EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

Capítulo 7. La tortura como práctica sistemática
produciendo gangrena de los pies por la acumulación de sangre y la inflamación. El siguiente
relato de uno de los detenidos desaparecidos muestra cómo los propios torturadores
obligaron al detenido a realizar ciertas prácticas como caminar o poner los pies en
agua en un intento de disminuir las secuelas físicas, antes de continuar la tortura de otras
maneras. Hay que recordar que en estos casos los detenidos fueron finalmente reconocidos
como tales y la desaparición se convirtió en una detención arbitraria con torturas del
llamado “grupo de los 26”, por lo que estas prácticas parecen más orientadas a disminuir
las secuelas físicas que pudieran ser visibles posteriormente.
Después nos hacían lo que los marroquíes llaman falanga que era una barra de madera
como de pico que tenía dos agujeros de cada lado, en estos había una cuerda,
metías el pie dentro y se apretaba al pie, un guardia la sujetaba de un lado y otro
de otro y se quedaba la cabeza abajo y los pies arriba, le daban con un cable a los
pies hasta sangrar, se quedaba todo azul, nos cogían de los hombros y nos ponían
una olla con agua fría, allí metíamos los pies, yo creo que para que no se hinchasen.
Teníamos que dar vueltas en el patio y mientras traían a otro. Mahjoub Nema.
La mayor parte de los detenidos desaparecidos que sufrieron las prácticas citadas se refieren
a ellas con los nombres puestos por los torturadores como formas de minimizar
el horror y como parte de la burla, tales como el “avión”, “el pollo”. El lenguaje de la
tortura incluye así formas de poner distancia psicológica con la crueldad y de normalizar
el horror por parte de los torturadores. Las descripciones de las personas ex desaparecidas
son similares en todos los casos, proporcionando detalles escalofriantes de los métodos de
tortura, que se repiten en numerosos testimonios.
Nos ponía sobre una especie de bancos largos. Tenía más o menos las dimensiones
de la longitud de la persona. Siempre dejaban el cuello al aire, la cabeza en el vacío,
también los pies. Te envolvían en una manta con el banco, después cogían una
cuerda y te ataban. Todo el dolor se sentía en la nuca. Uno cogía la correa de un
vehículo y te pegaba en la planta de los pies, y los otros cogían una especie de trapo,
un trozo de manta o algo así, que tenía orina, maloliente… tenía de todo, y cortaban
la respiración de la persona por la boca y la nariz. Lo más difícil, en este caso, es
que cuando te asfixian de esta forma, la persona, pese al mal olor, pese a todo, abría
la boca y tragaba de… cuando caían gotas en la garganta, algo parecido a lo que
era la muerte. Yo creo que así mataban a la gente. Una de las manos te la tenían un
poco al descubierto y te decían: cuando quieras hablar mueve el dedo. Entonces,
nosotros no hacíamos más que menear el dedo y les decíamos cosas que no querían
oír y, cuando repetían, te lo hacían peor. Abdallahi Chwaij.
Después de haberme pegado con correas de coches, una vez nos pegaron con cables
de hierro, esos te hacen daño muy rápido. Baschir Azman Hussein.
Las mismas experiencias de tortura fueron vividas por las mujeres.
Éramos cincuenta y dos mujeres, hemos sufrido todos los tipos de torturas. Pasamos
tres meses muy dañadas, con vendajes de ojos y nos atormentaban directamente.
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