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7. - Euskerazaintza

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GACEHLLAS CALAHORRANAS 471<br />

seído con mejor acuerdo para dar lugar a una contemplación más completa<br />

de la obra de arte.<br />

* * *<br />

Tal es el Cristo de Santiago. En su origen, parte de un Calvario que<br />

remataba el Retablo del Altar Mayor de Santiago el Viejo; hoy exento,<br />

él solo en un nicho de su Capilla en Santiago el Nuevo. Venerado, eso<br />

sí, de siempre por la devoción de los buenos Calahorranos, que, en su<br />

entusiasmo por la antiquísima Imagen, la han llamado "de las Maravillas",<br />

y hasta le han acumulado la gloriosa leyenda de su presencia en<br />

la Batalla de Clavijo. En realidad, un bellísimo ejemplar de auténtica<br />

talla gótica, la más representativa y más antigua de todas las Imágenes<br />

góticas de nuestra Ciudad.<br />

SANTA MARGARITA DEL CIZIANO<br />

EN LA CATEDRAL DE CALAHORRA<br />

Empecemos por decir que la Santa a quien nos referimos, no es Sta.<br />

Margarita de Cortona, sino su honónima de Antioquía. Ambas tienen<br />

una historia completamente distinta la una de la otra. La de Cortona es<br />

la del amante a quien un día halló asesinado. La de Antioquía por su<br />

parte fue víctima un día de un enorme dragón —símbolo de la tentación—<br />

de cuyo vientre consiguió ella salir haciendó estallar al aninlal<br />

mediante la señal de la Cruz. Y este hecho es el representado por el<br />

lienzo tizianesco de nuestra Santa Iglesia Catedral.<br />

Se nos presenta en él nuestra Santa horrorizada de la catástrofe de<br />

que acaba de librarse. El horror está retratado en las facciones de su<br />

rostro, pero más quizás en la crispación de sus hermosos brazos y en<br />

aquel gesto desbocado de lanzar la una de sus piernas en espantada huída<br />

fuera del vientre del desparrado animal, cuya víctima ha sido un momento.<br />

Este mismo asunto lo había trazado ya Rafael con anterioridad, pero<br />

es de ver la diversísima expresión que le dió el ángel de Urbino, de la<br />

que le dió nuestro coloso de la Pintura. El nuestro traza como un zarpazo<br />

en comparación del de Urbino, que, con su figura suave nos pro-

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