Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
carreta. El camión del tío Giovanni lo usábamos para los<br />
viajes más largos.<br />
Mientras íbamos por el camino, dejábamos atrás una<br />
polvareda enorme y una nube de humo negro. Temblaba<br />
todo a causa de la calle rota. Yo me había encontrado un<br />
lugarcito entre dos cajas y me había agarrado a la cuerda<br />
atada al costado del camión.<br />
Mis hermanos trataban de distraer a nuestra madre<br />
haciéndole contar una vez más cuando la tía María se<br />
resbaló en el estiércol, vestida de novia.<br />
En la parte de adelante, mientras tanto, los mayores<br />
fumaban. Decidían qué camino tomar y cuándo hacer una<br />
parada. Génova quedaba lejos, aquél viaje me pareció una<br />
eternidad. Duró una semana. Viajábamos por horas, pero<br />
no llegábamos nunca. Cada vez que preguntaba cuánto<br />
tiempo faltaba para ver el mar, Beatrice me respondía<br />
que teníamos que pasar las montañas que se veían en el<br />
horizonte. Al principio le creí, esperé impaciente que se<br />
acercaran pero luego perdí la cuenta. El paisaje me<br />
parecía siempre igual.<br />
El ruido ensordecedor del aire sobre el toldo y el olor<br />
nauseabundo del carburante nos quitaban las ganas de<br />
hablar. Luego, mis hermanos cantaron una canción para<br />
pasar el rato.<br />
Para comer parábamos en los prados al costado del<br />
camino. Mientras las mujeres preparaban comidas<br />
rápidas con las provisiones ofrecidas por los aldeanos,<br />
Rocco y yo jugábamos con una pelota de harapos. Para<br />
dormir, pedíamos hospitalidad a algún campesino y nos<br />
acomodábamos en el granero. Mi padre y Francesco