EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

Capítulo 7. La tortura como práctica sistemática
Malos tratos y torturas durante el tiempo de custodia
El modus operandi de los captores durante las desapariciones forzadas fue el mantenimiento
de la tortura durante todo el tiempo de detención. Después de que pasaron
las primeras semanas o meses, donde la tortura se usó como parte de los interrogatorios,
y cuando los detenidos fueron trasladados a otros centros clandestinos como
Agdez, el PCCMI o Kalaat M’gouna en donde se mantuvieron por años, la tortura
siguió siendo parte del trato de las fuerzas de seguridad marroquíes.
Durante el tiempo de custodia posterior a los interrogatorios la tortura tuvo varias formas:
a) La privación sensorial (ojos vendados, lugares cerrados, etc.).
b) Privación de sueño.
c) Hacinamiento, contaminación física y falta de higiene con numerosas
enfermedades.
d) El aislamiento social, prohibición de hablar o comunicarse bajo amenaza de
castigo.
e) Las posturas forzadas sentados o de pie, muchas veces atados, contra la
pared por largos periodos de tiempo (de meses a años).
f) Estrés climático por temperaturas extremas.
g) Falta de alimentación, desnutrición, privación de baño y agua.
h) Falta de atención en salud y denegación de asistencia médica.
i) Amenazas y golpizas.
El trato sufrido por los detenidos, tanto hombres como mujeres, fue en general similar
respecto a sus condiciones de detención. Dichas condiciones incluían una ausencia total
de higiene, falta de lugares de descanso durmiendo en el suelo sin aislamiento o protección
alguna, en condiciones deplorables durante años.
Todo el cuerpo morado, por la noche sufríamos de fiebre por el frío, después de
una semana nos trajeron mantas, el suelo estaba frío. Las sandalias las improvisamos
como almohadas. Eran diferentes celdas, en una estábamos diecisiete
mujeres. Desde el primer día nos vendaron los ojos, había pulgas, las mantas eran
militares, sucias, llenas de pulgas, con mal olor. Degja Lachgar.
Estábamos nueve en una habitación de dos por dos metros. Había con nosotros
unos ancianos y no les dejábamos que durmiesen encima del wáter, porque es una
costumbre de los saharauis. Estábamos tres: Hussein, Lachgar y yo. Éramos los
más jóvenes, cada uno hacía de almohada para apoyar en el wáter. No teníamos
mantas ni nada, cogíamos las sandalias y las poníamos sobre el wáter para apoyar
la cabeza. En cuanto se despertaba uno para orinar tiene que despertar a los
demás. Ahmed Salem Abdel Hay Allal.
291