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“CONTRA TODO PRONOSTICO”<br />
Inclinándole la espalda, y sosteniéndola con los brazos, rozó amorosamente el<br />
tierno contorno de sus senos. Su respiración acarició el rosado pezón, y sus labios<br />
frotaron ligeramente la cima. Finalmente, después de lamerlo y excitarlo, él deslizó el<br />
pezón por entero dentro de su boca. Su lengua fue trazando círculos en<br />
aterciopelados roces, preparándola para el exquisito mordisqueo de sus dientes.<br />
Ella se arqueó hacia él con inequívoca rendición, sorprendiéndola lo<br />
fácilmente que confiaba en él. Le parecía imposible haber pensado que era su<br />
adversario, este hombre que podía hacerle sentir tan querida y segura. Incluso en su<br />
inocencia, ella sentía la ferocidad de su deseo, pero sus movimientos eran<br />
exquisitamente gentiles y amorosos. Sus manos se deslizaron bajo sus faldas,<br />
acariciando el contorno de sus piernas a través de las capas de muselina y medias<br />
de seda. Encantada por sus suaves e indagadores besos, Lydia no notó que le<br />
había desatado las cintas de sus calzas hasta que sintió que tiraba de ellas,<br />
bajándolas por sus caderas.<br />
—No tengas miedo —le susurró él, deteniéndose para abrazarla y<br />
tranquilizarla—. Sólo quiero darte placer. ¡Déjame, Lydia, déjame tocarte...!<br />
Incapaz de resistirse, ella se relajó en la curva de sus brazos, temblando un<br />
poco cuando él le deslizó la ropa interior por las piernas. Sus dedos resbalaron detrás<br />
de la vulnerable parte posterior de sus rodillas, resbalando fácilmente sobre la fina<br />
seda de sus medias. Él dejaba un rastro de fuego donde quiera que la tocaba, el<br />
interior de sus muslos, abajo hacia sus tobillos, subiendo por la parte exterior de sus<br />
piernas, hasta alcanzar la curva desnuda de su cadera. Respirando jadeante, ella<br />
se concentró en esa cálida y enorme mano, deseando repentinamente que la<br />
tocara en el secreto lugar entre sus piernas, donde estaba hinchada, pulsante y<br />
húmeda.<br />
Sintió la curva de su sonrisa contra su mejilla, y pensó que se estaba burlando<br />
deliberadamente.<br />
—Jake —jadeó—. Lo que me haces... es insoportable, me vuelve loca...<br />
—Entonces tendré que hacer algo más... —susurró diabólicamente, y trazó un<br />
delicado y atormentador círculo en el interior de su muslo.<br />
Un gemido brotó de su garganta, y ella se agarró a sus hombros, clavando los<br />
dedos en los poderosos músculos. Él era despiadado, dejando que sus dedos<br />
acariciaran el borde del oscuro triángulo de rizos entre sus piernas. Finalmente,<br />
cuando su necesidad se había convertido en una dolorosa urgencia, lo sintió<br />
separar la hinchada hendidura y frotar la carne que tan dulcemente palpitaba.<br />
—Aquí —murmuró él, sus dedos trazando círculos sobre la apertura de su<br />
cuerpo y deslizándose sobre la suave protuberancia—. ¿Es esto lo que quieres?<br />
Ella sólo pudo responder con un incoherente sonido, mientras el placer la<br />
inundaba. Él la besó profundamente, al mismo tiempo que deslizaba uno de sus