ABRIR TOMO I - Biblioteca de la Universidad Complutense ...
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Apéndice II. La poesía de “La cena de las burlas” ¡Eso no suena bien en español! -¡Vamos, quita!- con tono decidido le replicó el Partido con acento chulapo y ademanes de guapo-. Tú eres una señora muy respetable: ya pasó tu hora. Cuentas muchos otoños, y ya no te remedia ni máscara espantable de tragedia ni mantilla de blonda o de madroños. La gente de postín y la del bronce por igual te repudian. Ya no brilla con la seda y el oro tu cuadrilla con el fulgor de un once -¡Valientes presumidos!- altanero dijo el Mitin-. ¿Qué sois al lado mío? Ni al ruedo ni al estadio considero como dignos rivales. Si me lío la manta a la cabeza, ¿quién vence a mi majeza? Yo, ante los españoles, igualmente me río de quites y de “goles”. ¡ Somos incompatibles! Yo las palmas me llevo: las del público antiguo y las del nuevo, sin excepción, reparo ni distingo... Adversarios, los tres, irreductibles, se disputan, los tres el escenario: y coinciden los tres en el domingo, y el lunes en las planas del diario. QUOTIDIE 514
“Independencia” (1932), 18 de octubre. Apéndice II? La poesía de ‘La cena de las burlas” que los médicos titulares tenían, desde hace muchos años, la aspiración de pasar a depender del Estado para lograr la independencia de la clase...” Si el médico depende de todo el que lo llama, si acaso a pierna suelta dormido está en su cama, o, hambriento, va pensando que de comer es hora, y mesa y lecho deja porque su auxilio implora quien de verdad enfermo, quizá sólo aprensivo, pone sus esperanzas en el facultativo, y sus necesidades ignora o no respeta, y hasta que desolado no viene y le receta, le manda, impertinente, recado tras recado, y aun se le pone tonto cuando lo ve a su lado, y al recibir la cuenta, curado y ya repuesto, se olvida de sus males, no paga y tuerce el gesto, ¿qué hace un doctor entonces? ¿Callar? ¿Tener paciencia? ¿Pensar que para todos hay una Providencia? Si es el Ayuntamiento tal vez el que no paga, no hay que esperar milagros: ésos no hay quien los haga. 515
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“In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia” (1932), 18 <strong>de</strong> octubre.<br />
Apéndice II? La poesía <strong>de</strong> ‘La cena <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bur<strong>la</strong>s”<br />
que los médicos titu<strong>la</strong>res tenían, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchos años, <strong>la</strong> aspiración <strong>de</strong><br />
pasar a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado para lograr <strong>la</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se...”<br />
Si el médico <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> todo el que lo l<strong>la</strong>ma,<br />
si acaso a pierna suelta<br />
dormido está en su cama,<br />
o, hambriento, va pensando<br />
que <strong>de</strong> comer es hora,<br />
y mesa y lecho <strong>de</strong>ja<br />
porque su auxilio implora<br />
quien <strong>de</strong> verdad enfermo,<br />
quizá sólo aprensivo,<br />
pone sus esperanzas<br />
en el facultativo,<br />
y sus necesida<strong>de</strong>s<br />
ignora o no respeta,<br />
y hasta que <strong>de</strong>so<strong>la</strong>do<br />
no viene y le receta,<br />
le manda, impertinente,<br />
recado tras recado,<br />
y aun se le pone tonto<br />
cuando lo ve a su <strong>la</strong>do,<br />
y al recibir <strong>la</strong> cuenta,<br />
curado y ya repuesto,<br />
se olvida <strong>de</strong> sus males,<br />
no paga y tuerce el gesto,<br />
¿qué hace un doctor entonces?<br />
¿Cal<strong>la</strong>r? ¿Tener paciencia?<br />
¿Pensar que para todos<br />
hay una Provi<strong>de</strong>ncia?<br />
Si es el Ayuntamiento<br />
tal vez el que no paga,<br />
no hay que esperar mi<strong>la</strong>gros:<br />
ésos no hay quien los haga.<br />
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