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7. - Euskerazaintza

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DOS LEYENDAS GUIPUZCOANAS... 463<br />

de ritos y ceremonias cuyo apagado eco apenas llegaba hasta él desde el<br />

claro de la pradera un tanto lejano de su rincón.<br />

Terminado aquel murmullo, y antes de la zarabanda ŕinal que fue<br />

de verdadera algarabía y griterío infernal, sintió que dos viejezuelas hacían<br />

un aparte muy cerca del árbol en cuyo interior él se refugiaba. Y<br />

pudo escuchar su secreta conversación.<br />

—La Señorita de Saint Pée... la orgullosa Señorita de Saint Pée!...<br />

Que se atreva ahora el fanfarrón de su padre a reirse de las Sorguiñas,<br />

nuestras hermanas, de Labort, mientras las infelices se retuercen en el<br />

tormento que les aplica el malvado del Dr. Lancre, ese fanático escachador<br />

de Brujas de Bayona ique se atreva! Bien lo está expiando en<br />

la carne de su propia hija. Bien lo está pagando también la orgullosa<br />

de ella, que de casta la viene el orgullo... Bien pena... y lo que penará la<br />

desdichada... como no vuelva a comer la melindrosa de ella el pan de<br />

la Caridad de los Mártires... un pan que tendrán que sacar de la boca<br />

de un sapo... Poco melindrosilla que es ella!... y que sepan primero<br />

dónde se esconde, bajo qué piedra del machón del puente de Mecolalde<br />

se esconde mi fiel sapo con la ración de pan y carne en su boca...<br />

* * *<br />

El avisado Juglar comprendió en el acto, de qué se tratalta. Y en el<br />

acto concibió la idea de llevar la salud a la adolecida Dama de Saint Pée,<br />

de cuyo mal había tenido noticia al pasar él por Mondragón. Y decidido<br />

a suspender de pronto su viaje a Vitoria, se volvió a Mondragón.<br />

El mal de la Dama seguía igual. Y buscó él un medio de introducirse<br />

en el Palacio del Pariente Mayor.<br />

No le costó gran cosa. El era Juglar y sabía de Palacios y Señores.<br />

Y por otra parte, por la casa de la enferma desahuciada desfilaba<br />

todo aquel que ofreciese curarla, con la esperanza del buen precio que<br />

estaba prometido al sabio Médico que la restituyese a la salud. Y entró<br />

también éL<br />

No fue preciso ver a la enferma. El asunto del remedio había que<br />

tratarlo más bien con personas de la familia. Y se entrevistó con la<br />

Dueña.<br />

—Yo tengo en mi mano el remedio... Sólo que es un poco costoso...<br />

cómo lo diré? vamos; que me parece que la Dama va a hacer ascos<br />

de él...

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