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EL OASIS DE LA MEMORIA - Publicaciones

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Capítulo 4. Pillaje y desplazamiento forzado en el desierto<br />

más pobre. Esto ha tenido graves influencias sobre mí, psicológicamente, y sobre<br />

mi familia. La carne que se consumía era de mis camellos y tengo documentación<br />

acreditativa de los hechos. Bchirna Learousi.<br />

Todavía hoy en día el sentimiento de pérdida en estos casos supone un duelo sobre la vida<br />

que se tenía, el estatus social y las posibilidades de desarrollo. Pero también un ataque a<br />

la identidad nómada.<br />

Eso ha tenido fuerte repercusiones psicológicas. Tras el alto al fuego, cuando la<br />

gente empezó a andar aquí y allá en Smara con cierta libertad, cuando paso por<br />

esos lugares me acuerdo de la riqueza que tenía, de la cantidad de cabras y camellos.<br />

En 1984, fui a aquel lugar, encontré los camellos del ejército y empecé a<br />

mirar entre ellos la marca en el cuello que se pone a los animales. Los militares se<br />

dieron cuenta de que estaba mirando a los animales, y uno me preguntó: “¿Qué<br />

estás haciendo aquí?” Le dije no me conoces a mí, pero el ejército me quitó reses y<br />

estoy mirando si alguna de ellas era de las mías. Después me llamó la gendarmería<br />

y me obligó a que nunca más me acercase al grupo de militares nómadas. Me<br />

llamaron de la delegación del gobierno y me preguntaron que si pretendía cobrar<br />

del ejército con camellos y les dije: “Mire, yo no pretendo nada, me habéis quitado<br />

tantos camellos, tenía bastantes y quiero que me devolváis la misma cifra”. Me<br />

dijo el gobernador: “Es que son camellos del Estado” y le dije: “Aquí no habéis<br />

traído camellos, habéis traído tanques, camiones de guerra americanos, y ahora<br />

tenéis camellos, eso quiere decir que esos camellos son descendientes de mis camellos”.<br />

He hecho más de lo que se puede hacer. Bchirna Learousi.<br />

Reclamos sin respuestas<br />

En el momento de los hechos la práctica totalidad de las víctimas de pillaje, como en el<br />

resto de las violaciones de derechos humanos, no pudieron hacer ningún tipo de reclamo.<br />

Sin embargo, Bchirna Learousi fue a ver al responsable del ejército, pidió una audiencia<br />

y logró hablar con un teniente reclamando su ganado. Después pidió una entrevista con el<br />

gobernador de El Aaiún quien, según su testimonio, le respondió que no tenían ninguna<br />

autoridad sobre lo que hizo el ejército, dado que era un poder civil.<br />

Lejos de desistir por la falta de respuesta o las amenazas de que fue objeto, Bchirna comenzó<br />

una campaña de escribir cartas a altos cargos del régimen, incluyendo del ejército,<br />

altos funcionarios del Estado, como gobernadores, ministros, incluso al rey de Marruecos.<br />

Hasta 221 cartas, durante 30 años, en un ejercicio de persistencia único probablemente<br />

en el Sáhara Occidental.<br />

La primera carta escrita al ministro delegado de la Defensa fue enviada el 21/02/1978 y la<br />

última el 27/12/2008 a las autoridades marroquíes en relación con la pérdida de su ganado<br />

usurpado y sacrificado por el ejército marroquí.<br />

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