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Untitled - Nicola Viceconti

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operaban en aquellos años. Su secuestro permaneció<br />

envuelto en el misterio por mucho tiempo. La verdad se<br />

conoció muchos años después del fin de la dictadura, en el<br />

año 1983. Así como a María, a otros muchachos les tocó la<br />

misma suerte.<br />

La había visto crecer hasta sus diecinueve años. A decir<br />

verdad, la conocían todos los vecinos de Avenida Salguero<br />

gracias a su temperamento. Desde pequeña lograba<br />

hacerse respetar y si pensaba una cosa, la decía, fuera<br />

quien fuera el que se hallara frente a ella.<br />

Tal vez todavía no tenía dieciséis años, cuando me dejó<br />

sin palabras sobre un argumento insólito respecto a los<br />

que solíamos abordar. Apenas le había dicho a Saverio por<br />

teléfono que no confiara a Javier y a Batista un trabajo<br />

que requería de particular habilidad y precisión, sino que<br />

se lo diera al equipo de Salvatore.<br />

Volví al jardín para regar las rosas y, pensando en la<br />

llamada telefónica con Saverio, dije en voz alta:<br />

- Algunos trabajos sólo los pueden hacer nuestros<br />

paisanos.<br />

Ella apareció de repente, como lo hacía frecuentemente.<br />

Saltaba el portón y entraba sin golpear. Luego, por detrás,<br />

me sacó la manguera de las manos y siguió ella regando<br />

las plantas.<br />

- No, señor Mimmo, no estoy de acuerdo. Ustedes los<br />

italianos siempre se ponen en primer lugar respecto a los<br />

demás inmigrantes.<br />

- No es exactamente así María. Tenés que saber que las<br />

mejores cosas en Buenos Aires, las hemos hechos<br />

nosotros.

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