EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

Capítulo 11. El caso del 87
supo de su suerte, no había legislación, no era como ahora. Así que yo me sentí
muerto, comencé a pensar que me iba a pasar lo mismo que a la gente que fue
arrestada años antes, que me iban a enterrar... había muchos pensamientos en mi
cabeza en este sentido. Dahha Dahmouni.
En algunos casos varios miembros de la misma familia y de muy diferentes edades, hombres
y mujeres, fueron detenidos, como en el caso de la familia Ayach.
El 20 de noviembre de 1987, a la 1h de la mañana aproximadamente, mi casa,
que se ubica en la calle Al-hizam en El Aaiún, fue irrumpida por más de siete
agentes de la policía marroquí vestidos de civil. Destruyeron brutalmente todo lo
que había, violentaron el sueño de mi familia, especialmente el de mi madre Salka
Abdellfatah Luali. Esta intervención provocó una situación de terror en todos los
miembros de mi familia. Fatma Ayach.
Fui detenida con mi hermana Ayach Huidish. Han venido por la noche a nuestra
casa. Han entrado y unos me dijeron que me iban a llevar, nos insultaron de mala
manera: perra… “nos dijeron palabrotas que nunca habíamos escuchado. También
detuvieron luego a mi sobrino Ali y fueron a buscar a mi hijo, lo trajeron.
También detuvieron a Fatma Ayach, una hija de mi sobrino. Salka Ayach.
Torturas desde el inicio de la detención
Las torturas contra las personas detenidas empezaron nada más llevarse a cabo las detenciones.
Según los testimonios de los sobrevivientes, el cuartel PCCMI estaba preparado
para llevar a cabo dichas prácticas, con una habitación especialmente preparada para
las torturas. En dicha habitación existían lugares para el colgamiento de los detenidos,
algunas mesas donde eran tumbados y atados, e instrumentos de tortura como cables
eléctricos y un aparato generador de electricidad. Los objetivos de los interrogatorios,
realizados nada más ser detenidos, muestran la celeridad y planificación con que actuaron
las fuerzas de seguridad del Estado, tratando de obtener información de la manera más
rápida y dura posible, ante la inminencia de la visita oficial de la misión de Naciones
Unidas y la OUA.
En la sala de tortura cambiaron el saco de la cabeza por una venda en los ojos
que estaba muy apretada. Comenzaron a preguntarme el nombre, qué pensaba
hacer con lo que me quitaron. Yo desde el principio empecé a hablar del caso de
mi madre, le dije: “Quiero hacer todo esto porque vosotros habéis desaparecido
a mi madre, etc.”. Me preguntaron por la carta que traía, cada vez me decían que
mentía, cogieron un banco de hierro y me ataron las manos y los pies de los tobillos
y comenzaron a atarme sobre una mesa, solo mi cabeza quedó libre y comenzaron
a poner en la cara un trapo o chiffon con olor a azufre, con sustancias que
olían muy mal. Uno de ellos estaba cerca de mi cara y otro cerca de mi pie, había
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