EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

El oasis de la memoria
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Cada vez que el comandante de la gendarmería llamaba a uno le daban un
dossier y decía que vosotros fuisteis cómplices con los enemigos y habéis matado
a nuestra gente. Había gente que decíamos que nunca habíamos visto armamentos,
ni siquiera lo conocemos y cuando llegan a mi dossier solamente decía:
no quería comer la carne de la camella. Lo que supuso la risa de muchas de las
personas presentes. El comandante de la gendarmería dijo: “qué locura ¿Le tenéis
a una persona por más de dos años y tres meses torturándole porque no quería
comer carne de camella?”. Cerró el dossier y se quedó gritando e insultando y
diciendo por qué estaba mezclado con los otros. Me llevaron hasta el comandante,
me dio una silla y me dice el comandante: “el Rey os da las gracias y os amnistía,
a pesar de todo lo que habéis hecho. Ya estás libre y todo lo que habéis encontrado
de malo debéis volverlo en bueno”. Vino el alférez y me dijo que me fuera con mi
padre que me estaba esperando. El Batal Lahbib.
Investigar las fosas del horror
Durante esos dos años y tres meses, los detenidos estuvieron desaparecidos, se les privó
de la libertad y se ocultó su suerte y paradero. De hecho, se les sustrajo a la protección de
la ley. No fueron sometidos a ningún proceso. Sufrieron torturas brutales, fueron sometidos
a situaciones extremas de espanto y horror, como las vividas en la fosa de Lemsayed
donde varias personas fueron llevadas al extremo del terror y la muerte bajo torturas
y, por otra parte, fueron sometidos a torturas en la celda donde estuvieron recluidos,
incluyendo mujeres y niños, y testigos de varias ejecuciones extrajudiciales. Después
fueron interrogados por varias comisiones militares, incluyendo autoridades de alto nivel,
a quienes expresaron todo el horror vivido, sin que eso conllevase ningún proceso de
investigación. Posteriormente fueron liberados sin ninguna explicación, juicio o proceso.
Las personas liberadas tuvieron que enfrentar el impacto del miedo, el control militar y
policial posterior, la falta de documentación y el control de sus movimientos, y la imposibilidad
de denunciar su situación. Solamente treinta años después algunos presentaron
su caso ante la IER que otorgó algunas indemnizaciones. Ninguna investigación sobre los
hechos o los responsables se ha llevado a cabo. Además, durante muchos años, hasta la
actualidad, las secuelas de la tortura y el impacto psicológico de haber vivido las situaciones
tan dramáticas y extremas, han tenido consecuencias negativas muy importantes
en los sobrevivientes. Los sobrevivientes describieron ese escenario como de una nueva
prisión, en la que sus familiares estaban controlados y habían sufrido igualmente las consecuencias
de las acusaciones a sus hijos de ser miembros del Frente POLISARIO.
Lo que me destruye también por dentro son las imágenes de la gente en aquellas
circunstancias, con las piedras que te quitan un poco por aquí, con un solo ojo, sin
dientes, las heridas en la cabeza, se veían los huesos, los codos sin carne, también
en los hombros y en la columna vertebral. Lo que vi es insoportable e inimaginable.
Me viene a la cabeza y tengo pesadillas, sí. El Batal Lahbib.