09.05.2013 Views

Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Jáuregui también los conoció. Se acuestan con las pistolas. Tienen las carnes<br />

blandas y pálidas. Y parecen cansados con esas caras de ceniza. No duermen de<br />

noche: eso es lo que les pasa. Y sus autos circulan de contramano.<br />

La esquina estaba a oscuras, pero Jáuregui vestía una camisa blanca. No<br />

tuvo tiempo para que le llegase el miedo: los autos de los tipos que se acuestan<br />

con los fierros circulan a contramano. Encendieron los focos de los autos y<br />

apuntaron a la camisa blanca y flaca. No podían errar con ese eczema que les<br />

cubre las caras.<br />

El morocho levantó la voz:<br />

—Eh, Miguel, movete.<br />

Miguel, el de la pistola grande y negra, se volvió hacia el morocho.<br />

—Calma, Ahumada. Calma.<br />

Antonio se acercó a la puerta:<br />

—¿Qué pasa que...?<br />

Miguel le clavó el caño de la pistola en el vientre:<br />

—Las manos en la nuca, querido... Eso... ¿Quién sos?<br />

—Antonio Ara.<br />

—Ah.<br />

—Entremos —dijo el bajito—. No aguanto la humedad.<br />

Pat Garret esperó, sentado en la mecedora, la salida del sol. Quizá tenía frío.<br />

Pensó, quizá, que matar a estúpidos indefensos no fuese el mejor oficio que pudiera<br />

elegir un hombre. Pero el oficio estaba ahí, y alguien debía hacerse cargo de él.<br />

—Tomemos un café —dijo Alice.<br />

Nos sentamos a una mesa del Cosmos, y Alice pidió un café y un coñac. Yo, un<br />

cortado.<br />

—Me gusta la nieve —dijo Alice.<br />

—¿Y Vicente? —le pregunté a Alice.<br />

—Cuida a su papá —me contestó.<br />

Lola se levantó de su silla, pero Ahumada que, tal vez, reía, la volvió a<br />

sentar con un movimiento de la mano más veloz de lo que uno tarda en<br />

imaginarlo.<br />

—No le hagan nada, por favor —pidió Antonio, con algo que se le<br />

quebraba en la voz y, también, en otras partes—. Es mi mujer.<br />

—Que se quede quieta —dijo el bajito. Parecía triste y distante, como si<br />

saliera de la morgue.<br />

55

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!