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7. - Euskerazaintza

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362' MANUEL BE LEKUONA.—OBRAS COMPLETAS<br />

por entonces, para fijar el anhelado escudo berrospetarra. El firmante<br />

del documento calagurritano aparecía como vecino de Tudela. Y luego<br />

pude saber que en la historia tudelana figura mucho y muy alto el apellido<br />

de origen andoaindarra. Y digo esto, aun a pesar de la diferencia<br />

qne se aprécia en la forma de la palabra, que en Navarra es a base de<br />

una —z—, Berrozpe, y aquí entre nosotros es a base de una —s—, Berróspe.<br />

Es la misma diferencia que apreciamos entre Leizaur y Lizaor,<br />

diferencia de una letra, debida a la traslación del apellido a un lugar<br />

donde antes era desconocido. Es lo que ha ocurrido con apellidos como el<br />

andaluz Razquin, que corresponde a nuestro Errazkin, o como el francés<br />

Zamacois (dicho Zamacuá) que corresponde a nuestro Zamakona<br />

(dicho Zamakoa o Zamakua). Transformaciones fruto de trasplante. Eri<br />

nuestro caso es muy significativo que el historiador tolosano Gorosábel,<br />

nunca escribe Berrospe con —s—, sino Berrozpe con -—z—.<br />

Acerca del escudo de armas de los Berrospe, será conveniente hacer<br />

alguna observación. Desde luego una observación primera sobre su falta<br />

en la fachada del edificio o sobre el arco gótico de su puerta. En efecto,<br />

nuestra Torre parece que nunca tuvo tal escudo de armas en aquel<br />

punto, ni al parecer en ningún otro punto del edificio.<br />

El escudo de armas de un linaje, al principio no fue atributo que<br />

se pusiese a los edificios, sino que era una divisa que el Caballero de un<br />

liuaje —de Berrospe en nuestro caso— llevaba en sus andanzas, bien en<br />

la rodela con que se protegía, bien en las gualdrapas del caballo que<br />

montaba, bien en el gallardete que ondeaba el escudero que le precedía.<br />

Y es que frecuentemente el Caballero se presentaba en el campo de batalla<br />

o en la plaza de las justas o torneos qUe se hacían en honor de<br />

un persbnáje, enmascarado, con la visera del casco echada, de tal manera<br />

que no se le veía la cara; por lo cual era muy del caso que la divisa<br />

bordada que le acompañaba, delatase quién era. Eran las divisas<br />

unos atributos —unas barras, como en la Casa Real de Aragón; o unas<br />

floŕes de lis como en la Casa Real francesa; o un león, o unos lobos, o<br />

unas panelas— un atributo que acompañaba al Caballero para darlo a<br />

conocer; pero no se ostentaba en el solar de su naturaleza; ni hacía faltá,<br />

pórque los Solares eran de sobra conocidos, y el colocar aquellos atri-

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