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Richard Leakey - Nuestros Origenes - Fieras, alimañas y sabandijas

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historia real es más interesante que la leyenda, más científica.<br />

Como anatomista que era, el interés real de Dubois se centraba en el cerebro,<br />

concretamente en la relación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del cuerpo de<br />

una especie. Hoy el tema es de profunda actualidad en biología evolutiva y<br />

conductista, pero hace un siglo Dubois fue un pionero solitario. Theunissen ha<br />

demostrado que Dubois publicó mucho más sobre la evolución del cerebro que sobre<br />

Pithecanthropus, aunque deba su fama a este último. Pero ambos temas eran<br />

inseparables para él, porque el conocimiento del tamaño del cerebro era crucial para<br />

determinar el estatus de Pithecanthropus. «Para lograr una mejor comprensión de este<br />

nuevo organismo, inmediatamente después del descubrimiento empecé a buscar leyes<br />

que regularan la calidad cerebral de los mamíferos, un estudio que proporcionó<br />

evidencia sobre el lugar de Pithecanthropus en el sistema zoológico», escribió en 1935,<br />

seis años antes de su muerte.<br />

Según Dubois, con cada gran avance evolutivo, el cerebro dobla su tamaño en relación<br />

con el tamaño del cuerpo, una idea que fundamentó en su conocimiento de la<br />

embriología. El cerebro de los grandes simios es cuatro veces menor que el tamaño del<br />

cerebro humano; el cerebro de los carnívoros y herbívoros ungulados es ocho veces<br />

menor; el cerebro de los conejos dieciséis veces menor, etc. Dubois reconocía la<br />

existencia de un hiato en este esquema: forzosamente tenía que haber algo a medio<br />

camino entre los grandes simios y los humanos, algo con la mitad del cerebro humano.<br />

Para que Pithecanthropus pudiera ser ese eslabón perdido, tenía que encajar entre<br />

ambos y presentar un tamaño cerebral que fuera exactamente la mitad del tamaño<br />

humano. Pero el cerebro de Pithecanthropus medía 855 centímetros cúbicos, es decir,<br />

dos tercios menor que el tamaño cerebral de un humano moderno, no la mitad. Lo que<br />

ponía a la criatura de Java fuera de la línea evolutiva que llevaba a Homo sapiens.<br />

Dubois se entregó, pues, a un razonamiento que parecía un círculo vicioso que, según<br />

su punto de vista, rescataba el estatus de Pithecanthropus como antepasado humano.<br />

Si Pithecanthropus tenía un cuerpo como los humanos, entonces su cerebro era<br />

evidentemente demasiado grande para un antepasado humano directo. Pero si su<br />

cuerpo fue mucho mayor, digamos de unos 100 kilos, y no la media humana de 60<br />

kilos, entonces el tamaño de su cerebro en relación con el tamaño del cuerpo era<br />

pequeño. En cuyo caso encajaba con aquella posición intermedia requerida, a medio<br />

camino entre los grandes simios y los humanos, y podía suponer el punto de partida de<br />

la evolución de los verdaderos humanos. Satisfecho de haber conseguido su objetivo,<br />

Dubois escribió en 1932: «Hoy, más que nunca, creo que Pithecanthropus de Trinil es<br />

el verdadero "eslabón perdido"».<br />

Como Dubois había denominado «gibón gigante» a su criatura, muchos pensaron que<br />

con ello había dejado de considerar a su Pithecanthropus como un eslabón del pasado<br />

humano. Aunque no fue así, el mito persiste. En realidad, no existe ninguna ley<br />

evolutiva de la duplicación del tamaño del cerebro. Dubois cometió un error sencillo<br />

pero fundamental al creerlo así. Si no hubiera cometido ese error, no habría tenido que<br />

enzarzarse en argumentos tortuosos, y la idea de un gibón gigante nunca hubiera visto<br />

la luz. Pero así es la naturaleza de la ciencia y la historia.<br />

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