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44<br />
LISA KLEYPAS<br />
dedos dentro de la húmeda cavidad. Sus gemidos fueron absorbidos por sus<br />
ardientes besos, y el íntimo canal de su cuerpo se aferró firmemente a la gentil<br />
invasión. Él acarició su interior, su toque hábil, apacible, rítmico, se amoldaba al<br />
temblor salvaje de su cuerpo.<br />
Inmersa en un sensual frenesí, Lydia se agarró desvalidamente a su chaleco y<br />
a su camisa, frenética por sentir el duro cuerpo y la caliente piel debajo de sus<br />
ropas. ¡Oh, Dios!, ella deseaba que él estuviese desnudo, para que cubriera su<br />
cuerpo con el suyo, y la gozara durante horas.<br />
— ¡Qué suave eres! —Susurró él entrecortadamente, retirando su dedo para<br />
acariciar y jugar con ella una vez más—. Lydia, las cosas que quiero hacerte...<br />
— ¡Hazlas ahora! —consiguió decir ella a través de los dientes apretados.<br />
Él lanzó una ronca risa, y cuidadosamente la incorporó en la mesa para<br />
volverla a sentar. La madera con marcas se sentía dura bajo su trasero, el borde se<br />
clavaba en la parte posterior de sus rodillas, y sus piernas colgaban<br />
desamparadamente.<br />
— ¡No pares, no! —le imploró ella, ya que lo sintió revolver bajo sus ropas.<br />
Él separó sus piernas y su ardiente respiración cayó sobre el interior de sus<br />
muslos.<br />
Aturdidamente, se dio cuenta de que se estaba sentando en la silla, con su<br />
cara justo a la altura del triángulo de sus rizos. Y una idea inconcebible cruzó su<br />
mente... seguramente, él no iba a... no, no era posible... pero sus brazos la<br />
engancharon por detrás de las rodillas, y ella intentó torpemente detenerlo, él se lo<br />
impidió agarrando sus muñecas y atrapándolas a ambos lados.<br />
Ella lanzó un apagado grito cuando sintió el roce de su boca, bañándola en<br />
un húmedo y ardiente calor, y la deslizante caricia de su lengua. Él la lamió<br />
lentamente, emitiendo un sonido de primitivo placer al probar la femenina esencia<br />
de su cuerpo. Sus manos liberaron sus muñecas cuando temblaron y se relajaron, y<br />
se movió para sujetar sus nalgas con las palmas de sus manos. Su lengua encontró la<br />
diminuta protuberancia donde las sensaciones se acumulaban en un ardiente<br />
nudo, y la hizo restallar repetidamente con exuberantes toques. Ella sollozó cuando<br />
el placer se precipitó a través de ella en olas y oleadas, y ondulaciones sin fin.<br />
Incluso después de que los últimos remolinos de sensaciones hubieran<br />
finalizado, y ella temblara de agotamiento, Jake parecía renuente a soltarla, su<br />
boca continuaba degustando su fragante y salada esencia.<br />
—Jake —gimió ella, luchando por incorporarse, mientras la mesa crujía bajo<br />
sus movimientos.