Objetivos terminales del primer curso por créditos

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sino preguntar»; «Será lo mismo en tu lengua vernácula, pero en español son dos cosas distintas»; «No,
mujer –se enfadaba él–»; «Y, como para castigarla, se iba sin dar una respuesta».
Interrogativas: «¿Cómo se dice, infligir o infringir?»; «–Es lo mismo, ¿no?»; «¿Pensarás conmigo?».
Exhortativas: «Leonardo, tengo que pedirte una cosa»; «Lo que tienes que decir es que si pensaré en ti».
Habla y escribe
1. Género didáctico (ensayo). El autor hace una reflexión subjetiva; en este caso, sobre un tema relacionado
con los usos lingüísticos. Aparece la primera persona.
2. Sólo se puede emplear el verbo cosechar con complementos en plural.
3. De respuesta abierta.
Sonidos y letras
1. a) fallo; b) oyó, chillido; c) apoyes, barandilla; d) escayolado; e) mayoría, arcilla; f) jersey; g) estoy,
muy; h) voy; i) doy; j) mayores, desayuno; k) arroyo, lluvia.
2. De respuesta abierta.
3. 1 c Lo peor que le puede pasar a una persona es no querer ver sus propios defectos.
2 d Es fácil decir o prometer cosas; lo difícil –y lo que de verdad importa- es hacerlas.
3 h Un regalo no deber ser considerado por el valor que tiene, sino por lo que significa como acto
de generosidad.
4 g Las personas que más gritan, alardean o amenazan resultan a la postre las más cobardes.
5 i Es mejor no prestar atención a las necedades o mentiras que nos dicen.
6 a En casos de necesidad, cuando falta lo básico o imprescindible, cualquier cosa que pueda sustituirlo
o cumplir la misma función es válida.
7 b Se emplea habitualmente para reforzar la idea de la influencia determinante del carácter o las
enseñanzas de los padres en los hijos.
8 f Haz siempre el bien, sin mirar a quién beneficias, desinteresadamente.
9 e Con este refrán se pretende dar ánimos en momentos de desconsuelo o de desgracia, pues, a la
larga, lo que en un principio parece una desgracia puede reportar lo contrario.
Palabras y frases
1. La fábula del Rey de Irlanda, que logró que Dios le regalase una isla, es conocida. El Rey tenía siete
hijas, pero no tenía más que seis ciudades, con lo cual una de sus hijas, la hija menor, se quedaría sin
dote. El Rey le pidió a su niña que se metiese monja, pero ella, como la niña del romance nuestro,
se quería casar. [...] El Rey lloraba, y un día en que estaba más triste que de costumbre, su ángel de
la guarda le puso una mano en el hombro derecho y le habló. Le dijo que estaba seguro de que si el
Rey inventaba un nombre para una isla, y si a Dios le parecía que tal nombre era hermoso, que pondría
una isla en el mar que se llamase así, y que la podía dar de dote a la hija más pequeña, tan insistente
en casar. El Rey lo pensó durante un año, y al final dio con un nombre, Tirnagoescha, es decir,
Tierra de los Pájaros Sonrientes. A Dios le pareció muy bien, y un día de abril apareció esa isla en las
costas de Irlanda, en sus bosques, volando, pájaros que sabían sonreír.
2. De respuesta abierta.
presentació
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