7. - Euskerazaintza

370 MANUEL DE LEKUONA. OBRAS COMPLETAS
esta materia, como en todo, es la verdad. Y que si el Santo es de noble
cuna, se diga claramente que lo es; pero si no lo es, sino de humilde y
aun pecadora progenie, con la misma sinceridad se diga igualmente la
humanamente amarga verdad, para aliento de los indotados a este propósito,
que también para ellos sabe soplar el Espíritu Santo santas ansias
de perfección y santidad.
En el caso de la Madre Cándida, este punto de su origen, tiene una
nota clara : su padre ejercía un oficio manual; era un artesano que, con
el trabajo de sus manos en el arte —hoy olvidado— de tejer el lino,
mantenía su hogar honradamente. "Honradamente", es decir por lo menos
sin ofensa de Dios. Pero y sin menoscabo de su rango social. Porque,
en efecto, y no precisamente porque ello constituya un timbre de Santidad,
pero sí para llegar a una justipreciación histórica dentro del ambiente
vasco en que nació la Madre Cándida, bien cabe preguntar qué
rango social revelaría aquel oficio de su padre en Andbáin.
Ciertamente, si en vez de Andoáin, el hecho hubiera tenido lugar
en Avila v. gr., y en los días de Santa Teresa de Jesús pongamos por
caso, y si el padre de la biografiada hubiera tenidó el rango social de
Noble Hijodalgo, ciertamente qué no hubiera ejercido el oficio de tejedor.
En Avila y entonces no se concebía eso. En Andoáin, sin embargo,
se concebía perfectamente que un hombre noble ejerciese un oficio manual
sin desdoro de su rango social, de noble hijodalgó; cosa que, como
décimos, era inconcebible, sobre todo antes, y aun ahora en algunós medios
sóciales... El noble, cuando más será terrateniente; pero sus tierras
las labŕarán los peones bajo la dirección del Mayoral y contratados por
éste, sin que el amo se mezcle en aquellos menesterés, y mucho menos
aún en el menester d.e destripar terrones, ni esparcir la semilla en el surcó,
ni segar el trigo. En ciertos ambientes el trabajo manual desennoblece,
dégrada al que lo ejerce. En el ambiente en que naciera nuestra
Fundadora, sin embargo, el trabajo manual no degrada absolutamente.
Por lo cual, insistimos, el oficio de tejedor de su padre no perjudica lo
más niínimo a la posible nobleza de procedencia de la Madre Cándida.
Fue un paisano de ella, el donoso P. Manuel de Larramendi, Jesuíta
del siglo XVIII, quien con su característica donosura trató en una
obi-a suya este tema de cómo los oficios manuales en Guipúzcoá no son
obstáculo a la hidalguía y nobleza de sus habitantes, como, por lo visto,
y en su tiempo, lo erán aún en Castilla, y en general en España.