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09.05.2013 Views

este señor la boca, Apéndice IL La poesía de “La cena de las burlas” todo es aburrimiento en el Senado; ¡vaya una tardecita y un ambiente! El banco azul, muy soso, el presidente y el ministro de Estado bostezando los dos, naturalmente.) El señor CAVESTANY: Voy, señores, a dejaros tal vez estupefactos. Este discurso va a tener dos actos nada menos. (Rumores) Acto primero: La Naturaleza de la decoración está encargada. ¡Si estará bien pintada. Cuando la acción empieza, se ve un mar, de olas mansas, cadenciosas; van por él unas naves prodigiosas; la noche prende a su capuz mil astros que dan luces quiméricas. Van dejando las naves vivos rastros, van hacia las Américas... Ya el viaje está hecho; ya es el lazo de marras más estrecho, vuelta a embarcar; de nuevo el mar profundo; las costas de la patria; ¡y todo el mundo tan satisfecho! (Bravos, murmullos en algunos bancos; un senador maligno. ¡Ya te entiendo! Como ves que los francos van subiendo, tú también tienes ganas de ser Francos) El señor DATO al orador contesta evasivo y discreto, en tono amigo; no llega hasta nosotros la respuesta. El señor CAVESTANY: Yo prosigo con mi discurso: El acto que ahora viene ocurre en una casa de vecindad; hoy tiene, señores, concurrencia muy escasa. 398

Apéndice II. La poesía de “La cena de las burlas” Yo, señores, nací muy chiquitito; nací conservador y fui poeta, ¡desgraciado de mí!; cuando medito que no llegué a la meta, ni aun soportando a Cánovas, que hacía versos peor que yo; que luego vino Silvela y luego Dato, y que el Destino me siguió siendo adverso, viéndome incluso en esta mayoría, la indignación me inflama: ¡no ser ministro yo! ¿Queréis más drama? ¡Parece mío, y además en verso! Hoy que la raza estrecha el firme lazo que une dos continentes, yo todo lazo personal rechazo y entre el Gobierno y yo, ¡corto los puentes! Señor Dato, su cálculo es erróneo si con mi voto cuenta: no en mi vida. Pídale el voto a quien se sienta idóneo; “yo no se lo he de dar; no me lo pida”. Me basta del poeta la guirnalda, me basta con mi fe de caballero; me basta el Blanco y Negro... ¡y la Giralda! He dicho Adiós. (Se va. Vuelve la espalda, y se pone el sombrero.) Risas, toses, murmullos de la gente; corno en noche de estreno movidita; va a hablar el señor Dato y alguien grita: ¡No hace falta! ¿Silencio! ¡Que se siente! Dato se sienta.- “¡Qué ovación, Dios santo! -piensa-. No ha estado mal la tardecita. ¡Si callo, y por callar me aplauden tanto, lo que es en adelante, que hable Rita!” Sigue un rato la coba. Ya se levanta Royo Villanova... 399

este señor <strong>la</strong> boca,<br />

Apéndice IL La poesía <strong>de</strong> “La cena <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bur<strong>la</strong>s”<br />

todo es aburrimiento en el Senado;<br />

¡vaya una tar<strong>de</strong>cita y un ambiente!<br />

El banco azul, muy soso, el presi<strong>de</strong>nte<br />

y el ministro <strong>de</strong> Estado<br />

bostezando los dos, naturalmente.)<br />

El señor CAVESTANY: Voy, señores,<br />

a <strong>de</strong>jaros tal vez estupefactos.<br />

Este discurso va a tener dos actos<br />

nada menos. (Rumores)<br />

Acto primero: La Naturaleza<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>coración está encargada.<br />

¡Si estará bien pintada.<br />

Cuando <strong>la</strong> acción empieza,<br />

se ve un mar, <strong>de</strong> o<strong>la</strong>s mansas, ca<strong>de</strong>nciosas;<br />

van por él unas naves prodigiosas;<br />

<strong>la</strong> noche pren<strong>de</strong> a su capuz mil astros<br />

que dan luces quiméricas.<br />

Van <strong>de</strong>jando <strong>la</strong>s naves vivos rastros,<br />

van hacia <strong>la</strong>s Américas...<br />

Ya el viaje está hecho;<br />

ya es el <strong>la</strong>zo <strong>de</strong> marras más estrecho,<br />

vuelta a embarcar; <strong>de</strong> nuevo el mar profundo;<br />

<strong>la</strong>s costas <strong>de</strong> <strong>la</strong> patria; ¡y todo el mundo<br />

tan satisfecho!<br />

(Bravos, murmullos en algunos bancos;<br />

un senador maligno. ¡Ya te entiendo!<br />

Como ves que los francos van subiendo,<br />

tú también tienes ganas <strong>de</strong> ser Francos)<br />

El señor DATO al orador contesta<br />

evasivo y discreto, en tono amigo;<br />

no llega hasta nosotros <strong>la</strong> respuesta.<br />

El señor CAVESTANY: Yo prosigo<br />

con mi discurso: El acto que ahora viene<br />

ocurre en una casa<br />

<strong>de</strong> vecindad; hoy tiene,<br />

señores, concurrencia muy escasa.<br />

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