Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...
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2<br />
Me quedé en Firmat. Y sí, eran buenas para el olvido. Llegaban a la pieza<br />
de la pensión —un boliche de campaña, ¿sabe?— y se desnudaban. La historia<br />
de siempre. Las monótonas descripciones de furtivos encuentros con los<br />
notables de la zona, en quilombos discretos y poco ruidosos, los pesos<br />
deslizados bajo un vaso, en la mesita de luz —uno de estos días, negra, te llevo a<br />
conocer Buenos Aires. En cuanto me llame el presidente del Partido—, el dilatado<br />
asombro de la primera seducción, el chico al cuidado de la abuela, las nanas de<br />
los chicos, las largas siestas, las farras de hombres maduros entre espejos,<br />
alfombras, tulipas y persianas cerradas, algún cachetazo en las nalgas, la<br />
risotada astuta, una habanera en la victrola, el humo de los cigarros, el engorde<br />
de la hacienda, las complicaciones ginecológicas de esposas prematuramente<br />
marchitas, el estado de los pastos, los crepúsculos, el hastío.<br />
Sos callado, vos, comentaban las conocidas de Kurt. Quizá sus piernas<br />
fueran hermosas; quizás un azorado brillo de misterio les adornase los ojos,<br />
pero yo dejaba que se marcharan, y prendía un negro. Catalina estaba allí,<br />
rabiosa y perpleja. Me tenés miedo. Junté las pilchas, las pocas que alcancé a<br />
arrancar de sus manos, y seguí los pasos de Kurt. Flojo. Te llenó la cabeza el ruso.<br />
Andá, hacete matar, guacho.<br />
1<br />
—¿Quiere decirme que no conoce el texto de esta carta? —preguntó el<br />
hombre de los anteojos de montura de acero.<br />
—No —sonrió Pablo.<br />
—¿No se le ocurrió abrirla desde que salió de Buenos Aires?<br />
—¿Para qué? Yo necesitaba una presentación. Se la pedí al Partido; me la<br />
dieron. Y la traje para que ustedes sepan quién soy. Eso es todo.<br />
El hombre se quitó los anteojos: pareció indefenso, una máscara que se<br />
desarma, inerme. Y la desnudez dijo, como si se hablara a sí mismo:<br />
—Es curioso. Muy curioso.<br />
Ulpiano Suárez pudo limpiarme. Hombre rápido, Ulpiano Suárez, para el<br />
revólver. Como ninguno que haya conocido. Y duro. Con mucha vida detrás.<br />
Demasiada, tal vez.<br />
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