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Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

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La policía encontró muertos, acostados en la cama matrimonial y vestidos,<br />

a la madre y al padre de los chicos.<br />

La policía estimó que ése era un caso resuelto e informó al periodismo que<br />

los chicos, en sus algo balbuceantes declaraciones, insistían que tuvieron<br />

hambre en el anochecer del sábado, y que deseaban que se les encendiera el<br />

televisor.<br />

Que a esos efectos —dijo el vocero policial—, solicitaron a sus padres que<br />

los atendiesen. Que se pudo comprobar que éstos (los padres de los chicos)<br />

fumaban, en la cama, pero vestidos, unos cigarrillos de olor dulzón, y que,<br />

sumidos en un estado de somnolencia casi evidente, desoyeron los pedidos de<br />

los niños.<br />

Que los niños, hambrientos y con el aparato de televisión apagado, e<br />

impedidos de salir al pasillo del piso diez (la puerta del departamento estuvo<br />

cerrada con llave y cerrojo hasta que intervino la autoridad pertinente),<br />

decidieron jugar a las visitas.<br />

Que los niños dijeron —agregó el vocero policial— que eran papá, mamá<br />

y su hijito que recibían a las visitas, y les servían licores y hablaban, con las<br />

visitas, del tiempo, del invierno, de la lluvia, y de las dificultades que<br />

afrontaban los padres para educar a sus hijos.<br />

Que en sus papeles de mamá, papá, e hijito, invitaron a las visitas a<br />

compartir la cena del sábado. Que las visitas adujeron —señala el informe<br />

policial— que se les hacía tarde. Que habían dejado a sus propios niños al<br />

cuidado de la abuela, la mamá del papá. Y que la abuela era muy anciana.<br />

Que mamá, papá y su hijito prometieron, a las visitas, que no demorarían<br />

en sentarse a la mesa, y que, una vez sentados a la mesa, no se arrepentirían de<br />

haberse quedado a cenar esa noche de sábado.<br />

Que papá, mamá y su hijito abrieron las cuatro llaves de la cocina de gas.<br />

Y que, en lo que dura un parloteo vertiginoso y feliz, también se asomaron a la<br />

ventana del baño, y callaron, y silenciosos y ausentes, se dedicaron a mirar la<br />

lluvia que caía, fría y violenta, en el oscuro pozo de aire.<br />

189<br />

Buenos Aires, 25 de noviembre de 1990

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