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Rivera, Andrés – Cuentos escogidos [pdf] - Lengua, Literatura y ...

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historia de cómo Dios le había palmeado la espalda.<br />

Yo ya no revolvería frambuesas en ollas de cobre. Para eso estaban las<br />

obedientes y silenciosas chilenas del sur.<br />

Yo ya no cargaría, sobre mis espaldas, bolsas de harina o de papas. Para<br />

eso estaban los obedientes y silenciosos chilenos del sur.<br />

Yo montaba a chilenos del sur, obedientes y silenciosos.<br />

Miré a Margareta. Margareta me miró, aterrada. Margareta había<br />

escuchado mi llamado.<br />

Dije cómo vi a Martín Keppes. Dije su nombre. Herr Stange sacó un papel<br />

ajado de uno de los bolsillos de su camisa, lo desplegó sobre la mesa a la que se<br />

sentaba, en el comedor, cuando el comedor y la cocina quedaban limpios y<br />

preparados para el servicio y el trabajo del día siguiente, y me pidió que lo<br />

mirara con atención.<br />

Miré un recorte de diario, que Herr Stange alisó con sus manos, y<br />

desplegó sobre la mesa. Miré hombres, mujeres, jóvenes que reían y saludaban,<br />

banderas rojas y pancartas en alto, a hombres gordos y uniformados de pie en<br />

una tribuna.<br />

Herr Stange me señaló a uno de los uniformados, el último a la izquierda<br />

de la foto. Y dijo que ése era Martín Keppes. Dijo que Martín Keppes estuvo en<br />

España, y que fue oficial del batallón Thaelmann. Dijo, Herr Stange, que la<br />

policía secreta alemana, las SS, la Gestapo, lo buscaron, hora tras hora, por el III<br />

Reich, por Francia, por Holanda, y por donde se supusiera que se lo podía<br />

encontrar, y que nunca dieron con él.<br />

Escapaba un minuto, dos o tres, antes de que su guarida, previamente<br />

cercada, fuese registrada y devastada por las fuerzas de seguridad, dijo Herr<br />

Stange.<br />

Martín Keppes descarrilaba trenes que llevaban tanques al frente oriental.<br />

Martín Keppes alentaba el sabotaje en las fábricas de armas y municiones.<br />

Martín Keppes, se presumía, redactaba volantes que predecían catástrofes para<br />

los ejércitos nazis a las puertas de Leningrado, de Viazma, de Kursk, y a orillas<br />

del Dnieper, y de otros ríos de la estepa rusa.<br />

Martín Keppes escribía a las viudas, a las madres, a los hijos de los<br />

soldados muertos en batalla. Y a las amantes y las esposas de los soldados que<br />

iban a morir despedazados por el hierro de los cañones bolcheviques.<br />

Martín Keppes es ése, el último a la izquierda de la fotografía. Ese con<br />

anteojos, dijo Herr Stange.<br />

Yo miré, en la fotografía, a un hombre alto, gordo, con anteojos, que no<br />

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