Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...
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Prólogo<br />
La consagración, se sabe, suele ser una forma sinuosa del malentendido.<br />
<strong>Andrés</strong> <strong>Rivera</strong> fue alcanzado por su estentórea eficacia en virtud de una novela<br />
justamente distinguida con el Premio Nacional de <strong>Literatura</strong>: La revolución es un<br />
sueño eterno. * Desde entonces, la inercia impersonal del sistema literario prefiere<br />
ver en <strong>Rivera</strong> al novelista capaz de visitar el pasado argentino y descubrirlo en<br />
la incómoda crudeza de su vigencia. Condenada a ser idéntica, no a sí misma<br />
sino a la cristalizada imagen que el medio le ha forjado para su propia<br />
tranquilidad, la obra de <strong>Rivera</strong> es siempre respetada pero sólo ampliamente<br />
leída cuando se aviene a actualizar, en el formato obligado de la novela, el<br />
repertorio de iniquidades de nuestra historia. Esta simplificación ha hecho que<br />
pasaran relativamente inadvertidas algunas de sus novelas capitales, como<br />
Nada que perder y El verdugo en el umbral; pero, sobre todo, ha relegado a un<br />
segundo plano sus formidables relatos. Señalar esta distracción no supone tanto<br />
reparar una injusticia como proponer una lectura más provechosa porque, lejos<br />
de constituir un mero apéndice de su novelística, los cuentos de <strong>Rivera</strong> son una<br />
parte sustancial de su obra: el verdadero campo de pruebas de un tono que hoy<br />
tiene el prestigio de un estilo; también, y sobre todo, la unidad de medida de<br />
una economía narrativa que aprendió a respirar en el ejercicio de este género y<br />
la matriz fundamental de personajes, asuntos y procedimientos que sus<br />
celebradas novelas despliegan con mayor aliento.<br />
Por eso mismo, no es casual que Ajuste de cuentas (1972) —que el propio<br />
<strong>Rivera</strong> considera un punto de inflexión, una bisagra entre una suerte de<br />
prehistoria personal y la posterior plenitud de su obra— sea un volumen de<br />
relatos que, a su vez, reformulan y condensan lo explorado por el escritor en<br />
* Cabe señalar que este solo episodio da cuenta de lo que podría llamarse, parafraseando un<br />
título del propio <strong>Rivera</strong>, la lenta velocidad del establishment. Porque el premio llegó cuatro años<br />
después de su publicación original en una editorial modesta -Grupo Editor Latinoamericano- y<br />
tardó un poco más en estar al alcance de un público amplio, al ser editada, como toda su obra<br />
desde El amigo de Baudelaire (1991) por Alfaguara. Al momento de su instalación en el centro de la<br />
escena literaria, <strong>Rivera</strong> hacía treinta y cinco años que había publicado su primera novela, El precio<br />
(1957), y había alcanzado el reconocimiento de lectores tan exigentes y perspicaces como<br />
Ricardo Piglia, Beatriz Sarlo, Juan José Saer y Jorge Lafforgue, entre otros.<br />
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