Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...
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Mercado comunicó a Vaclav que viajarían hasta la capital del Estado, y<br />
que volverían en el mismo día, al anochecer. Vaclav les selló unos papeles por<br />
la carpa que dejaban a su cuidado en el claro del bosque, y, además, les<br />
recomendó que no los perdieran. Los ladrones, les advirtió Vaclav, habían sido<br />
exterminados sin piedad, salvo algunos de ellos, <strong>escogidos</strong>, que fueron<br />
enviados a escuelas de readaptación para que los readaptadores no quedaran<br />
desocupados. Él se haría cargo de la carpa, de todos modos: ellos, los<br />
argentinos, y Miss Margaret en particular, le hacían recordar otros tiempos, en<br />
los que imperaban los buenos modales y la belleza, y cada cual aceptaba su<br />
lugar en el mundo.<br />
Miss Margaret se ruborizó. Levemente, se ruborizó, Miss Margaret.<br />
Vaclav les previno, también, con una voz grave que los sorprendió, que la<br />
República no soporta la pérdida de ningún papel, por insignificante que fuese,<br />
que perturbe su normal funcionamiento.<br />
Los papeles emitidos por la República no deben sufrir la indignidad del<br />
olvido o de la pérdida, sin excepciones, y en ningún caso.<br />
Sin papeles, dijo Vaclav, que volvió a exhibir su sonrisa candorosa e<br />
intermitente, hombres como yo no existirían.<br />
En la capital del Estado, compraron alimentos envasados, postales, un<br />
hornillo a gas, recuerdos inútiles. Recorrieron, absortos, un cementerio de<br />
lápidas ensimismadas y breves, que cargaban inscripciones borrosas y retratos<br />
de damas mofletudas, hombres de labios carnosos y miradas sombrías, y niños<br />
con anteojos y moños al cuello.<br />
Cuando regresaron al claro del bosque, Vaclav supo enfatizar las<br />
comodidades de la carpa. Ellos, extrañamente fatigados por la visita al<br />
cementerio, le agradecieron que la hubiese cuidado, fuera de su horario de<br />
trabajo. Y lo invitaron a compartir cerveza y salchichón.<br />
Tomaron cerveza y comieron salchichón con pan negro, y escucharon las<br />
voces del bosque. Vaclav saludó a Mercado y a Miss Jenny con una sonrisa en<br />
los ojos, mientras repetía disposiciones vigentes en toda la República, y que la<br />
República no había considerado necesario revocar y sustituir.<br />
Y Vaclav se demoró en Miss Margaret. Con una galantería en desuso, le<br />
besó ambas manos.<br />
Los labios de Vaclav, se dijo Miss Margaret, están secos y afiebrados. Y lo<br />
que pensó Miss Margaret, en sólo unos pocos instantes, después de decirse lo<br />
que se dijo, la dejó sin respiración.<br />
Al día siguiente, con un ímpetu adolescente, recogieron hongos en el<br />
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