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Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

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•Información en Intensiva con hipótesis de hemorragia gástrica e isquemia<br />

coronaria.<br />

•En cuarenta y ocho horas, dos endoscopías, ecocardiografía, ecografías<br />

abdominales, tomografía computada, y, además, propusieron cateterismo y colonografía<br />

que Natalia y yo rechazamos.<br />

•La mayoría de esas prácticas se realizaron sin mi consentimiento o el de Natalia,<br />

que estuvo en el Privado durante todos los horarios de visita, horarios que, supongo, los<br />

médicos podían haber aprovechado para informarle acerca de sus canónicos menoscabos<br />

a mi cuerpo.<br />

•Sábado 17y domingo 18 fui visitado, a pedido de Natalia, por un catedrático de<br />

Clínica Médica, que opinó que se me debía dar de alta apenas se estabilizaran<br />

hematocritos, presión arterial y funcionamiento cardíaco.<br />

•Ese mismo curso de acción recomendaron el médico que suelo visitar cuando las<br />

sombras de la vejez, y las declinaciones de mi cuerpo abren las puertas a la enfermedad,<br />

a los medicamentos, a la evocación de una irrecuperable juventud, y el cardiólogo del<br />

Privado, conversación telefónica mediante.<br />

•Sin embargo, en cuanto se ausentó Natalia, lunes 19, me llevaron, sin<br />

prevenirme, a una sala fría y angulosa donde, dijeron, me efectuarían una segunda<br />

endoscopía, una ecocardiografía, dos ecografías abdominales y una tomografía<br />

computada.<br />

Pasó, el hombre, algo crispado, por todas esas ominosidades (si es<br />

políticamente correcto llamarlas así), y lo devolvieron, horas después, a su cama,<br />

dócil y cansado.<br />

Tal vez se durmió. Tal vez olvidó dónde estaba. Tal vez olvidó el vidrio<br />

granulado de la puerta, y que en las grandes letras negras que cubrían el ancho<br />

del vidrio granulado de la puerta, se leía Centro Médico Privado, y, abajo, 6 y 7.<br />

Tal vez, pensó el hombre, era 7. ¿O era 6? Tal vez siempre fue un número. Un<br />

número que come, un número que anhela no saber que la inmortalidad,<br />

probablemente, sea el más efusivo, cuantioso, lacerante, de los sueños humanos,<br />

un número que tiene una laxa, frágil noción de que, alguna noche o una tarde<br />

lluviosa, montó un cuerpo tibio que se quejaba, que le clavaba los dedos en la<br />

espalda, que le eludía los labios.<br />

Tal vez recordó a su abuelo, a ese hombre de gorra, y sin dientes, barba<br />

canosa de dos o tres días, que, en la oscuridad de la pieza que alquilaba en un<br />

barrio de obreros, vendedores de frutas y gallinas, y anchos garages de<br />

ómnibus amarillos, le hablaba, a él, un chico acostado en la cama del anciano,<br />

de valles y ríos estrechos y de aguas puras y claras; le hablaba de un mundo no<br />

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