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volver nunca más a aquel negocio y Damiano, no viéndolo<br />
por algunos días, pensó que lo había dicho seriamente. El<br />
hecho es que desde hacía poco tiempo no se hablaba de<br />
otra cosa que no fuera del encuentro entre el italiano y<br />
Carlos Monzón, quien lo había desafiado para quitarle el<br />
título mundial. Un desafio por demás arriesgado.<br />
Benvenuti, campeón olímpico en 1960, se había<br />
convertido en campeón mundial de peso mediano en 1967.<br />
Monzón, boxeador determinado y aguerrido, había<br />
ganado numerosos encuentros en Argentina, pero era<br />
prácticamente desconocido a nivel internacional.<br />
Recuerdo todavía la fecha del encuentro: el 7 de<br />
noviembre de 1970. Era un sábado.<br />
Una semana antes los clientes de la peluquería se<br />
habían dividido en hinchadas de los dos contrincantes, se<br />
afrontaban a golpes ficticios, pero terminaban siempre<br />
exagerando. Yo estaba presente también esa vez que<br />
levantaron tanto el tono que del negocio de al lado acudió<br />
Roco, el carnicero, pensando que debía aplacar una riña.<br />
Había empezado Fernando con una de sus usuales<br />
provocaciones. Fue hasta la foto del campeón italiano y lo<br />
indicó con el dedo índice.<br />
- Serás el campeón del mundo pero no vas a durar<br />
mucho. ¡El sábado la fiera te quitará el título!<br />
Así lo llamaban sus hinchas, gracias a aquel ceño animal<br />
que sacaba cuando combatía. La respuesta de Damiano no<br />
se hizo esperar. Dejó de untarme la crema de afeitar y,<br />
dirigiendo el pincel todavía lleno de espuma hacia la foto,<br />
habló como si Nino estuviera allí en carne y hueso.<br />
- Nino, ¿Lo escuchaste? ¿No te vas a dejar intimidar