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Ciudadanía e higienismo social en El Salvador, 1880-1932

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político <strong>en</strong> el Estado liberal. 291 Los grupos mayoritarios, es decir, los ladinos e<br />

indíg<strong>en</strong>as, ciertam<strong>en</strong>te fueron incluidos d<strong>en</strong>tro de estos grupos <strong>social</strong>es peligrosos;<br />

principalm<strong>en</strong>te después de las reformas liberales <strong>en</strong> el agro, ya a partir de <strong>1880</strong>. Lo<br />

anterior g<strong>en</strong>eró una inm<strong>en</strong>sa población empobrecida, cuya única riqueza era la<br />

fuerza de trabajo. Por tanto, este elem<strong>en</strong>to del positivismo decimonónico al parecer<br />

no proporcionó elem<strong>en</strong>tos para el desarrollo de la sociedad <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, sino que las<br />

condiciones para que la sociedad se organizara de manera asimétrica.<br />

<strong>El</strong> sistema p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>ciario repres<strong>en</strong>tó uno de los aportes d<strong>en</strong>tro del cual se<br />

buscó ubicar a las clases peligrosas; así, para 1923, se expresó lo sigui<strong>en</strong>te sobre la<br />

función del mismo: «At<strong>en</strong>dida la maquinaria actual de nuestras prisiones… fundada<br />

<strong>en</strong> la piedad, es altam<strong>en</strong>te filantrópica… Es necesario cambiar el sistema de castigo<br />

dándole por base no la v<strong>en</strong>ganza, es decir el dolor, o sea la expiación, sino la<br />

reforma». 292 Ciertam<strong>en</strong>te el espíritu de las reformas liberales había prohibido los<br />

castigos y las p<strong>en</strong>as infamantes, pero <strong>en</strong> su discurso estaba inmerso el estigma de la<br />

deg<strong>en</strong>eración, con el cual se definió la configuración del delincu<strong>en</strong>te y criminal.<br />

La asimilación del espíritu de filantropía y b<strong>en</strong>efic<strong>en</strong>cia saturó los discursos<br />

de los sectores hegemónicos durante gran parte del último tercio del siglo XIX y<br />

principios del XX; pero esto no pareciera haber repres<strong>en</strong>tado una reivindicación<br />

para los grupos <strong>social</strong>es mayoritarios, sino todo lo contrario. 293 Se constituyó <strong>en</strong> un<br />

291 Michael Foucault, La vida de los hombres infames, p. 48.<br />

292 Emilio Villacorta, Progreso. De nuestro ambi<strong>en</strong>te político-<strong>social</strong>. Tomado de la segunda parte. Cap. II<br />

―Una p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>ciaría‖, Tipografía La Luz, San <strong>Salvador</strong>, 1923, p. 57. Los elem<strong>en</strong>tos distintivos de la<br />

deg<strong>en</strong>eración fueron claram<strong>en</strong>te especificados aquí: «Tal criminal que hoy purga un golpe no más,<br />

puede <strong>en</strong>cerrar d<strong>en</strong>tro de sí el germ<strong>en</strong> de un implacable asesino ». Ibíd. p. 58. Bunge describió<br />

detalladam<strong>en</strong>te la deg<strong>en</strong>eración producida por estados patológicos transmitidos de padres a hijos<br />

sost<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do, a su vez, que los cruzami<strong>en</strong>tos continuos de ―gérm<strong>en</strong>es sanos‖ con ―gérm<strong>en</strong>es<br />

debilitados por la her<strong>en</strong>cia‖ increm<strong>en</strong>taban la ―deg<strong>en</strong>eración total o <strong>social</strong>‖, fundam<strong>en</strong>tos mediante<br />

los cuales insistió sobre la necesidad de excluir a los difer<strong>en</strong>tes, considerados —sólo por ello—<br />

inferiores‖. Ver: Marisa Miranda y Gustavo Vallejo, ―Hacia la perfección humana: Raza y evolución:<br />

el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de Carlos Octavio Bunge‖. Disponible <strong>en</strong>:<br />

http://www.<strong>en</strong>sayistas.org/critica/g<strong>en</strong>erales/C-H/arg<strong>en</strong>tina/bunge.htm#_ednref8<br />

293Aquí se estableció el principio de la b<strong>en</strong>efic<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> relación con la administración de la salud,<br />

cuando expresó lo sigui<strong>en</strong>te: «Si es simpático todo cuanto se hace a favor de la Instrucción Pública,<br />

no lo es m<strong>en</strong>os lo que se hace <strong>en</strong> favor de la b<strong>en</strong>efic<strong>en</strong>cia, la privación de la luz de la ci<strong>en</strong>cia para el<br />

espíritu es tan triste como la privación de la salud para el cuerpo». Ver: Santiago I. Barber<strong>en</strong>a:<br />

Descripción geográfica y estadística de la república de <strong>El</strong> <strong>Salvador</strong>, Cap. X. Establecimi<strong>en</strong>tos de B<strong>en</strong>efic<strong>en</strong>cia, p.<br />

71. Así, tanto la salud como la educación estuvieron inmersas d<strong>en</strong>tro de este espíritu de la caridad<br />

pública. <strong>El</strong> autor ratificó lo anterior de la sigui<strong>en</strong>te manera: «<strong>El</strong> Gobierno, inspirado <strong>en</strong> los mismos<br />

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