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Teresa Cosimato<br />
¡Arrabalera, como flor de enredadera que creció en el callejón!<br />
¡Arrabalera, yo soy propia hermana entera de Chiclana y<br />
compadròn!...<br />
si me gano el morfi diario, qué me emporta el diccionario ni el<br />
cabla con distinción.<br />
Llevo un sello de nobleza, soy porteña de una pieza, tengo voz de<br />
bandoneón.<br />
Tita Merello (Piana-Castillo)<br />
Cuando Beatrice me presentó a Teresa, su amiga, no<br />
quedé muy bien parado. Me desembaracé de ella<br />
rápidamente para ir a invitar a una mujer sentada en la<br />
mesa al final de la sala. Estábamos en la Confitería Ideal,<br />
el lugar por excelencia de los tangueros de Buenos Aires y<br />
aquella tarde se bailaba con la música de la orquesta de<br />
Osvaldo Pugliese.<br />
Era el inicio de los años cuarenta y yo, con un poco más<br />
de veinte años, enloquecía por ir a aquel lugar. Bailaba el<br />
tango como un veterano y era capaz de hacerlo toda la<br />
noche, sin interrupciones.<br />
Mi hermana se quedó mal por aquella falta de<br />
delicadeza y al final de la tanda, a mi regreso a la mesa,<br />
me lo hizo notar.