7. - Euskerazaintza

LOS SUCESOS CALCEATENSES DE 1224 • 1234 253
fin, algún otro matiz de buena fe en su desgraciada actuación. El caso
fue, como decimos, que el Juez tuvo modo de absolverle (11).
Como quiera que sea, judicialmente, en el terreno de la estricta justicia,
y hechas todas las precisiones necesarias para el caso, tanto el Rey
como el propio D. Diego salieron absueltos. Con todo, en el Tribunal de
la Historia y con un criterio histórico-político, parece un poco difícil
el absolverlos de toda culpabilidad en el desagradable asunto. Así parece
del texto que comentamos.
* * *
Siguiendo el comentario, y extendiéndolo ya el resto del Documento,
diremos que los puntos tocados en la parte expositiva de la Sentencia,
son varios.
(11) Con este noble empeño del Rey por buscar a todo trance la absolución del
D. Diego, contrasta violentamente la conducta de éste, que a los pocos años aún,
en 1241, muerto y>a su padre D. Lope, y Señor él ya de Vizcaya y Gobenador de la
Rioja, se declaró en rebeldía contra su Rey, obligando a éste a personarse con sus
mesnadas reales >en la Rioja con objeto de reducir a mandainiento al innoble vasallo.
Como lo redujo, en efecto, derrotándolo en su propio terreno y arrasando el
Castillo más principal de su obediencia en la región, Briones. EI afio de 124S"50, sin
embargo, le hallamos con el Rey en el cerco y toma de Sevilla... como su abuelo y
homónimo D. Diego López de Haro, el Bueno, se había hallado también en la Bata-
Ila de las Navas de Tolosa. Sobre el valor y la significación de semejantes rebeldías
en la historia de aquellas centurias, no parece que tales actos hayan de ser interpretados,
íomo alguien ha pretendido, en el sentido de secesiones de tipo nacional —como
antes, en el siglo X, fue la seeesión de Castilla con respecto a León, o inás tarde
en el XII la secesión de Portugal con respecto a Castilla— ni mucho menos; sobre
todo, cuando es tan sencillo y ha sido tan tradicional entre nuestros historiadores explicar
estas rebeldías como manifestación de despecho personal de aauellos orgullosos
y puntillosos Magnates contra su propio Rey, por supuestos desvíos y pretericiones
de éste en la apreciación y retribución de los servicios prestados por aqueIIos a
su Señor. Bstas rebeliones venían a «er periódicas. Ahora en Andalucía, ahora en
Galicia, ahora en la Rioja. Y en algunas familias parece que fueron verdaderamente
endémicas. Recuérdese a este propósito la rebelión de los Lara, v. gr., en el pleito de
los Infantes de la Cerda; pleito en el cual D. Juan Alonso de Haro derrotó con las
tropas de Calahorra al rebelde Señor de Lara, para luego él mismo, D. Juan, rebe-
Iar.se a su vez eoontra D. Alfonso XI, en aparatosa rebelión, que al veleidoso prócer
riojano le costó la vida entre Agoncillo y Ausejo.
Era el tiempo de las rebeliones. Los Reyes se rebelaban contra el Papa, y los Señores
s* rebelaban contra los Reyes.