños, mujeres y ancianos. Leili Salka.<br />

Las imágenes grabadas del asalto muestran el lujo de fuerza, el uso de gases lacrimógenos,<br />

la quema de jaimas y destrucción de enseres que se produjo en dicha intervención.<br />

Los testigos consultados para este informe relatan situaciones similares de ataques y destrucción,<br />

pero también casos específicos de lo que estaba pasando en el lugar concreto<br />

donde ellos se encontraban.

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