EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

Capítulo 10. Prisioneros de guerra
No había comunicación entre nosotros como grupo, nos habían aislado en celdas
diferentes, no nos dejaban salir y la única forma en la que podíamos comunicarnos
era hablar o hacer señas con el que estaba frente a la celda, y este con el otro
que estaba enfrente y así sucesivamente, o sea de forma de Z, esa era la única
forma de comunicación entre nosotros. Mohamed Ali Mohamed Lamin Hamma.
En la misma prisión y en el mismo tiempo estaba detenido también Mohamed Daddach 232 .
Sin embargo, los detenidos no tenían ningún conocimiento de otros grupos o prisioneros
de guerra que estaban en la misma prisión y condiciones.
Eso no se menciona, está prohibido preguntar por esas cosas en la prisión, estuvimos
en la peor prisión de Marruecos con siete puestos de vigilancia en su exterior, siete
cercos bien vigilados que encerraban el centro penitenciario de Kenitra. Hasta los
mismos funcionarios que trabajan tenían que pasar por siete controles para salir hacia
sus casas, todo se podía pedir excepto el contacto con los familiares, los guardias
nos podían ayudar en cualquier cosa menos en ese tema. Mohamed Salem Babi.
Muchos detenidos estuvieron en régimen de aislamiento total hasta siete años. Solo después
de 1987 empezaron a poder juntarse y realizar algunas actividades en común. El
aislamiento, la tortura, las condiciones de privación y tratos inhumanos y degradantes
conllevaron un enorme impacto psicológico en los detenidos, muchos de los cuales mostraron
graves problemas de salud mental después de su liberación. Pero, en los últimos
años de cautiverio, también desarrollaron algunas formas de apoyo mutuo y resistencia
similares a las llevadas a cabo por los detenidos desaparecidos de Kalaat M’gouna a partir
más o menos de las mismas fechas.
Estuvimos sometidos a un aislamiento total desde el momento de nuestra detención
hasta el año 1987. Después de la visita de la delegación del Frente Polisario a Marrakech,
empezaron a dejarnos salir un poco a disfrutar del patio con otros presos,
y así, empezamos a organizarnos dentro de la cárcel y aprovechamos también nuestras
reuniones para aprender el Corán, la gramática árabe y matemática aunque
no teníamos material. Aprovechamos las piedras y escribíamos en las paredes o en
el suelo o simplemente en la arena. Esa fue una experiencia gratificante, hacíamos
también actividades para entretenernos como recitar poesía árabe, canto saharaui y
teatro etc. Todo a escondidas. Mohamed Ali Mohamed Lamin Hamma.
El que fue posteriormente uno de los representantes del grupo de los 66 presos finalmente
liberados, describía así el trato que habían recibido poco después de su liberación.
He pasado tres años con el mismo traje militar con que fui hecho prisionero en combate.
Nos retenían con cadenas de hierro, con los ojos vendados para ser objeto de
largas sesiones de interrogatorio y de tortura… He sido aislado durante más de siete
meses en una estrecha celda en total oscuridad, donde no veía más que el guardián
232 Véase capítulo 8.
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