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escondiendo a todos su verdadera identidad y lo que mi<br />
padre no había podido contar nunca.<br />
- ¿Qué no podía contar? – le pregunté.<br />
- Que éramos hermanos.<br />
Me respondió, cerrando los ojos como deglutiendo un<br />
trago amargo.<br />
Se había hecho tarde y se levantó el viento. Sentí frío en<br />
los hombros a pesar de que era verano. Desde lejos,<br />
sentíamos las llamadas del guardián que tenía prisa por<br />
cerrar la reja. Nos pusimos en marcha lentamente y yo,<br />
secándome los ojos continué escuchando las palabras de<br />
Rosa.<br />
Mi padre había descubierto todo leyendo casualmente<br />
una carta nunca enviada. Mi abuelo aseguraba a una<br />
campesina que mantendría económicamente a la hija que<br />
habían tenían juntos, de nombre Rosa. Había tenido<br />
vergüenza de hablar de eso. Eran cosas que no se podían<br />
ni decir, ni solucionar. Por eso Saverio se había ido.<br />
Durante tantos años había huído de la verdad hasta que<br />
le pareció que podía volver hacia ella, en el modo que<br />
había escogido. Había sido incapaz de contarle la historia,<br />
tanto a su amigo Doménico como a mí, pero me doy<br />
cuenta de cuánto nos amó a ambos.<br />
Cuando los hombres no dicen las cosas, no saben que<br />
provocan dolor a alguien y se condenan ellos mismos a<br />
vivir en la sombra. Se necesita tener el coraje de hablar si<br />
se quiere gozar de la luz del sol.<br />
Yo de ahora en adelante hablaré. Yo diré todo y no<br />
tendré secretos para mí mismo y para quienes amo.<br />
Yo Raúl, hijo de Saverio Manieri Banzi y de Emilia Pace