ABRIR TOMO I - Biblioteca de la Universidad Complutense ...
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Apéndice IL Lapoesía de “La cena de las burlas” artificiales. Volved, y que se animen las enramadas. Volved, no uno por uno, sino en bandadas. (Sale entre los que emigran un emigrante, y exclama, no sonoro, sino parlante:) -Gracias, poeta, gracias. deja que huyamos. Nos damos por contentos cuando escapamos. ¿Volver? ¡Ni procurarlo! Que hay pajaritos que vuelven, y en bandadas, sí, ¡pero fritos! “El pez fuera del agua” (1929), 18 de noviembre. (FÁBULA) SAN SEBASTIÁN.- La pleamar de hoy ha sido la más violenta de la temporada. Algunas olas llegaron casi a la altura de las casas del paseo de Salamanca. En una bodega de la calle de Euskal-Erria aparecieron varios peces, llevados allí por el oleaje. (Noticias de ayer.) Las olas del mar Cantábrico, sirenas desmelenadas, batían contra las peñas con tanta cólera y rabia, que las peñas, achicándose les dieron paso y entrada para que la población recorrieran a sus anchas. Cansadas de pasear 482
Ap4pdice II. La poesía de “La cena de las burlas” por las calles y las plazas, a su lecho se volvieron, su furia un tanto aplacada. Pero, como los turistas, que jamás en vano pasan, algo dejaron las olas en las calles donostiarras. Dejaron uno, dos, tres pececillos, gente incauta, que se entró en una bodega para descansar del agua; y cuando sonó la hora tan a gusto se encontraban, que se quedaron en tierra, perdiendo el tren, no la calma. -Yo -dijo el uno- me muero por la sidra embotellada. -Yo me muero -dijo el otro- por el chacolí. - Callaba junto a los dos el tercero. Dijéronle: -¿Por qué callas? Y él, apenas respirando: -Yo me muero... -contestaba. Y era verdad, se moría como el pez fuera del agua. Los otros iban tirando; mas como sus pobres branquias, hechas para otros oficios, no les servian de nada, dieron unos coletazos y al dios Neptuno sus almas. Bajó el patrón a la cueva para llenar unas jarras, y viendo los pececillos muertos dijo en lengua vasca: -No hay mal que por bien no venga. ¡Bendita la mar salada! 483
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Ap4pdice II. La poesía <strong>de</strong> “La cena <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bur<strong>la</strong>s”<br />
por <strong>la</strong>s calles y <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>zas,<br />
a su lecho se volvieron,<br />
su furia un tanto ap<strong>la</strong>cada.<br />
Pero, como los turistas,<br />
que jamás en vano pasan,<br />
algo <strong>de</strong>jaron <strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s<br />
en <strong>la</strong>s calles donostiarras.<br />
Dejaron uno, dos, tres<br />
pececillos, gente incauta,<br />
que se entró en una bo<strong>de</strong>ga<br />
para <strong>de</strong>scansar <strong>de</strong>l agua;<br />
y cuando sonó <strong>la</strong> hora<br />
tan a gusto se encontraban,<br />
que se quedaron en tierra,<br />
perdiendo el tren, no <strong>la</strong> calma.<br />
-Yo -dijo el uno- me muero<br />
por <strong>la</strong> sidra embotel<strong>la</strong>da.<br />
-Yo me muero -dijo el otro-<br />
por el chacolí. - Cal<strong>la</strong>ba<br />
junto a los dos el tercero.<br />
Dijéronle: -¿Por qué cal<strong>la</strong>s?<br />
Y él, apenas respirando:<br />
-Yo me muero... -contestaba.<br />
Y era verdad, se moría<br />
como el pez fuera <strong>de</strong>l agua.<br />
Los otros iban tirando;<br />
mas como sus pobres branquias,<br />
hechas para otros oficios,<br />
no les servian <strong>de</strong> nada,<br />
dieron unos coletazos<br />
y al dios Neptuno sus almas.<br />
Bajó el patrón a <strong>la</strong> cueva<br />
para llenar unas jarras,<br />
y viendo los pececillos<br />
muertos dijo en lengua vasca:<br />
-No hay mal que por bien no venga.<br />
¡Bendita <strong>la</strong> mar sa<strong>la</strong>da!<br />
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