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09.05.2013 Views

Apéndice III. Lapoesía dispersa de Díez-Canedo “Muerte anónima” en Poesía española. Suplemento literario del servicio español de información, Barcelona, 1938, p. 4. Apareció más tarde en Mensajes líricos de México, México, 1938, p. 99. Prólogo de Djed Bórquez. Selección y notas de M.D. Martínez Rendón. Tendió su red la muerte. Ya no es la Parca pescador codicioso de anzuelo y caña con engañosos cebos que al pez atraigan: quiere miles de presas en la redada. No es cazador que funde su plomo en balas y extrema puntería cuando dispara: es el botín que espera, si va de caza, tan grande, que los perros ya no le bastan. Hiere artera y oculta, sin dar la cara, y es la muerte que envía tumbo en la nada, muerte anónima, muerte que no es hazaña para el muerto ni gloria para el que mata! Muerte envuelta en escombros, sorda matanza, semilla de rencores entre las razas. 626

El ciego azar la rige, gobierna y manda. Cain en ella tiene puesta su marca. Pero el destino cifran Apéndice ¡fi? Lo poesía dispersa de Díez-Canedo estrellas claras. ¡Hombre, afronta el destino con fe y audacia, con el pecho desnudo, la frente alta, la mano vigorosa y en ella un arma! “La extranjera” en Mensajes líricos de México, México, 1938, p. 99. Prólogo de Djed Bórquez. Selección y notas de M.D. Martínez Rendón. “La extranjera” No has podido olvidarla la conociste apenas. Iba por nuestras calles y los ojos tras ella se perdían, curiosos, hasta que en la revuelta del callejón oscuro, detrás de la cancela, por entre los macizos en flor de la glorieta se fundía en el aire como leve humareda... No tenía el encanto de las mujeres nuestras. Algo extraño, algo frío, algo que de otras tierras hablaba en su silencio 627

El ciego azar <strong>la</strong> rige,<br />

gobierna y manda.<br />

Cain en el<strong>la</strong> tiene<br />

puesta su marca.<br />

Pero el <strong>de</strong>stino cifran<br />

Apéndice ¡fi? Lo poesía dispersa <strong>de</strong> Díez-Canedo<br />

estrel<strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ras.<br />

¡Hombre, afronta el <strong>de</strong>stino<br />

con fe y audacia,<br />

con el pecho <strong>de</strong>snudo,<br />

<strong>la</strong> frente alta,<br />

<strong>la</strong> mano vigorosa<br />

y en el<strong>la</strong> un arma!<br />

“La extranjera” en Mensajes líricos <strong>de</strong> México, México, 1938, p. 99. Prólogo <strong>de</strong> Djed<br />

Bórquez. Selección y notas <strong>de</strong> M.D. Martínez Rendón.<br />

“La extranjera”<br />

No has podido olvidar<strong>la</strong><br />

<strong>la</strong> conociste apenas.<br />

Iba por nuestras calles<br />

y los ojos tras el<strong>la</strong><br />

se perdían, curiosos,<br />

hasta que en <strong>la</strong> revuelta<br />

<strong>de</strong>l callejón oscuro,<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>la</strong> cance<strong>la</strong>,<br />

por entre los macizos<br />

en flor <strong>de</strong> <strong>la</strong> glorieta<br />

se fundía en el aire<br />

como leve humareda...<br />

No tenía el encanto<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres nuestras.<br />

Algo extraño, algo frío,<br />

algo que <strong>de</strong> otras tierras<br />

hab<strong>la</strong>ba en su silencio<br />

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