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4<br />
LISA KLEYPAS<br />
Se detuvo de repente al ver a una mujer sentada en un banco. Su perfil<br />
estaba ladeado ya que se inclinaba sobre algo que sostenía en su regazo. Siendo<br />
un veterano en las veladas y bailes de Londres, la primera suposición de Jake fue<br />
que la mujer estaba probablemente esperando para encontrarse con su amante<br />
para unos pocos momentos robados. Sin embargo, experimentó una instantánea<br />
sensación de reconocimiento viendo la oscura seda de su cabello y las firmes líneas<br />
de su perfil.<br />
«Lydia», pensó, fijando la vista en ella ávidamente. «En el nombre de Dios,<br />
¿qué estaba haciendo aquí fuera sola, poco después de que su compromiso fuera<br />
anunciado?»<br />
Aunque no había hecho sonido alguno, Lidia alzó la cabeza y lo contempló<br />
con una marcada falta de entusiasmo.<br />
—Doctor Linley.<br />
Acercándose, Jake vio que el objeto sobre su regazo era un pequeño montón<br />
de notas, las cuales había estado garabateando con un trozo de lápiz roto.<br />
Ecuaciones matemáticas, supuso. La obsesión de Lydia Craven por actividades tan<br />
masculinas como las matemáticas o las ciencias había sido objeto de habladurías<br />
durante años. Aunque algunos amigos bienintencionados habían aconsejado a los<br />
Craven desalentar tan poco convencionales intereses, ellos habían hecho justo lo<br />
contrario, enorgulleciéndose de la ágil inteligencia de su hija.<br />
Metiendo los objetos apresuradamente dentro de su bolso, Lydia le dirigió una<br />
mirada ceñuda.<br />
— ¿No debería estar dentro con su prometido? —preguntó Jake en un tono<br />
ligeramente burlón.<br />
—Quería un poco de intimidad.<br />
Se sentó aún más erguida, las sombras jugando suavemente sobre las<br />
elegantes líneas de su cuerpo y la moldeada seda blanca de su corpiño. El espacio<br />
entre sus sublimes cejas negras y la malhumorada postura de su boca eran tan<br />
contrarios a la imagen de una ilusionada futura novia que Jake no pudo contener<br />
una repentina sonrisa burlona.<br />
— ¿Wray no sabe que está aquí fuera, verdad?<br />
—Nadie lo sabe, y le agradecería que siguiera siendo así. Si tuviera la bondad<br />
de marcharse…<br />
—No antes de ofrecerle mis felicitaciones. —Se aproximó a ella lentamente,<br />
sus latidos acelerándose a un ritmo fuerte y veloz. Como siempre, su cercanía le<br />
excitaba, acelerándole la sangre y enviando frenéticos mensajes a sus nervios. —