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Continué contando sobre aquel día horrible. De repente<br />
el beeper de Graciela empezó a sonar, el médico de turno<br />
la estaba llamando por una emergencia. A pesar de tener<br />
prisa, me preguntó:<br />
- ¿Pero Saverio dónde estaba? ¿Lo ha sabido alguna<br />
vez?<br />
- ¡De él nunca hemos tenido más noticias! Parece haber<br />
desaparecido en la nada.<br />
Han pasado ya cinco años y aquel muchacho nunca<br />
perdió la esperanza de volver a verlo. El tiempo lo ha<br />
ayudado mucho a tratar de explicarse lo sucedido, pero la<br />
herida permanece abierta.<br />
Graciela salió de la habitación, saludándome con una de<br />
sus dulces sonrisas. Tenía todavía mucho para contar. Un<br />
poco cada vez, durante los encuentros de la terapia.<br />
Hablábamos de Raúl, de las búsquedas que hizo para no<br />
dejar ninguna posibilidad sin investigar. En los primeros<br />
meses no se quedó ni un minuto quieto. Primero buscó en<br />
todos los geriátricos de Buenos Aires. Esperaba<br />
encontrarlo, pensando que, como tantas personas<br />
ancianas, en un determinado momento de la vida, desean<br />
refugiarse en soledad. Quizás no se había equivocado del<br />
todo en buscarlo en lugares por el estilo, pero yo seguía<br />
preguntándome qué había podido empujar a un viejo de<br />
setenta años a desaparecer así, de repente. Para mí había<br />
otro motivo.<br />
Escribió a algunas asociaciones especializadas en la<br />
búsqueda de personas desaparecidas y hasta fue a la<br />
televisión, al programa “Gente que busca gente”. Me dijo<br />
que la foto de Saverio circulaba también en Internet. No