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Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

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postergación del maximalismo revolucionario, su obra debía corresponder con<br />

el relativo minimalismo del cuento, estableciéndose en su territorio para<br />

desplegar su asordinada manera de exponer la injusticia, sopesar la derrota,<br />

enunciar las capitulaciones de una vida o describir la violencia del sexo, casi<br />

siempre ejercido como opresión, venganza o forma perversa del ultraje. Si se<br />

repasa su obra posterior a Ajuste de cuentas, se comprobará que, tras los diez<br />

años de silencio que siguieron a ese libro, <strong>Rivera</strong> escribió sólo dos verdaderas<br />

novelas: Nada que perder (1982) y El verdugo en el umbral (1994), que constituyen<br />

la módica pero admirable saga familiar que narra la historia de los antepasados<br />

y la vida y la muerte de Mauricio Reedson. * Las otras narraciones de <strong>Rivera</strong> que<br />

trascienden los límites del cuento, desde En esta dulce tierra (1984) hasta la<br />

reciente Tierra de exilio (2000), no son estrictamente novelas sino que redondean,<br />

con admirable aliento y sentido del tempo narrativo, esa forma siempre<br />

indefinible que es la nouvelle. <strong>Rivera</strong> parece, entonces, haber renunciado a la<br />

novela propiamente dicha (incluso ha expresado más de una vez su deseo de<br />

reescribir su primera novela, El precio, para convertirla en relato) en beneficio de<br />

la nouvelle y el cuento.<br />

Esta observación no pretende sólo señalar una preferencia formal sino la<br />

lúcida percepción que <strong>Rivera</strong> tiene de las posibilidades económicas de cada<br />

formato de la narración. Si sólo la novela puede postular la totalidad de un<br />

mundo o de una vida, es la nouvelle la que mejor despliega la transición de una<br />

a otra lógica de la pasión o del pensamiento, como ocurre en El amigo de<br />

Baudelaire (1991); o constituirse a partir de las esquirlas de una voz desengañada<br />

o resentida, tal cual sucede en La revolución es un sueño eterno (1987) o en El<br />

farmer (1996). Y es el cuento el único capaz de constituirse en el lugar de<br />

condensación casi poética en el cual la narración trabaja para rodear el punto de<br />

inflexión, el momento de reconocimiento o desenlace cuando una vida da un<br />

salto decisivo. <strong>Rivera</strong> conoce como pocos escritores estas leyes secretas y de<br />

difícil cumplimiento. Y ha sabido desplazar su escritura desde el gran formato<br />

de la novela —tan reacia, salvo casos excepcionales, a los agujeros de acción y<br />

de sentido— hacia esas otras medidas de la narración que se ajustan mejor a la<br />

materia privilegiada de sus ficciones, una materia desgajada por la historia,<br />

hecha de derrotas, de desengaños y de traiciones y, al mismo tiempo, de<br />

empecinada resistencia.<br />

* En rigor, estas novelas deben leerse invirtiendo el orden en que fueron publicadas no sólo<br />

porque El verdugo en el umbral narra hechos anteriores sino también porque el proceso de su<br />

escritura es igualmente previo al de Nada que perder. <strong>Rivera</strong> terminó una primera versión de<br />

aquella novela en 1975 pero su editor no se atrevió a publicarla ante el clima de inseguridad y<br />

de terror que ya se vivía en aquellos meses previos al golpe de Estado. <strong>Rivera</strong> continuó entonces<br />

trabajando intermitentemente en una segunda versión hasta su publicación en 1994.<br />

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