7. - Euskerazaintza

MADB;E CANDIDA DE BEBROZPE 355
Milla urte igarota,
ura bere bidean...
Guipuzkoarrak sartu dira
Gaztelako etxean;
ta naparrokin batu dira
Beotibar'en pelean.
Pero, andando el tiempo, como las invasiones enemigas se hiciesen
nienos frecuéntes en el País, desaparecida la finalidad defensiva de las
Toŕres, éstas degeneraron de su ser primero, convirtiéndose, de medios
deidefensa del País, en arma ofensiva para hacerse mutua guerra cruel y
despiadada los Señores de ellas, divididos en dos barídos irreconciliables,
de,Oñacinos y Gamboinos, que se llegaban a las manos cuando quiera,
con las consiguientes quemas de casas, talas de arbolado y muertes de
líombres.
Fite por esta causa, por lo que un Rey decretó el derribo de todas
las Torres de las Provincias Vascongadas.
Fue el Rey de Castilla, D. Enrique IV.
Llamado en la Historiá "el impotente", en nuestras Provincias dio
muestras de una energía que en todolo demás de su vida le faltó. Mucho
sin duda, fue cuestión de un Corregidor de mano dura, a quien dio el
Rey la orden de terminar de una vez con la anarquia que reinaba en las
Provincias póŕ aquellas luchas de los Parientes Mayores entre sí. Pero
aparte de esto y contra los desmanes de aquellos jauntxos sin más ley
que él' espíritu de rencilla, de familia contra familia y linaje contra linajese
había alzado ya poderosa la Hermandad, fuerza de orden constituídá
por elémenlos seiisatos del País hartós de anarquías. Y el Rey, secundando
aquellas tendencias de saneamiento y pacificación del País,
dió un Real Decreto radical, mandando desmochar todas las Casas Torres
hasta la altura del primer piso, según parece; es decir, destruyendo las
pártes altas, las dél almenaje del coronamiento, que, sin duda, era la
pai-te más ofensiva de áquellos edificios, hasta entonces inexpugnables.
La Real Orden se cumplió a rajatabla, gracias a la mano dura del
Corregidor Gouzalo Moro, qúe. no tuvo consideración con ninguno de
aquéllos jauntxos, a vários de los cuales incluso había alcanzado unos
años antes' otra Real Orden de destierro fuera del País en tierras de Aridálucíá,
froñtera de morós. Ejemplo : el ábuelo de San Ignacio dé Lo-